EL CANTANTE DEL TROPICO, LA MUJER QUE ME CONTÓ.

EL CANTANTE DEL TROPICO, LA MUJER QUE ME CONTÓ.







Son las cuatro de la mañana, desperté porque escuché como sí alguien rasgara un cartón. No tuve más remedio que levantarme no vaya a ser que por la zona se encuentren escondidos en su cubil cabrones de las más baja ralea y llegue la fuerza de la ley a destrozar puertas y candados, a violar la propiedad privada y de paso se lleven tus relojes.

Encontré tirado en el piso a mi gato, se daba vueltas de contento.

Noté que mi cara se encontraba perlada de sudor y un sofoco. Volví para mis adentros y comencé al sueño infinito…….


Un hombre parecido a Oscar Chávez, se encuentra sentado en una silla de mimbre. Lo cubre un techo de paja. El va a ataviado con una camisa blanca que lleva desabotonada.Su pelo, largo tiene la forma de una cola de caballo.

Toma un micrófono y canta una canción que tiene que ver con la alegría y el mar.

Por su parte un grupo de gentes sentados sobre la arena y con las manos en las rodillas escuchaban sus gorgoritos.

Oscar o el que se parecía a Oscar llamó a dos negras gordas, monumentales vestidas de color chedrón. Ellas eran una especie de coro que acompañaban al cantor.


Casi a la mitad de la canción llamó con las manos a todos los presentes para que se incorporaran lentamente a una columna de bailadores.


Una flaca con el porte de cubana criolla me dijo que la acompañara a bailar. Le dije que yo no sabía hacerlo y que tenía una torpeza incontrolable. Fue entonces que ella se subió a mis pies, la tomé por el talle y se dejó llevar. Estaba contenta, también lo estaba yo.


Mas adelante, caminé por una calle tenebrosa de una colonia en la ciudad que se llama Anáhuac. Al pasar entre las gentes pasó mezclado entre estos Fernando. En este tiempo estaba delgado como si tuviera 17. Decidí seguirle y se fue a meter a una vecindad que su pórtico principal se construyó de piedras sueltas y macetas en botes de leche.


Para entrar había dos escalones. Saqué de mi chamarra el ratón inalámbrico y lo dejé en uno de ellos.


Dos niños jugaban y se dejaban caer entre las piedras. El más avisado descubrió el ratón y casi lo toma. Pero no contaba que yo era más rápido. Le dije que era mío. Con una sonrisa amplia me dijo que se lo quería robar. Me dijo que en la vecindad todos eran rateros y que esa era la escuela.



Una mujer que vivía en la entrada al cuarto me dijo que era verdad, ahí todos robaban. Por ejemplo me dijo que una mujer que pasa siempre para arriba se robó unas sábanas. Pero lo chistoso fue que me las devolvió y me dijo que me debería de dar vergüenza por tener cosas tan usadas y que nadie quería comprar. ¿ No las quisiera usar usted?. Quien sabe que humores hayan agarrado y hasta me puedan infectar.


La mujer me dijo que tenía dos hijos y una niña que se llamaba Camerina . Ah¡ igual que mi abuela.

Le hice la notificación de que su hija tendría mucha suerte en la vida porque hay muy pocas Cames en el mundo.

Fernando bajó de entre las piedras. El vivía en un cuartucho de última generación. Me pidió le acompañara por las calles. Estiró la mano para despedirse y se fue……

Original de Alfredo Arrieta
Para elpueblodetierra.
Nec spe, nec metu.
17 de agosto de 2011
Estados Unidos Mexicanos.


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