Susanne




SUZANNE
Leonard Cohen

Suzanne te lleva abajo a sus sitio junto al río
Tú puedes oír pasar los barcos , puedes pasar la noche junto a ella y sabes que ella está medio loca pero eso es lo que quieres estar allí y ella te ofrece té y naranjas que vinieron todo el camino desde China y justo cuando tú quieres decirle que no tienes amor que darle ella te sintoniza en su longitud de onda t deja que el río conteste que tú has sido siempre su amante y tú quieres viajar con ella y tú quieres viajar ciego y tú sabes que ella confiará en ti porque tú has tocado su cuerpo perfecto con tu mente.
Y Jesús fue un marinero cuando caminaba sobre las aguas y pasó mucho tiempo observando desde su solitaria torre de madera y cuando supo seguro que sólo los hombres ahogados podrían verle dijo : “ todos los hombres serán marineros entonces hasta que el mar los libere “”
Pero él mismo fue roto mucho antes de que el cielo se abriera.
Abandonado , casi humano , se hundió bajo tu sabiduría como una piedra y tú quieres viajas con él y tú quieres viajar ciego y piensas que quizás confies en él porque él ha tocado tu cuerpo perfecto con su mente.
Ahora Suzanne te toma de la mano y te conduce al río
Ella lleva ropas viejas y adornos de los estantes del ejército de Salvación y el sol se derrama como miel sobre nuestra señora del puerto y ella te enseña donde mirar entre la basura y las flores
Hay héroes entre las algas
Hay niños en la mañana
Ellos se asoman buscando amor y lo harán así para siempre mientras Suzanne sostenga el espejo y tú quieres viajas con ella y tú quieres viajar ciego y tú sabes que puedes confiar en ella porque ella ha tocado tu cuerpo perfecto con su mente .


SUSANA
Grabación original en 1972 por Jordi 'Toti' Soler
Letra y Música de Leonard Cohen - Adaptación de Josep Maria Andreu
Intérprete : Joan Manuel Serrat.
Versión en catalán .


Susanna té una casa enllà de la ribera.
Us hi porta a sentir l'aigua i les barques, al capvespre.
I la nit amb ella és vostra. És mis boja i això us tempta.
I ella us dóna te i taronges d'unes terres estrangeres.
I tot just aneu a dir-li que no us queda amor per a ella,
de seguida us capta l'ona. Mira el riu i deixa entendre
que ella té un amor per sempre.

I voleu fer el camí amb ella.
I sabeu que ella el fa a cegues.
I sabeu que ella es confia,
que el seu cos es dóna al vostre per no res.

I Jesús, mariner un dia, quan descalç travessà l'aigua,
va passar un temps fent de guaita i va veure que el buscaven
de tants homes uns pocs homes: sols aquells que s'ofegaven.
I va dir: «Des d'ara, els homes
mariners seran i amb barques aniran...».
Però va ofegar-se, ell també, en un capvespre.
Solitari com un home, deixà anar
sobre nosaltres el seu clam.

I el camí que ell fa feu vostre
i voleu seguir-lo a cegues.
Confieu potser per sempre.
L'esperit d'ell mou el vostre com un cos.

I llavors Susanna us porta fins al riu amb la mà estesa.
Al vestit, hi duu les roses i els parracs de les trinxeres,
mentre el sol inunda el fàstic dels monuments de la terra.
I us ensenya a veure coses que no hauríeu sabut veure,
entremig d'escombraries i entremig de flors enceses,
com hi ha herois entre les algues, com hi ha infants que amor no tenen.
I Susanna el mirall desa.

I voleu fer el camí amb ella.
I voleu seguir-la a cegues.
Confieu potser per sempre.
L'esperit seu ella ajusta al vostre cos.


SUSANA

Susana tiene una casa junto al río.
Te lleva a oír el agua y las barcas al atardecer.
Y la noche a su lado es tuya. Está medio loca y eso te atrae.
Y te ofrece té y naranjas de unas tierras lejanas.
Y cuando vas a decirle que no te queda amor para ella,
te capta la onda. Mira el río y deja entrever
que ella tiene un amor para siempre.

Y tú quieres hacer el camino con ella.
Y sabes que ella lo recorre a ciegas.
Y sabes que ella se confía,
que su cuerpo se da al tuyo a cambio de nada.

Y Jesús, marinero un día, cuando descalzo atravesó el agua,
pasó un tiempo observando y vio que le buscaban
de tantos hombres unos pocos hombres: sólo aquellos que se ahogaban.
Y dijo: «Desde ahora, los hombres
marineros serán y con barcas irán...».
Pero se ahogó, él también, en un atardecer.
Solitario como un hombre, lanzó
sobre nosotros su clamor.

Y haces tuyo su camino.
Y quieres seguirlo a ciegas.
Confiáis en él, tal vez para siempre.
Su espíritu mueve el vuestro, como un cuerpo.

Y entonces Susana os lleva de la mano junto al río.
En el vestido, lleva las rosas y los harapos de las trincheras,
mientras el sol inunda el asco de los monumentos de la tierra.
Y te enseña a ver cosas que no habrías sabido ver,
entre las basuras y entre las flores encendidas,
cómo hay héroes entre las algas, cómo hay niños sin amor.
Y Susana el espejo guarda.

Y haces tuyo su camino.
Y quieres seguirlo a ciegas.
Confías en ella, tal vez para siempre.
Su espíritu ajusta a tu cuerpo.

Archivo Alfredo Arrieta Ortega.
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alfredoarrieta@terra.com.mx
México.

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