INCENDIO

INCENDIO






En la parte alta en donde me encontraba se estremeció todo. Las paredes todavía en obra negra comenzaron a romperse como si de mazapanes se tratara. El agua brotaba con gran fuerza de los tubos y sucedía casi de la misma forma en las cañerías que arrojaban agua aderezada con mierda humana.


En una de las habitaciones vivía Luis, un joven drogadicto. Un personaje como hay muchos que muestran un antifaz de decencia y finalmente se les comprueba que son pájaros de cuenta. Por una de las puertas de salida comenzaron a llegar como veinte muchachos. Todos iban al cuarto de Luis. Era probable que tuvieran una fiesta. Los dejé y aún a pesar de que era mi casa lo dejé hacer lo que consideraron.

En los sueños puedes navegar mejor que en un barco. Te subes él y no hay neblina que pueda impedir el viaje….



Hay un Teatro situado en una de las ciudades que algunos las nombran cosmopolita, sin embargo al ir a las tripas de la misma descubres que lo publicitado es sólo maquillaje.


En la parte bonita de la ciudad está el Teatro. En su interior se desarrolla una función folklórica. Aún puedo ver los vestidos coloridos de las bailarinas, sus caras maquilladas de más. Puedo mirar a los bailarines vestidos de charros mexicanos y sus botas lustrosas.



No soy el ser mágico del sueño ni me las gastó de saber el futuro pero sabía por mis informaciones científicas que después de los movimientos telúricos se desatan los incendios.



Abrí la puerta de la habitación de Luis y le dije que salieran de prisa. Todos ellos se encontraban desnudos,ahogados de borrachos . El edificio tenía gritas de más de doce centímetros. Los demás como que entraron en pánico. Les propuse que se calmaran pero para su mal, de los edificios de las construcciones de los lados comenzaron a incendiarse.



A mí no me importaban las amistades del puto Luis. Así que tomé de los brazos a dos niños. Uno era mi hermano y el otro mi hijo.


Subí por escaleras de vigas que los propios albañiles confeccionan. El lugar en vez de ser una obra parecía el hábitat de gente extraña, malvivientes, drogados,putas baratas, pepenadores.



Caminé con los dos chicos, subí y subí hasta donde consideré que las llamas no les alcanzarían. Le dije que se quedaran allí. Que por ninguna causa bajaran. Yo les buscaría más tarde.


En la calle las gentes intentaban salir y otras entrar. Fue un miedo colectivo al saber que morirían en poco tiempo.


Se abrió una puerta . Eran cientos y cientos de almas que intentaban entrar para reconocer a sus propias gentes. Vi entre la multitud rostros conocidos. Sus miradas me preguntaban si yo sabía algo. Les dije que no se preocuparan que los dos niños estaban salvados.


Cuando se disipó la multitud subí de nueva cuenta por las mismas vigas. Los malvivientes de hace horas estaban achicharrados, enjutos…



Cuando llegué al lugar en donde los había dejado intenté buscarlos y mencioné sus nombres. De entre unas cajas sin flejes salieron dos hombres. Intenté reconocerles. Y efectivamente descubrí rasgos y gestos de mi propia familia. Eran los mismos solo que veinticinco años después……

Original de Alfredo Arrieta Ortega
Para elpueblodetierra.
Nec spe, nec metu
Estados Unidos Mexicanos.
13 de febrero de 2012.

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