CANDADO




CANDADO



Antes de referirme a sueño alguno voy a externar un muchas gracias por el anuncio que hizo hace algunas noches el señor Claudio Equis. Dijo que en la final del campeonato de fut bol, cada que se meta un gol, se apoyará con cien casa por anotación a las zonas devastadas de México por la fuerza del huracán en Coahuila, Tamaulipas y Nuevo León. Así que esperemos que los amigos de España puedan meterles cuando menos un tres uno a los tulipanes que no floripondios.



Bueno y ahora para entrar en tema les voy a decir a quién lea que anoche después de una extraña tormenta, me encontré con Antoine Doinel el alter ego del cineasta Francois Truffaut de los 400 golpes. El acude a un panteón a conocer por vez primera la tumba de su madre. Su padrastro le dice al despedirse que acuda a alquilar si tiene necesidad un traje para alguna fiesta. Después le besa en las mejillas y se marcha.


Luego o posteriormente acudo a alguna calle en donde hay un indigente que sentado en la calle comienza a dar explicaciones filosóficas. Las personas que van pasando se quedan a escuchar. Este indigente de momento es un líder porque primeramente dice la verdad. No le tiemblan los huevos para hablar y pausadamente explica que hay que destruir todo lo que el hombre alguna vez edificó. Luego me mira y sin dejar de hablar extiende su mano y me da un mendrugo.
Lo voy dejando al mismo tiempo que me sumo en los pensamientos, en su propia reflexión sobre las cosas de interes que propone.



Me encuentro en el interior de la casa de mi abuela. Ahí salgo por una de las habitaciones que si bien me recuerdo era la intermedia. Esta puerta siempre se encontraba bloqueada por una máquina de coser. Salgo y miro la puerta de entrada. Ahí pasa una anciana. Se detiene y le echa un ojo al candado sin cerrar. Mira para los lados en la espera de que no haya nadie y sin más toma el objeto. Yo corro tras de ella e intento quitarle la pieza de cerrar. La anciana me dice en sus desesperación que le de el artefacto . Se hace un lío. Les digo a los ahí reunidos que esta mujer es una ladrona. Se robó un candado que servía para cerrar las puertas del castillo de Chuchurumbel.



La llevó por la fuerza al interior y le obligo a que de alguna forma me pague su delito. Hay más personas. Estas están en la dedicación de asistir a un festival. Una mujer entra de súbito. Ella va trepada como gallina sobre unas muletas. Me grita que es parte de su baile, además de que se pintio el pelo y se hizo unos chinitos que la verdad no le quedan nada bien. Parece una expendedora de verduras del mercado Martínez de la Torre.



A la mujer la amarro sentada en una silla. Ella me pide suplicando que le quite las ligaduras . Yo implacable le digo que hasta que me pague por el Philis, nadie se debe de atrever a robárse los objetos de mi abuela.


Ella me dice que me pagará con un cheque. Le explico que requiero de efectivo, si no es así ella se quedará hasta que salde su cuenta.


La mujer me pide hacer una llamada. Le acerco el auricular y marco a un número que tiene lada. Quien contesta le dice que sí. Acto seguido aparece en la entrada de la casa un enano moreno. Lleva en las manos un sobre, pregunta por mí, me lo entrega en mano propia. El pequeño se va.


Me quedo solo momentáneamente, abro el sobre y en su interior miro monedas de oro.
Acudo con la ratera y sin decir palabras la desato. La anciana espantada sale rápidamente y alcanza a decir que me denunciara por extorsión. Me rio en sus espaldas y le arrojo las monedas…



Original de Alfredo Arrieta
para elpueblodetierra
Nec spe, nec metu
11 de julio de 2010.
Estados Unidos Mexicanos.

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