CARCEL, PARALITICO, POSTES PINTADOS..

CARCEL, PARALITICO, POSTES PINTADOS..









En camino a casa Montserrat descubrió calle abajo un amontonamiento de muebles. Corrió con la idea de echarles barniz. Tomo una brocha de pelo de camello y le dió dos o tres pasadas a la pared lateral de un ropero. Se echó para atrás y miró una columna en donde se anunciaba un número telefónico. Era una Farmacia, de esas modernas en donde todo lo que venden es inútil. Con la brocha en mano también le dió su barnizada. Acto seguido Salió un encargado o dependiente que comenzó a hacer tal escándalo que se presentaron las fuerzas del orden que a todos culpan y ningún delito contienen. Les dijo a los genízaros que Montserrat era una vándala. Luego llego una señora que según su presentación era la encargada de las averiguaciones previas.



Ella al saber de los hechos los iba anotando en una libreta y sin preguntar más dijo que Montserrat era declarada presa a partir de ese momento.




Entonces comencé a insultar a la autoridad con la posibilidad que a mí también me metieran en chirona. Salí a la banqueta y antes de que la subieran al vehículo policial tome una mierda descomunal y la arrojé al vidrio que cubría a los dependientes . La mierda se corrió por todo el vidrio y yo les seguía mentándo su pinche madre, sí es que tienen.



Como no tuvimos más que esperar a que se cumplieran las horas de su arresto, le dije a Montserrat que mañana por la mañana la vería. Luego desapareció tras una puerta que decía detenidos.


Salí de ahí echándole puñales a los pocos pendejos que estaban……


Subí a un carro de los viejos Ford. Quiero decirles que en lugar de avanzar hacía adelante a mí me gustaba correr kilómetros pero en reversa.




Estaba en Rusia . Eso lo sabía porque los anuncios lumínicos así me lo indicaban.



Anduve por las calles de Moscú. Ningún ruso hizo contacto conmigo, ellos iban metidos en sus pensamientos y les daba igual que un latino americano estuviera con ellos.


No sé que me pasó pero se me hizo tarde. Yo debía estar por Montserrat a las doce del día y me pasé más de hora y media.



Pisé el acelerador a costa de mi enojo por el retraso. Recorrí miles y miles de kilómetros. Pasé por el estrecho de Bering y llegué a la ciudad de la mierda y la mentira.


Estoy en una oficina. En su interior hay siete escritorios ocupados por burócratas huevones que nada resuelven. Es una plaga de huevones que nada resuelven y a todo le encuentran.


Con el papel que me entregaron un día antes esperé mi turno. Ahí me recibió la misma pendeja que giró la orden para que encerraran a Montserrat. Extendió la mano, lo leyó. Después lo depositó sobre un plano y escribió su firma. Una firma por cierto que dejaba ver su interno. Gente déspota e hija de la chingada. Digo yo.



Me lo entregó y con la mirada me indico que espera en la misma puerta por donde hace 24 horas desapareció.


Salimos los dos hablando de como la había pasado. Me dijo que bien que incluso durmió mejor que en su propia cama.


Más tarde, voy en otro camino. Este va acompañado de una corriente de agua.



Atrás de mí viene un paralítico en una silla de ruedas. La silla va jalada por unos cables largos. Quien la jala es un zorrillo apestoso como ese que salía en las películas del Loco Valdés.


El paralitico se llama Fortunato. Me pide si le puedo decir a un automóvil si puede arrastrarle.


Miro pá atrás y veo una luz.


Es un coche de alquiler. Le detengo y le digo lo que pasa. El hombre accede y se baja mojándose los pantalones. Amarra los cables que le quitas al zorrillo. Se sube a su carro y comienza a jalar la silla de ruedas. Esta se mete entre el agua y el lodo. El zorrillo va a la vanguardia. En un recodo del camino. Un enorme cocodrilo como ese que se comió a un diputado en Brasil. Se muestra amenazador. Abre su mandíbulas y reta a que nadie pueda pasar. El zorrillo lo enfrenta y miró como el gran yacaré se lo come en dos intentos.


Fortunato llora por la perdida de sus apesto, mete su mano a la bolsa y saca los billetes con los que paga el servicio.


Ahora estoy en una calle que antiguamente se llamaba San Juan de Letrán en la ciudad de México. Unos Noruegos y un japonés están encaramados en un postes de luz. Desde la punta le pintan de verde y amarillo. Ellos dicen que le pretenden dar un nuevo aspecto a la ciudad.


Yo los miro. El Noruego más pelirrojo, me pide con el dedo en los labios que no diga nada. Acto seguido y apoyado por su propio peso dobla el poste que parece de plástico. El poste se dobla casi a la altura del suelo. Abajo una mujer también rubia, es sorprendida por un beso del rubio.



En un poste cercano, una japonesa se columpia, trata de colocar una pelota de plata sobre la punta del mismo . Utiliza una raqueta de pin pon. Sorprendentemente la pelota nunca cae al suelo. Hace varios intentos hasta que lo logra. Cabe decir que ella está amarrada a más de veinte metros al nivel del suelo.


Original de Alfredo Arrieta
para elpueblodetierra.
Nec spe, nec metu
Estados Unidos Mexicanos.
13 de octubre de 2011.

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