Restaurante , Emilio Fernández,documentos con un nuevo horario, personas arregladas en Bucareli, Bebé que tiene un tumor en la frente,Carlos Fuentes actúa con una actriz que habla como cacatúa, judío que renta un departamento, una bola en mi brazo con pus, películas que salen de un aparato que expende helados.

Restaurante , Emilio Fernández,documentos con un nuevo horario, personas arregladas en Bucareli, Bebé que tiene un tumor en la frente,Carlos Fuentes actúa con una actriz que habla como cacatúa, judío que renta un departamento, una bola en mi brazo con pus, películas que salen de un aparato que expende helados.

































Apenas acabo de entrar a este restaurante en la Colonia Juárez cuando de unas mesas al interior veo al Indio Fernández. Este levanta su mano y me dice Alfredo Alfredo ¡ Vénte a tomar unas cervezas!. Yo no tenía previsto este encuentro pero en los sueños todo es posible. Me acerco. Emilio les dice al grupo que lo acompaña: Orales arreejunten su nalguitas para que se siente Alfredo ¡. Así que quedó apretado entre Emilio y una mujer que lleva un sombrero negro.

Y que cuentas Alfredo?

Pués nada Emilio yo pasaba por aquí y se me antojó un chocolate. Qué chocolate ni qué nada ¡. Echate una cerveza.

Y que me la echo.

Después de tres o cuatro cerbatanas en una ventana que dá precisamente al Reloj de Bucareli está de pie Lizbeth Carolina. Ella también me llama.

Ven flaco ¡.

Me disculpo con el grupo y me levanto. Camino varios pasos y llegó.

Mira flaco como las personas andan bien arregladas. Sus trajes impecables sus pantalones abombados, sus sombreros elegantes, sus corbatas finas.

Si , así es. En estos años cuarenta la moda imperaba.

Pero….
En la modernidad todo andan bien fachosos, no hay estilo. Se perdió todo, muchas cosas se perdieron. Quién sabe porque fue?


Como estuve de vacaciones no me paré en la oficina. Es más la odio.

Pero como no hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague hoy me toca asistir.

Veo que viene con su vestido amarillo la señorita Leticia Rosas Rico. Esta trae en sus manos varias hojas. Me las muestra y me dice que firme de enterado. Le firmo pues.
Cuando se va la señorita Rico leo los documentos. En uno me dicen que mi horario de trabajo se va a modificar. Que debo de entrar a las seis de la mañana para salir a las siete de la noche. Pienso que estos ya se pasaron de lanzas.

Como yo soy un potro duro de domesticar tiro los papeles y me largo.

En un local pequeño, con puertas pequeñas, veo a un joven que tiene en las rodillas a su hijo de dos años. El niño viste un ropón blanco, blanco de impecable. El niño tiene una tumor en la frente. Me regreso por mis pasos y le pregunto al joven que es lo que tiene el niño en la frente?. Me responde que un tumor maligno.

Y ya buscó la manera de operarlo?.

Pués la verdad no.

No tengo medios.

Que caray ¡. Intentaré buscar un doctor que no cobre caro. Si gracias..

En una recámara veo a Carlos Fuentes. Dice unas frases a una actriz que tiene pinta de cacatúa. Esta le responde pero se equivoca. Fuentes a pesar de que no es actor dices las palabras con fluidez, lo que hace la lectura. Yo solo los veo. Pero no digo nada ni les corrijo nada. Es su obra y que la hagan como mejor les parezca. Yo que?

Tengo que buscar un lugar para vivir. Me entero que el judío Abel renta un departamento. Es un departamento que ya le rente una ocasión allá por los años ochenta.

Le pido de favor a un joven árabe que conozco. Bueno no muy bien pero ya le tengo algo de confianza que me lleve en sus Ford Falcón.

Este me dice que sí, saca las llaves de su chamarra y salimos.

Más tarde llegamos al edificio. Es un edificio que están reparando. Entramos. De un gran sala vacía sale un hombre. Por las penumbras no lo reconozco. Será el judío Abel?. Al acercarse veo que es otro. Le saludo y este responde secamente. Le pregunto por el departamento que rentan. Es este y me señala unos cuartos recién enyesados. Las paredes están frescas. Se sienten húmedas.

El hombre me pide unos datos del seguro de mi carro. Le pregunto para qué los requiere?

Es para asegurarme a quién le voy a rentar mi casa.

Por mí no se preocupe yo soy de fiar.

El hombre se sienta de espaldas, enciende un lámpara y escribe.

Yo estoy detrás de él. De pronto veo en mi brazo una roncha, la toco y brota un chorrito de pus. La pus salta y se embarra en la camisa del judío. Este no se dá cuenta. Antes de que lo pueda hacer me chupo el brazo. El brazo me queda adolorido como sí me hubiera picado una avispa.

En una banqueta de adoquines en una Plaza en Coyoacán está Lizbeth Carolina. Lizbeth tiene 22 años. Lizbeth quiere un helado. Nos detenemos en una máquina que los vende. Le echo tres pesos, la máquina comienza a pasar imágenes de una película de los años setenta, es una película en dónde lo que priva es el lenguaje soez, la palabra fugaz.

Le digo a Lizbeth como para justificarme que tanto juego de palabras a veces no las comprendo. Ella me mira como diciendo no te creo y le da una chupada a su helado.

Original de Alfredo Arrieta
Para el pueblodetierra
Nec spe, nec metu
7 de diciembre de 2014
Estados Unidos Mexicanos.





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