VUDU.




VUDU



Usted se dirige a comprar un pan. Descubre que en un negocio que nunca había visto hay dos expendios . En el primero hay una fila de 8 personas, ellos van vestidos con ropajes de marca. Entran a la panadería pomposa y los mira que se abalanzan por los pasteles franchutes. En el lado contrario hay pan para el pueblo. Un hombre con su cobija, también hace su lugar en la fila de los desesperados. Una mano negra y uñas con tierra sujetan tres pesos que alguno le regaló no sin antes descubrir en su expresión un dejo de desdén.


Usted va en la fila de los muertos de hambre. En el fondo hay una vendedora que se parece a la actriz Paltrow. Le informa que por ahora solo hay bolillos sin subsidio, cada uno le cuesta dos pesos. El hombre de la cobija piensa que solo le alcanza para bolillo y su mitad.


Usted lleva en sus brazos a su gato Kito. El se baja de su regazo y comienza a buscar por los rincones. La mujer le dice que se apresure a avanzar, la vida es de filas, trámites y colas inmensas. Sale su gato y le nota que tiene el rabo con sangre. Kito se encuentra como espantado. Luego sale un ratón negro negro que es la mascota de la guera. Usted le reclama que ese pinche animal ya mordió a su gato. Ella le reponde enseñándole los estragos, los rasguños y las mordidas que le propinó su felino.

Con dos panes en sus bolsillos, recorre la ciudad, su gato ya no lo acompaña. Ahora va por las calles de la infame ciudad de México. Son las cinco de la tarde y en plena avenida Ejército Nacional se estaciona un automóvil Mercedes Benz.


En su interior dos hombres se gritan y se enojan, uno de ellos saca un arma y le dispara. El otro cae muerto y se cumple otra vez la historia de Caín y Abel.



Horas más tarde, una ola de frío abate al mundo. México es una nevera. Un hombre llega a Guanaceví. Hay veinte grados bajo cero. Las personas ya se acostumbraron a tal situación, por las noches se cubren con más de doce cobijas para mitigar. Un hombre lleva diariamente las lecturas de las temperaturas, dice que le pagan veinte pesos por escribir y reportar los fríos extremos.


Todos tiritan y descubre debajo de una escalera en pleno Insurgentes a un hombre intentando escapar de la muerte. También lleva una cobija pero el frío es de perros. Usted piensa que si este hombre vagabundo se hubiera apellidado Saba. Ebrard, ojeroso y despeinado, hubiera interrumpido sus sueño y hubiera acudido a su rescate. Pero este hombre se llama Patrocinio Pérez y él no significa nada, porque el no es nadie...

Acostumbrado a la dureza de la vida y sometido a los rigores de muchos desgraciados, le llega una nota espeluznante. A los muchachos de Haití les falló el vudú. Ahora tendrán que acudir a invocar a los bokor . Tanto brujo y tantos maleficios y muñecos con alfileres y gallinas degolladas, y baños de lodo en los ríos, tantos fetiches y collares coloridos , imagénes de lanzas y nativos en su alarido , tantos diablos y cultura milenaria venida de África para nada. Los edificios se vinieron abajo, dice un pastor Gringo que Haití está maldito. Debe de ser por eso que ahora se encuentra devastado.


Es entonces que recuerda el otro terremoto del 85. Donde llegaron los auxilios y el gobierno federal mexicano quedó en pausa, aún tiene en la memoria a los soldados sacando tierra en cubetitas. Luego llegó Nancy Reagan y le entregó a un hombre un cheque por un millón de dólares para apoyar a los que sufrieron. Nunca vieron un centavo. Incluso se llevaba un acumulado de lo recaudado, cientos de millones de pesos que debieron quedar en manos de algún pillo con licencia, Luego se robaron los víveres, la ropa, incluso se comentó que equipos completos fueron a parar a manos de funcionarios públicos. A usted le llevaron una vez tres kilos de mantequilla que su etiqueta decía que ese producto lácteo lo donaba el gobierno de Canadá.


De ese tiempo a los que van corriendo las personas se han vuelto casi piedra. Nadie es solidario, hoy por hoy priva el odio y el rencor. Los medios de comunicación informan en un intento protagonista, y dice a los que escuchan que la presencia de México se hace evidente en el país negro. Usted piensa que sin necesidad de asistir a la isla del vudú, por acá en suelo Azteca por si a alguno se le olvidó hay 50 millones de damnificados de la vida. Ya parece que los aviones Hércules aterricen en las zonas de pobreza extrema y les lleven toallas sanitarias. Anoche López Dóriga dijo que también había que mandarles abrelatas.


Usted sale de su casa y ya hay alguno con hambre y no se le cae el techo porque vive a cielo raso y deambula por aquí y por allá como si de un zombie se tratara....

Original de Alfredo Arrieta
Para elpueblodetierra.
Nec spe, nec metu
Estados Unidos Mexicanos.
14 de enero de 2010.

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