Alambres, angeles enterrados, locutor, Jean Paul Belmondo.

























¡No sé que carajos ando haciendo en este lugar¡


Es un terreno que sube y baja. El lugar está cubierto por unos alambres. Así que no tengo más remedio que irlos evadiendo levantando las piernas y haciéndolo con todo cuidado no sea que alguna de sus puntas me raspe o me corte. Y no es que sea un chillón si no tengo precaución después las molestias o el desagrado serán más grandes. Porque sí me raspo o me corto tendré que limpiarme con alcohol, buscar algodón y ponerme mentriolate. ¿Y dime tú que necesidad tengo de andar pasando por esto?. Y luego sí la herida no cierra me veré en la necesidad de acudir al doctor Este me revisará y me dirá que tiene que ponerme una inyección contra el tétano. Tampoco me acuerdo sí la inyección te la ponen en la nalga o en el brazo. Luego te dejan marca y eso no me agrada. Es por eso que tomo tantas precauciones. No está por demás..

Enfrente de mí está un locutor que ya se murió. Resistió algunos años porque le cambiaron el hígado pero ya se fue al valle de las calacas. Este me mira y al mismo tiempo entrevista a un señor cuya cara se me hace conocida pero no la recuerdo bien a bien. Debe de ser porque en la vida he visto tantos rostros que es difícil tenerlos todos en la memoria.

El locutor me dice que vaya. Yo entre apenado y no por estar atrapado entre tantos alambres le digo que me espere que nomás que salga de ese lío acudo.

Ya pasaron varios minutos y por la suerte que te dá Dios no me paso nada.

El locutor me pregunta que me parecen los obstáculos. Pués a mí me parecen mal. No entiendo la necedad de poner tanta cosa para que uno no pueda pasar o pase con dificultad.

Después me habla sobre el cementerio de ángeles.

¿ Cual cementerio?

Este que está aquí. Me señala una área de dos metros. Hay unos cincuenta ángeles de cuerpo completo y otros que son sólo su cabeza. Este por ejemplo está entero . Incluso sus alas están intactas.
No los vayas a pisar me dice el locutor. No claro que no y me hago a un lado.

¿Y porque hay este cementerio?

Porque los ángeles cuando se mueren se caen del cielo. Yo tengo que recuperar sus cuerpos y posteriormente los entierro.

¿ Usted hizo el cementerio?

Sí yo lo hice…. Humm.




En una pared se encuentra recargado Jean Paul Belmondo. Tiene un pie sobre los ladrillos, viste de verde y usa gorra del mismo tono. Belmondo me mira, le dá una pitada a su cigarro y hace una mueca como diciéndome que no es verdad lo que me dice el locutor…

Original de Alfredo Arrieta
Para elpueblodetierra
Nec spe, nec metu
28 de enero de 2014
Estados Unidos Mexicanos.






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