Cerebros imaginación, sepulcro negro, en las alturas, gradas, elevador peligroso.

Cerebros imaginación, sepulcro negro, en las alturas, gradas, elevador peligroso.




















Paso o cruzo por este patio. Alrededor hay pilares.

Una mujer me pregunta que sí yo soy un cerebro?

A qué te refieres le pregunte?

Sí que sí tú eres un cerebro?

Un cerebro de tiempo completo?

Un cerebro.

En eso pasa otra mujer.

La detiene y le pregunta lo mismo.

Bueno esperen aquí ustedes dos.

La obedezco.

Ahora bien. Ustedes van a contar un cuento. Pero sin usar la imaginación.

Me la pones dura le dije.

Como puedes relatar un cuento sin usar la imaginación?

Por eso les pregunté sí tenían cerebro.

Comienza tú me dijo.

Pongo en juego todas mis capacidades y al decir las primeras palabras me detiene y me dice molesta.

Así no¡

Ahora tú le dice a la chica.

La chica comienza a hablar con gran fluidez. Muy bien. Le propicia tres aplausos. Me mira como diciendo ya viste? Como sí se puede?

Presto voy a una casa. Grito para que salga alguien.

Aparecen dos mujeres morenas. Las conozco pero ellas hacen como que no.

Les digo que ya estoy listo para arreglar el frente de la casa. Ellas me llevan una gelatina verde.

Se meten de nuevo.

El frente de la casa es un sepulcro negro. Tiene una loza de mármol negro. Con flores de laurel en oro. Así como una máscara que muestra satisfacción. Tomo un trapo y comienzo a lavar.

Veo como la mugre se resbala por los lados. Más tarde el sepulcro queda reluciente. Les grito de nuevo. Salen las mismas mujeres. Me ofrecen más gelatina pero ahora es de uva.


Estoy en las alturas. Debo de procurar todas mi habilidades porque de no hacerlo seguro me voy pá abajo. Y no me quiero morir joven y sin haber amado.

Pongo los pies con sumo cuidado. Debo de salir de esta situación. Lo bueno es que traigo mis zapatos Flexi que son antiderrapes..

Cuando logró ponerme a salvo me siento en estas gradas. Las mismas mujeres a las que les limpié el sepulcro y me dieron gelatinas de dos sabores estás sentadas junto a mí. Una de ellas se levanta y va en busca de un perro.

Baja apresuradamente los setenta y dos escalones. Toma al perro de la barriga y sube con él. El perro se sienta a la siniestra de mí.

Por último pretendo subir por este elevador.

Este elevador es un peligro. Al abrirse las puertas no hay nada que te proteja y sí no sabes te vas para abajo. Por ejemplo estos escolapios se quedan quietos al ver que sí dan un paso más caerán.

El elevador no tiene barandal para sujetarse. A quién se le habrá ocurrido está idea?

Un señor alto muy parecido a Agusto Benedico me dice que no hay problema que el ya sabe esta situación y sí no se acerca no pasa nada.


Original de Alfredo Arrieta
Para elpueblodetierra.
Nec spe, nec metu
23 de Marzo de 2015.
Estados Unidos mexicanos.




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