A la salida de Cuernavaca cientos de hombres trepados talan los árboles, carreras de turibús, obras colosales en Morelos, la guera llora, un hombre loco la abraza,le dicen a la guera que es la mujer de todos, me niegan el servicio en un restaurante, destazando un gallo.

A la salida de Cuernavaca cientos de hombres trepados talan los árboles, carreras de turibús, obras colosales en Morelos, la guera llora, un hombre loco la abraza,le dicen a la guera que es la mujer de todos, me niegan el servicio en un restaurante, destazando un gallo.

























Entramos en una zona arbolada. Arbolada hasta hoy porque estoy mirándo que cientos de hombres trepados en las altas ramas se dan a la tarea de talar todos los arboles que encuentran. Las ramas caen y esto es algo que yo no puedo evitar.

Viajo en un turibús. Vamos rápido. A los lados hay veredas por la que también vienen autobuses rojos. Todos se incorporan a la autopista.

Además de los árboles se pueden ver que hay a los lados del camino grandes obras. Es un desarrollo inusitado en este Estado de Morelos. Parece que de un día a otro dejó el tercer mundo y entró de golpe y porrazo a la civilización en grande. Algo está sucediendo en Morelos..Y no sé porqué.


En esta recámara veo a la guera.

La guera tiene el tipo de anglosajona. Una mujer que parece que la conoce le ayuda a arreglarse. La guera trae un vestido guinda, se pone un collar de perlas.

La mujer le dice que no puede comprender como una mujer como ella puede aceptar ser la segunda mujer?

Es que ya lo decidí le responde.
Pués qué te digo es tu vida. Lo que sucede guera es que a ti te gusta ser la mujer de todos¡

La guera llora, sale a un pequeño patio. Un hombre afectado de sus facultades mentales la abraza. Es entonces que yo corro, le quito los brazos, le digo al hombre que está equivocado de mujer. El loco insiste, y la vuelve a abrazar. La guera llora. Recuerda lo que le dijo su amiga que era la mujer de todos.

Ahora camino por una calle de la zona Rosa. Llevo en la espaldas a Montserrat. Montserrat tiene cuatro años. Le digo que la voy a dejar comiendo en el restaurante. Que coma bien y que al rato paso por ella.
Entro al restaurante.

El jefe de meseros es un tipo que le dicen Martinoli. Este al verme me dice que ya no hay servicio para mi.

Y eso porque?

Porque para ti no hay.

Pués entonces te voy a demandar cabrón¡

No me puedes negar el servicio. Si no me estás regalándo nada¡

Te voy a pagar¡

Martinoli me dice que no.

Entonces le escupo los dos chicles que estoy masticando, se los escupó en la cara. El sujeto ya asustado por mi reacción, por mi justa reacción grita que le ayuden. Todos tiemblan..

Tengo sobre esta mesa un gallo. El gallo está desplumado así que se puede ver que está lastimado de un costado. Esto no debe de importarme lo voy a guisar. Y sí acaso nos hiciera daño pués o que nos diera chorrillo iríamos en dado caso al doctor. Pero no podemos desperdiciar la comida. Desperdiciar la comida es pecado mortal .




Original de Alfredo Arrieta
Para elpueblodetierra
Nec spe, nec metu
7 de Mayo de 2016.
Estados Unidos mexicanos.






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