CHANGUITOS, ARAÑAS

CHANGUITOS, ARAÑAS










Sube usted apresurado a unos de los vagones del Metropolitano. Las gentes se apretujan mezclándo sus olores. Les mira las caras, hay rostros diversos, parece que nuestra raza no fue agraciada. Son rostros duros, pensativos, abrumados por las deudas. Caras que reflejan el estado de ánimo de un país completo. No se acaban las penas, y las desgracias y las muertes se van acumulando.


En el convoy viajan estudiantes de escuelas públicas, jóvenes desnutridos, con las caras con jiotes. Cada uno de ellos llevan en su regazo un changuito. Es un animalito pequeñisimo. Los changuitos se aferran a los brazos de los muchachos, otros más enredan sus colas en las piernas de los mismos. Son , los changos como un alma adicional por si los muchachos carecieran de una. El animal les acompañará hasta el día de su deceso.



Le dice a uno que no se lo acerque, teme una mordida furtiva. Los animales por instinto son capaces de morder.


Baja de la misma manera, apresurado, intentando evadir a las personas que no saben caminar. Toda su vida han pasado y ni siquiera han aprendo a caminar por la derecha.

Llega a Balderas, intenta pasar por un retén. El puto policía le dice que solamente las mujeres. Le dice nuevamente al puto policía que no hay letrero que diga que solamente las viejas pasan. El puto policía le dice con prepotencia que para eso le colocaron en esa puerta plástica. Ah¡, un trabajo inútil del puto policía. Gira sobre sus pasos, piensa que no hay ciudadano en el Distrito que quiera a estos putos policías.


Sale de la estación y llega a un departamento, este se sitúa en un barrio en San Luis Potosí. Recuerda que esa ciudad la conoce desde hace mucho. Ahí vivía su tío Rubén.


En uno de los pasillos corren unas arañas. Los que habitan el lugar se aterran de verlas. Usted no les tiene miedo, solo a la mordida de los changos. Es que tiene unos dientes agudos, babosos.


Las arañas suben por las paredes e intentan escapar en todas las direcciones. Usted con su zapato comienza a pisoteárlas. Ellas sucumben y caen despanzurradas. La sangre de los arácnidos se esparce. Luego busca un ´pincel que aparece. Quien sabe de quien es. Comienza a pintar con la sangre animal. Escribe la palabra araña negra, araña, negra.


Son como cien arañas. Todas ellas están despanzurradas. Llega una mujer que dicen es la madrastra de no sabe quién. Ella saca de entre sus ropas una bolsa. Dice que tiene un artefacto que anula a las arañas. Se trepa en un banco y le pide que busque un taladro. Entre mil objetos tirados localiza el que compró en Sears. Es un taládro gringo. Se lo entrega a la madrastra y comienza a hacer un hoyo con la broca más grande.


Luego extrae el artefacto y lo coloca. Este emite un sonido que las personas no captan. Las arañas que salgan al escucharlo, caerán fulminadas. Eso dice la mujer…….


Original de Alfredo Arrieta
Para elpueblodetierra.
Nec spe, nec metu
15 de septiembre de 2011.
Estados Unidos Mexicanos.

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