SALMA, SEÑOR SIN PIERNA, PISTOLA AL REVÉS.
























Aunque la fría me insista en que siempre sueño lo mismo no es cierto. Lo que sucede es que ella se pone furiosa  porque no es la protagonista de mis sueños sexuales. Total no siempre se debe de comer arroz.
Me encuentro a Salma  en esa multitud, me llama con la mano. Todavía coloco mi dedo índice en el pecho y le digo: Yooo?. Sí tú..


Camino hacia ella. Me saluda con una abrazos. Después comienza a hablar. Me dice que yo tengo un hermanito.  Me entran las dudas y le pregunto como es tal cosa?.

Sí porque yo tuve un hijo con tu papá.

Pero sí mi papá ya se murió hace muchos años. Eso no importa para el amor y el sexo no importa nada de eso. Bueno sí tú lo dices.

Te busqué de sueño en sueño y ahora que te tengo te  quiero decir que también quiero un hijo tuyo. ¡
 ¿Un hijo mío dices?.

Sí.

No sé que decirle. A mí como que no  me agrada andar echando niños al mundo por aquí y por allá.
 Para no hacerles el cuento largo Salma abre su abrigo . No puedo creer que venga desnuda. Sí son las tres de la tarde. Y en plena calle.

Me abraza y yo pues como soy hombre no puedo decirle que no. Cabe decir que el  calor era tanto que a la primera le entró.

 Después que terminó Salma cerró su abrigo y se fue..


Vi claramente como  entraba a una tienda de abarrotes. Salió un español. Salma tomó una cerveza negra de una pila. Se la bebió de un sorbo. El español la abrazó de la cintura  y se  perdieron de mi vista.

Momentos después Salma  se apareció por una de las ventanas del tercer piso. Me decía con gestos que había pegado lo del niño. También  me mostró una teta.

Estuve cavilando sí había hecho lo correcto. No supe que contestarme.

Miré a lo alto de otro edificio. Ahí estaba de nuevo en un anuncio lumínico. Tenia  la boca pintada de rojo. Salma decía que  esperaba un hijo…

Treinta minutos después y yo en mi lecho de dormir. Vi a un señor que vendía limones de azúcar, palanquetas y dulces de coco. Todos estos dulces  estaban en una mesita de tres patas.

Un señor gordo   y de cara roja se a acercó al vendedor y le reclamó que sus dulces no sabían a nada. El hombre le edijo que eso no era cierto ya que él mismo los va probando mientras los elabora.

Se hicieron de palabras. El gordo  puso los brazos como sí fuera boxeador. El otro también. Después se echaron a reir.

El hombre de los dulces se alejó y fue ahí cuando descubrí que no tenía la pierna izquierda.

Un señor lleva encendido un aparato de audio. Resulta que el aparato es mío. En un descuido se lo robó. Le tocó la espalda y le digo que me regrese el aparato. El hombre me mira y me responde que hasta que termine la canción.

Como soy un hombre paciente esperé y espere.

Otro señor que  está sentado en una butaca le dice que ya estuvo bueno y que me entregue el aparato. El ladrón por respuesta saca un revólver. Pero lo empuña al revés. Le apunta y le dice  que se calme porque sí no responde.

Le digo que  no tiene  porque amenazar a nadie. No es para tanto. El hombre se siente agredido y me apunta también con el arma al revés. Es en ese momento que los dos nos levantamos e intentamos quitarle el arma. No es así. El arma se dispara. Claramente vemos como  se le hace un agujero en el corazón. El hombre queda muerto y con un hilillo de sangre.


Solo resulta que ahora venga el ministerio público y nos acuse de que nosotros lo matamos.
 El se disparó sólo.  Eso es lo que les diremos. Y así fue..


Original de Alfredo Arrieta
Para elpueblodetierra
Nec spe, nec metu
30 de junio de 2013.
Estados Unidos Mexicanos.





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