Pistola Negra, camisas con la manga derecha rasgada, Valdemar dice que no tiene cáncer, Soldados, mar de gente, camas para 80’ niños,mujeres muestran los senos miran por una ventana, sacándole los ojos,caballos, toros y jinetes, la fría se encuentra con uno en un restaurante lo golpeo con una taza en la cara.

Pistola Negra, camisas con la manga derecha rasgada, Valdemar dice que no tiene cáncer, Soldados, mar de gente, camas para 80’ niños,mujeres muestran los senos miran por una ventana, sacándole los ojos,caballos, toros y jinetes, la fría se encuentra con uno en un restaurante lo golpeo con una taza en la cara.






























En las manos traigo una pistola negra. Dos calles arriba se encuentra una persona o más bien un animal.

Voy en su busca.

Lo voy a matar..

En este sueño no recuerdo que es lo que me hizo o qué cosa, pero lo voy a matar.

Camino.

Allá está de pie. Usa chamarra negra y pantalón de mezclilla. Me acerco, el hombre me mira, su semblante palidece, comienza a sudar frio.

Me acerco y sin más le meto tres tiros en la cabeza.

Me dice Valdemar que está contento.

Y eso porqué Valde?

Porque me acaba de decir el doctor que no tengo cáncer.

Esa sí que es una buena noticia le digo.

Lo que no quiero decirle a Valdemar es que el cáncer a él ya no puede dañarlo. Valdemar murió hace años en un hospital de Durango.

El está contento, se le mira en el rostro. Y yo no seré quién lo saque de este estado.

Estas tres camisas que tengo ya quedaron inútiles.

Las tres estás rasgadas de la manga izquierda.

No sé tal vez algún gato cabrón se dedico a destruirlas.

Me pongo una de las camisas. No se ve bien una manga buena y la otra desgarrada. Las tres camisas están inservibles.

Estoy sentado viendo para la calle. Hay una ventana amplia.

A dos calles veo que pasan corriendo soldados, los soldados llevan sus ametralladoras y fusiles de asalto.

Están persiguiendo a alguien.

Otras personas de civil pero con rostros de delincuentes pasan corriendo, También portan armas.

Enfrente de mi cae un helicóptero. El helicóptero es gris azul.

Veo que se asoma un cadáver despanzurrado. Motivado por el impacto.

Les digo a las personas que están conmigo que se escondan.

Un individuo de bigote negro apunta su pistola al ventanal. Parece que le quiere disparar a este niño de once años.

Entonces tomo mi arma y le apunto directamente.

Le digo que ni se atreva porque lo mato.

Se lo dije con tal seguridad que el hampón se arrepintió y se marcho.

Al voltear para saber de la gente un tipo se ha introducido, este lleva también un arma de las poderosas.

Se sienta muy cómodo en este sofá. Le digo que se vaya, que lo están buscando los soldados.

Me dice que no tiene intenciones de irse.

Me apunta con su arma. Parece que me va a disparar.

No le doy tiempo y hago lo mismo. Le apunto, jalo el gatillo pero no salen balas, sólo se escucha un click.

El hombre me dice que para la otra antes de enfrentarme con alguien me asegure de que el arma tiene balas.

No, sí sí tiene cabrón mira; y jaló de nueva cuenta el gatillo, le disparo siete veces hasta vaciárle la carga completa.

El hombre se hace pá atrás. Le sale o brota sangre a chorros. Su camisa blanca ya se mancho.

Llega un gato, se trepa en el muerto y comienza a rasgársela.

Fue el gato¡

Ahora estoy en un estacionamiento.

Voy con Hugo Rendón.

Le digo a Hugo que entre al estacionamiento de esta universidad.

Hugo me hace caso, entramos. Hay cientos de vehículos y de personas.

En este mar de gente Hugo se me pierde. Por más intentos que hago se me pierde.

Camino por todas partes, miro igual y Hugo no esta.

Me regreso. Le pregunto a una mujer con cara de mierda que para dónde está el estacionamiento?

La mujer me dice que sí se sale ya no se puede entrar.

Intento penetrar por este lado pero ya no puedo hacerlo. Hay gente sentada como esperando algo.

Busco la salida y ya casi no hay nadie. De Hugo ni sus luces.

Tengo frío. Y sólo llevo una camisetita.

Acudo a esta casa. Una mujer me muestra varias camas.

Le pregunto la razón por la que no venden las camas en un local?

Preferimos que fuera en una casa me responde.

Pues bien. Necesito unas ochenta camas para niños.

Ochenta camas?

Sí,le pareen muchas..

No claro pero, son para un orfelinato?

No las camas son para mis hijos.

Tiene usted ochenta hijos?

Sí ochenta más uno que viene en camino.

La mujer se sorprende de que yo tenga ochenta hijos.

No es para tanto. Lo que sucede es que soy muy prolífico.

Un grupo de mujeres hermosas se asoman por la ventana. Ellas miran a las personas que van pasando. Todas ellas muestran los senos.

Veo a las mujeres desde adentro y desde afuera.

Son mujeres hermosas que gustan de ver tras las ventanas y al mismo tiempo mostrar sus senos. Que maravilla que las puedo ver…

Sigo dormido.

Voy al encuentro con mi padre.

Mi padre está de pie.

Me llama.

Una vez con él me pregunta que sí ya aprendí a dar lecciones?

Como cuales?

Como la de sacarle los ojos?

Ah sí ya sé.

Entonces me lo demuestras?

Sí.

Llega un hombre.

Es un hombre que ha matado a varios. Desvirgó a unas cuantas y robó a todos los que pudo.

Se para enfrente de mí. Mi padre me mira como diciendo adelante¡

Tomo al sujeto por la cara. Luego le meto el dedo pulgar en la cuenca de los ojos. Se los apachurro. Los ojos se revientan. Les sale un líquido extraño. El tipo se queda sin ojos.

Cae de bruces. Mi padre da dos palmadas y me dice: Muy bien, muy bien. Luego se aleja despacio.



Estoy en un restaurante.

La fría me acompaña. Vamos a cenar.

El problema comienza cuando entra un sujeto de cara gorda. Este viste traje café. Va acompañado de una mujer.

La fría al verlo se pone colorada. Este la descubre y le lanza miradas.

Se acerca y sin más le pasa el brazo por la cintura, luego le acaricia el pelo y le pregunta que sí le gusto la cogida que le puso anoche?

La fría sigue roja no le responde nada.

El individuo se levanta y se va a sentar a una silla.

La mujer que lo acompaña come despreocupadamente.

Sentado abre sus piernas y llama a la fría.

Ella como que quiere y no quiere se levanta para dirigirse a este.

La sigo. Tomo una taza de cerámica. La taza es pesada.

Antes de que la fría se siente en él le sorrajó la taza en plena jeta. Le doy duro, duro. La sangre le fluye. Yo fuera de sí le digo al mismo tiempo que le pego que con un italiano no se debió meter.

El tipo se desmaya . Le di como cincuenta chingadazos.

A un lado hay una mesa con cuadros de pan integral. Los panes tienen miel. Los tomo por completo y se los arrojo en la cara, luego le arrojo café y después le escupo.

A ver sí con esto te quedan ganas cabrón¡

Después amanece…..





Original de Alfredo Arrieta
Para elpueblodetierra.
Nec spe, nec metu
16 de Mayo de 2016.
Estados Unidos Mexicanos.








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