SILLA, BARRER.

SILLA, BARRER.
































Un poco antes de poder echar el sueño de este viernes, les voy a confesar que traigo un dolor de tatema de aquí hasta allá .La receta es clásica : Chupa limón¡. No, en serio me duele tanto que me dobló. Busco la almohada, logró ver en la pantalla de la tv a Julio Alemán. Este platica sus andares por la vida. Después comentan una imagen: El hombre malo le dice a su mama´que él vió a su padre morir tras de un huizache. Y era un muerto que sudaba. Me dio tanto asco oler un sudor que a nadie sirve. Alermán observa con la mirada que intenta recordar esos tiempos idos.

Habla de sus peripecias: El papá en la película le dice que vaya con el señor determinado para que le lleve una pistola. Luego en el cerro descubre con su mirada aguda a su mejor amigo. Desde ahí le grita que le matará entre risas y juegos. Instantes después su amigo se agarra la barriga con las dos manos y cae al suelo herido de muerte. El baja y lo ve moribundo. Con su cara le dice que lo perdona. Decide que su mano asesina no debe pertenecer a su cuerpo y de un machetazo se la corta. Así se convierte en matón.

Caigo en los extremos del sueño, a veces pienso que me voy a quedar muerto mientras duermo como el perro callejero de Alberto.

Viaja en una silla. Esta no tiene ruedas. Voy en una curva, al lado de esta hay unas casas, parece que ando por Michoacán. No lo sé. Paso con mi vehículo silla y miro a una mujer que me andaba cogiendo hace tiempo. Al verla comienzo a cantar casi igual a como lo hacía Amalia Mendoza:

¡Ay, llorando, llorando nomás estás!
¡Ay, no llores, no llores porque me voy!
¡Ay, llorando, llorando nomás estás!
¡Ay, no llores, no llores porque me voy!



Le meto velocidad a la nave. Bajo como si fuera un vaquero. Curiosamente llegué a lo que fue el cine ópera. Busco una escoba , la encuentro y comienzo a barrer. Mírenme a mí yo tan fino y elegantioso ahora barro la escalinata del cine. Me vale un bledo, Incluso les pido de favor a unos indigentes que salten de su cama. Dos de ellos me obedecen, el tercero se hace pendejo. No me importa y barro encima de él . Entre las cobijas sale su voz y me mienta la madre. Volteo la escoba por el medio, la rompo . Me queda un pico, se lo clavo en la panza. ¡ A mí nadie me mienta la madre Escoria de mierda¡.

Original de Alfredo Arrieta
Para elpueblodetierra.
25 de julio de 2011.
Nec spe, nec metu
Estados Unidos Mexicanos.




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