Iguana, viaje a Juanacatlán.


Iguana, viaje a Juanacatlán.



























Entro a una fonda en Tehuantepec.

Veo una mesa vacía.

Jalo la silla y me siento.

Casi enseguida y sin que yo lo hubiera pedido tengo ante mí un gran plato.

Meto la cuchara. Es caldo de camarón.

Al darle el primer sorbo descubro que sabe muy mal.

El caldo ni sal tiene. Pienso que sí le agregó limón y algo de chile piquin podré mejoralo.

No es así. El caldo está peor.

Llamo a una mujer que plácidamente lee la prensa.

Oiga, fijese que este caldo no sabe a nada. Esta insaboro.

Pero sí le pusieron camarones.

Si los veo nadando pero el caldo esta de no comer.

Me levanto, saco unas monedas antiguas y las dejo en la mesa.

La mujer me llama por mi nombre:

Alfredo, Alfredo, no se vaya¡

Y porqué no?

Porque lo quiero invitar a ver los barcos..

Cuales barcos?

Los barcos que llegan al atardecer…

Voy con esta mujer. Ella va vestida de tehuana. Es una mujer robusta. Morena, de trenzas negras.

En lo alto de esta loma nos sentamos. El sol declina.

Alla viene los barcos¡

Se acercan dos barcos mercantes.

Los barcos son como fantasmas dormidos le digo.

Bueno ya ví los barcos. Es hora de partir.

No se vaya Alfredo le quiero dar un regalo.

La mujer me muestra una gran iguana. Es una iguana verde acero. La sostiene con un mecate.

Tómela, que no se le escape. La iguana tiene los ojos rojos y la lengua la mete y la saca.

Y que hago yo con una iguana?

Llévesela.

No sé que hacer.

La istmeña después de entregarme la iguana se levanta la falda larga y la jala hacia la espalda.

Me dice que me quiere dar algo más.

Le ofrezco mis disculpas y le digo que gracias pero que no es mi tipo.

Me voy tirándo de la iguana.

Veo la entrada de una iglesia.

Entro.

Veo venir hacia mi al padre. El padre lleva puesta su sotana y un sombrero negro.

Me dice que llegue a la hora apropiada. Que ya es hora de comer.

Pasamos a una cocina.

Me sirven un caldo.

Por Dios es el mismo caldo¡.

Le digo al padre que este caldo ya me lo dieron a probar y no sabe a nada.

Creo que debo de marcharme padre.

Quiere esta iguana?

El padre me mira y me pregunta que sí me la regaló la istmeña?

Si me la dio hace rato cuando veíamos los barcos venir.

Ten cuidado esa mujer provoca a los hombres . A todos les da sexo.

Si ya supe.

Le dejo la iguana.

Salgo.

Viene un carro largo.

El carro se detiene justo enfrente de mí.

Me subo. En el asiento de atrás viene una niña de cinco o seis años . Viene dormida.

Intento quitar una maleta para que la niña duerma mejor.

Voy cansado. Ojala que este que viene manejando me lleve y no se detenga en el Metro Juanacatlán.

Pasamos por enfrente de la estación y sigue.

Que bueno.

Pero.

Dos o tres cuadras más adelante se da vuelta.

Vamos por una vereda hacia a bajo.

A un lado van un grupo de escolares.

El conductor le dice a una joven que viene que le abra la puerta de esta reja.

La joven se acerca, saca una llave negra y la abre.

Pasamos y nos vamos para abajo…



Original de Alfredo Arrieta
Nec spe, nec metu
Para elpueblodetierra.
23 de Mayo de 2015.
Estados Unidos Mexicanos.

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