LYDIA



LYDIA.




Cuando uno llega a este mundo, no se puede imaginar por las que va a pasar, con qué gentes se topará, con cuales diablos habrá de encontrarse.

Lydia lo supo, pero tal vez a sus pocos años no sabía todavía como es que se hace justicia a los hombres de buena voluntad y sí esta de verdad existe.

Ella posiblemente en edad temprana, no consideraba todavía que en la vida hay dos caminos, el bien y el mal. Es posible que muchos miles de kilómetros más allá de las fronteras de nuestro país, se encontrará su verdugo, un libanés quizá, o que también otro de ellos se encontrará cercano o más cercano; qué fuera su compatriota. Sin embargo Lydia no sabría en esas edades tempranas, que los diablos se juntan, afilan sus cuernos, afilan sus tridentes , ellos no lo saben tampoco porque para esos caso también son niños.

Pero estos diablos chiquitos tenderán a crecer y se convertirán en diablos de las ligas mayores, serán empresarios, llegarán a tener en los puños a diversas autoridades . Estos chamucos nacionales y de otros lares entrarán en arreglos con todo tipo de individuos , ¿ qué arreglos ?, Lydia no lo sabe, ella se dedica a la escuela y a las labores sobre la defensa de los derechos humanos.

Otros de esos diablos, un diablo café que según se dice en los medios, empezó casi casi como Benito, durmió en la calle y esos golpes, esas malpasadas de hambre le fueron forjando el carácter, y las maneras de ir escalando en la montaña del estiércol, y sin embarrarse, manos limpias, hasta llegar a gobernar un estado al oriente de México, en donde te puedes comer desde un mole suculento hasta unos chiles en nogada. También te puedes comer procesos judiciales inventados, desde el poder. Lydia se enfrentó y cometió una serie de graves delitos : pensar, escribir, hablar, .

Esto despertó la ira de los que tienen dinero, con el que compran todo: son capaces de adquirir coñitos de indefensas pequeñas, son capaces de comprar la justicia; ¿ hay precio para la justicia ?.

Para estos canallas del dinero, no vale nada nadie , pagan balas de plata se ahogan de alcohol e inhalan polvos, y hay de que quién los descubra, porque ellos compran jueces, con dinero dancing los perros.

Lydia cometió el acto deshonroso de publicar un libro, en donde se dice injuriaba, hasta donde se puede injuriar al puerco del poder. Se le persiguió, por la policía judicial de los camotes, se le encarceló, con el propósito de darle un coscorrón, pero también de paso llevarla dentro de la prisión con el grupo de las locas y las tortilleras.

Lydia ha corrido con suerte, y por suerte la sociedad civil está a la expectativa de su seguridad.

Es importante que se destapen las cloacas,que nos rigen desde el poder político, desde los lodazales del empresario en disfraz, qué vergüenza, vivir en esta patria chueca, de autoridades viles, serviles e hijas de puta.

Como ciudadano debo expresar mi admiración y gratitud a Lydia, que siga por el camino de la verdad, que es la que finalmente nos hará libres. Qué los cerdos sigan en sus chiqueros de oro, comiéndo sus propias heces.


Original de Alfredo Arrieta Ortega.
Gatodelperro2000@yahoo.com.mx
alfredoarrieta@terra.com.mx
México.

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