GOBIERNO DE GUANAJUATO,BIBLIOTECA, THALIA, BAILE.

GOBIERNO DE GUANAJUATO,BIBLIOTECA, THALIA, BAILE.





Extrañamente subo una calle en donde una fachada de cantera verde me indica que es Guanajuato. Esta región de México la conservo como una de las mejores, ahí viví en los finales de los años 70. Así que me sé los callejones,y sus recovecos de memoria.












Me dicen que debo integrarme a un nuevo gobierno que se dedicará a servir a las comunidades como debe de ser, Dicen que los funcionarios deberán pasar unas pruebas de honradez para que no salgan al final enriquecidos de una forma inexplicable.
Me detengo para pensar si debo aceptar esta propuesta, hay tanto desempleo que nadie desperdicia una oportunidad. Dicen también que deberé trabajar en programas sustentables y ser un creativo.



Por la calle viene a paso lento Felipe Calderón, saluda a los que va encontrado, él fue elegido para gobernar este Estado. Me mira como diciendo haber a qué horas entra a su trabajo.


Le hago una seña juntando los dedos como diciendo que al ratito. Sube por una escalera también verde y lo pierdo de vista.


Me decido y llevó en las manos dos cuchillos con mango verde y amarillo, siempre pensé que uno de estos lo debo de insertar en alguno que me caiga en pandorga. Debe de ser satisfactorio enterrarlo en la panza de tanto hijo de puta que pulula haciendo daño.










Casi al entrar hay una sala y un escritorio. Ahí sentado Raúl Castro, este me pregunta la razón de mi tardanza. Para que no me diga más le intuyo a que me guarde los dos cuchillos.


Me muestra unos escritos que debemos de rectificar, colocar las palabras precisas que causen impacto y que se les diga a los agricultores como deben de sembrar en maíz. Como si estos no supieran…










Al salir de mi horario de burócrata, me encuentro en los salones de una amplia biblioteca, es parecida a la que tenía López Portillo, es decir mejor que la biblioteca de la Casa Blanca. Me acerco por un barandal y en el piso primero, miro a Carlos Monsiváis, este acaricia a su gato. Le lanzó un peine al notar su cabellera blanca. Me grita que es una calaca que para qué chingaos quiere peine. ¡ Ah bueno¡…
De momento me entran unas ganas de correr y no noto que estoy metido en un sueño sin ton ni son. Corro apresuradamente esquivando los estantes y al pasar tiro un ejemplar de Luis Spota, incluso alcanzo a ver su título: “ Más cornadas dá el hambre “.


Corro y corro para ubicar la salida. Esta da precisamente al edificio Guardiola. No logro entender porque hace un rato estaba en Guanajuato y ahora en el pinche Distrito Federal.











Voy a otro salón en donde más de ochenta personas charlan y toman bebidas. En esas están cuando por la puerta principal entra Thalía, ella lleva su pelo color platino un vestido negro que le resalta las curvas de su figura. Thalía se pintó los labios rojos. Voltea su cara y me descubre. Se queda a conversar. Los bobos y chacales se miran asombrados sin dar crédito que ella me conozca.


Esto me recuerda a aquella conversación conciente en que Jorge Gómez nos decía que conocía a Miguel de Lamadrid en los tiempos en que era presidente de México.
Eran los instantes de las elecciones de no sé que cosa.


Jorge siempre nos decía que Don Miguel era su conocido. Por supuesto que nadie le creía. ¿ Quién chingados va a a conocer al presidente?



En el patio de la escuela que da al frente de los Pinos nos encontrabámos Jorge y Yo. Cuando un locutor que ya falleció y que se llamaba Pérez Verduzco dijo en su micrófono que hacía su aparición el presidente de México. Venia Don presidente caminando, acompañado por Doña Paloma y sus hijos que en esos años estaban chicos.
Al descubrir a Jorge, el mandatario dejó su paso y se detuvo enfrente de él. Lo saludo e incluso platicó un rato. Luego me miró y extendió su mano y nos preguntó sobre el trabajo. Los tres éramos burócratas al servicio del Estado.



Bueno pués. Thalía hablo y habló casi como un perico. Luego me dio su mano y se despidió de mí. Agradecí su atención y es que ya ve usted en los sueños no se manda. Y aparece quién menos se lo espera.










En esas estaba cuando llegó Manuel Vilchis me dijo con babas en la boca que tenía algo que darme. Claro a cambio de que le consiguiera un baile con la actriz y cantante. Se llevó la mano a la bolsa del pantalón y sacó unos chips de color azul. Eran dos bolitas. Me dijo que estas me servirían en mi vida posterior y que no tendría problemas de información.



Le dije a Manuel que me estaba corrompiendo. Le dije que si quería bailar con Thalía que fuera hasta donde se encontraba y se lo pidiera. Puso cara de asustado y señalando su miedo le grité que le tenía miedo a Tony Motola.



También le pedí los chips, cuando los tuve en mis manos corrí para escaparme. Manuel me seguía entre escaleras y escaleras. No consiguió quitármelos porque los arrojé a una montaña de canicas de todos los colores……


Original de Alfredo Arrieta
Para elpueblodetierra.
Nec spe, nec metu.
14 de enero de 2011.
Estados Unidos Mexicanos.


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