Campanas, ratones, cerdos, edificio en Tacubaya, rostros viejos, vestido de bata y sandalias grises, como es el oro ,un tipo que llora porque lo llevan a bailar

Campanas, ratones, cerdos, edificio en Tacubaya, rostros viejos, vestido de bata y sandalias grises, como es el oro ,un tipo que llora porque lo llevan a bailar
























Tirado de panza al sol al filo de las cuatro de la tarde siento la sombra de alguien. Me quito la mano de los ojos y veo con dificultad. Es el capataz. Oiga usted Alfredo veo que se pasó de la siesta. Sí disculpe señor lo que sucede es que me quedé dormido. Bueno pués a trabajar.

Me levanto con la flojera que amerita el caso y me dirijo a un cuarto grande. Para que te enteres. Hay cientos de pequeñas cajas. Estas están de un lado y por el otro badajos.

Lo que tengo que hacer es meter un badajo por caja. Después tengo que pulir las campanas. Las campanas están en otro cuarto. Cuando tengo las campanas pulidas las embalo y las mando a diferentes lugares de la república, a pueblos distantes. Las campanas las envío junto con los badajos. ¿Porque dime tú para qué quieres una campana sin badajo? No te sirve de nada una campana muda.
El trabajo es mucho y la paga poca. Como en casi todos lados. Por eso no lo dejo. Por suerte en los sueños me sobran las ofertas para laborar.

En tres días tengo que ir a un pueblo que se llama Sahuaripa. Me mandaron un telegrama que la campana ya les llegó. Tengo que ir a instalarla. Como si fuera la gran ciencia.

Que bonito es este pueblo. Me entrevisto con el cura del lugar. Me lleva a un cuartito en donde tienen las cosas que yo mismo le envié. Veo mi firma en uno de los papeles.
Le digo que nada más que desayune me pongo manos a la opus para instarles la campana. ¿El cura me pregunta que como en cuántos días estará lista?

Es cosa de dos o tres días.

Está bien.

Sale una señora con un rebozo que le cubre media cara. Ella nos dice que vayamos a desayunar. El cura me toma por la espalda y nos vamos directo a la cocina.

Son las once de la mañana.

Intento junto con otras cuatro personas subir la campana. Es una campana pesada. Le digo al cura que nos mande a más gente. Así con un grupo de casi ocho porque uno de ellos es un niño intentamos subir el pesado objeto por las escaleras angostas.

Nuestros esfuerzos dan fruto. Ya tenemos la campana en el lugar. Sólo falta colgarla. Todos los palos están en su lugar. Revisó que las ataduras estén fuertes para que puedan sostener la campana sin que se vaya al precipicio.

Con las dos manos la empujo, la campana se bambolea pero sin sonido. Le digo a un muchacho que se llama Jorge que vaya por el badajo. El badajo está en una caja mediana con notas.
Al rato regresa Jorge. Le digo que abra la caja y saque el badajo. Me lo acerca y lo sujeto al interior.

Quedó bien puesta.

La muevo despacio. Llamamos al cura para que sea él el que la estrene. El cura sube arremangándose la sotana.

¿Ya listos?

Si señor cura ya listos.

Le entregamos el lazo y comienzan los sonidos. Afuera las gentes del pueblo se acercan y escuchan.

Que sonidos tan agradables se lanzan al aire.

Cada que coloco una campana en cualquier lugar me acuerdo de inmediato de Orson Welles.


Justo me encuentro en la esquina de Claudio Arciniega y Avenida Revolución. Una mujer llamada Carmen pasa a mi lado como sí no me conociera. Es verdad no me conoce.

En la banqueta hay una bolsa rosa. Carmen es tan quién sabe cómo que a pesar de que la ve no hace intentos por tomarla. Me acerco y me la llevo.

¿En el trayecto para los Echave voy piense y piense que tendrá en su interior la bolsa rosa?.

Debo de abrirla un poco más allá. Donde no haya gente.

Descubro un camellón y me dirijo a el.

Pasa otra mujer. Esta no sé como se llama pero me dice que no intente abrir la bolsa porque me llevaré una sorpresa.

No le hago caso a la mujer desconocida y abro la bolsa. La abro pero tengo precaución. La abro y la dejo en el suelo de inmediato.

De pronto de la bolsa brotan varios ratones. Son ratones de pelo negro y de grandes bigotes. Uno de ellos me mira y me dice que ni me le acerque que me morderá y me dará rabia. No claro que no. De inmediato le dice a los demás que saquen las herramientas y las maderas para construir una especie de columpio. Yo les dejo. No obtuve nada.


Un hombre de estatura mediana tiene un cerdo sobre una mesa de mármol. Les dice a los que le ayudan que no lo dejen mover. Extrañamente el cerdo no chilla. El hombre le mete una inyección que para mí es la letal. El cerdo arroja una discreta baba, entre cierra un párpado y luego los ojos se le ponen en blanco.

Es una forma humana de sacrificar a los marranos. Sí claro, es una forma humana.

Entro a un edificio que ya me es conocido. El edificio está forrado de mosaiquitos verdes. Los habitantes de hoy barren los patios en tanto otros colocan pasto en los lugares apropiados.
Otros más ponen árboles. Pasa un señor de sangre pesada Me saluda y hago como que me interesa su saludo.

Una mujer delgada morena, me informa que ya están por terminar los arreglos. Le digo que sí. ¿Me pregunta que qué tal me va con las campanas?.

¿Las campanas?

Sí como le va?.

Más o menos. Es un trabajo cansado. Andar por todos los pueblos.

Deberías de llevarme un día.

¿A dónde?

A los lugares que dices.

¿Irías conmigo?.

Bueno pués tal vez un día de estos me anime.

La mujer me dá su mano de seda y se va.

Ando vestido con una bata gris y unas sandalias del mismo color. Me asomo por la ventana. Veo que pasan caballos negros. Miro los estilos cuando corren.. Que bellos son los caballos.. Me gusta montárlos.

Se abre la puerta y se asoma un avaricioso. ¿Me pregunta que le diga como es el oro?

El oro es amarillo no me estés jodiendo. ¿No miras que están pasando los caballos?.

Luego los puedes ver. Sólo dime como es el oro.

Ya te dije, el oro es amarillo. Ya .

Me cuentan la historia de un muchacho que acaba de terminar la escuela. Se encuentra afliguido porque no sabe bailar. Pués que se meta a una escuela . No el caso es que cuando está con una mujer tiembla. Eso es normal todos temblámos le digo. Vámos a verle para preguntárle. Miro al muchacho. ¿Así es que tú te pones nerviso cuando estás con una mujer?. Sí señor me tiemblan las piernas , me sudan las manos y me pongo a llorar.

Necesitamos darle unas clases a este joven, dile a la Mari Luz que hable con él.

¿No se te hace muy cabrona para él?.

No mejor que sea Mariluz. Así se le quita lo tímido. Bueno está bien. Voy a ver a los caballos.

Regreso de nuevo a la ventana. Se fueron los caballos negros. Pero por aquella colina viene bajando los caballos blancos.


Original de Alfredo Arrieta
Para elpueblodetierra
Nec spe, nec metu
8 de junio de 2014.
Estados Unidos Mexicanos.







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