Aceite.

Aceite.






























Entro de prisa a un taller mecánico. Sucede que en el tablero de este carro se encendió un foco rojo que me indica que le falta aceite . Y debo de ponerle antes de que se me vaya a desvielar. Ya me ha pasado.

En el patio hay dos señores vestidos con overol y las manos sucias. Me acerco y les pregunto por el precio del aceite. Me miran y los dos responden que no me pueden decir el precio. ¿ Y porqué no?. Pués porque no.

Dicho esto veo una puerta con luz. Me dirijo a la gerencia . En el interior hay otros dos. Uno narizón, canoso y haciendo cuentas con una máquina otro veinte años más viejo.

Les pregunto por el precio del aceite. El narizón me reponde que no me puede decir los precios.

Eso mismo me dijeron los otros que están allá afuera.


Necesito saber porque en el dado caso de que me decidiera debo de contar con el dinero que ustedes me pidan por el servicio.

El hombre me dice que el litro cuesta 95 pesos. Así que voy al carro. La fría está dándole chiche a un chamaco. Ella asegura que es mi hijo. Cosa que no sé a ciencia cierta. El chiquillo tiene los ojos rasgados parece chino. No creo que sea mi hijo.

Le digo a la fría que el litro de aceite cuesta 95 pesos. Ella me dice que sólo cuenta con 15. Hum. Entonces déjame decirle a l señor que no cuento con ningún dinero.
Regreso. Le digo que no alcanzo la cifra que me pide así que me tengo que retirar. En esas estoy cuando el hombre que hace cuentas le dice: Alfredo, apurate que me tengo que ir. Alfredo le hace una seña de que no se tarde.

No se apure hombre mañana pasa usted y me paga.

Dicho esto le digo al hombre que yo también me llamo Alfredo. ¿Ah sí? Mi papá también me dice. ¿Entonces somos tres Alfredo verdad?.

Regreso. Para esto el carro con el que entré al taller ya es de otro modelo. Ahora es un carro blanco, enorme. Enrique está sentado haciendo intentos por arrancárlo. Me pregunta que sí ya tiene aceite. Si ya le pusieron. Sólo nos queda que encienda y nos vayamos.

Estamos en Salamanca.

Doy la vuelta con la intención de subirme al carro y el carro se transformó en una cama. La cama tiene una colcha con mitades de nueces. Le pregunto a la fría que sí me puedo comer una nuez. La fría me responde que me coma las que quiera. Acerco la boca y con ella arranco una de las mitades. La nuez está salada. Oye fría la nuez está salada. Pués sí está salada pónle miel.
¿Así como le pongo miel a tus pechos?.
Sí así pendejo me dice..


Original de Alfredo Arrieta
Para elpueblodetierra.
22 de mayo de 2014.
Estados Unidos Mexicanos.





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