EL DEME Y SUS HUASTECOS.


Música en las calle.




Hace un poco más de diez horas, usted se encuentra por las calles de la realidad de esta espantosa y a veces odiada ciudad. En la espera de bús que se aparece como si de un diablo se tratase.

Al hacer su enfrenón para que los pasajeros suban, hace su aparición en este teatro de lo absurdo , dos señores.

Uno de ellos lleva en las manos un violín, el otro su guitarra. Ellos no intentan subir para trasportarse, sino que sus deseos no son más que el de ganarse dos o tres pesos que algún tímido escucha les pueda dar.

Así que sin más preámbulo se arrancan con su son y entonan dos de Nicandro el huasteco. Los habitantes momentáneos del trasporte ni se inmutan porque van metidos en sus propias cavilaciones y además porque la riqueza y la cultura que tenemos por todas partes a nadie le interesan.


Al termino de su concierto de dos canciones, usted les da garabateado en un papel su correo y le dice al hombre que hasta ahora sabe que se llama El Deme y sus huastecos o los Tres Hidalguenses que si tienen algo grabado se lo manden y lo subirá a su canal en la red.
El , se baja agradecido por lo que le dijo. Además tocaban bastante bien.
Luego al recapacitar, usted se pregunta porque las gentes de valía, nada valen , y menos en una ciudad donde el desdén y la indiferencia privan.
Al llegar a su destino para hacer el enlace con el metropolitano, la función continua .
Tres individuos sin ojos en sus caras dicen en una atmósfera que cae en lo extraño:

“Si no me quieres te corto la cara . Con una cuchilla de esas de afeitar./ El día de la boda te doy puñaladas, te arranco el ombligo y mato a tu mamá/ “
Se desplazan como si fueran puercos, gordos, sin ojos, sus cuencas vacías, llevan en su manos instrumentos usados, y en el ante brazo un vaso de plástico que es sujetado por un hilo que pende de aquí para allá. .

Ahí los despistados les arrojan discretas monedas, luego se alejan entre apretujones y rostros duros….

Finalizando el viaje en cuanto desaparecen los sapos ciegos, se hace notar un tercero:

Es un hombre delgado, moreno, parece que es de la costa Tabasqueña. El tampoco tiene ojos solo quedan los rastros de unos ombligos retorcidos. También porta un envase, este es de lámina, así que cuando caen las monedas, hacen ruidos de campanas.

El nos trae una nueva : Dice en una especie de sonidos guturales:
Oye ye la historia que contome un día ,/
el viejo enterrador de la comarca /. Con lo que gusten cooperar urrrr.
Era un amante que por suerte impía ,/ Con lo que gusten dar urrrrr.
Su dulce bien le arrebato la parca ./ Con lo que gusten coperar urrrr.
Todas las noches iba al cementerio ./ Dios los bendiga urrr.
A visitar la tumba de su hermosa ./ Que Dios los lleve con él urrrr.
La gente murmuraba con misterio ./ Una cooperación urrrrr.
Es un muerto escapado de la fosa ,./Por favor una moneda urrr.

Así que cansado de sus pinches gruñidos decidió usted seguir por su cuenta:
/En una horrenda noche hizo pedazos ,
el mármol de la tumba abandonada ,
cavó la tierra y se llevó en sus brazos
el rigido esqueleto de su amada ./…..


Original de Alfredo Arrieta
Para elpueblodetierra.
Nec spe, nec metu,
07 de Abril de 2010.
Estados Unidos Mexicanos.

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