RUINAS



RUINAS


Es una tarde de noviembre y aún hace calor. Es raro porque para estas fechas en el norte del continente ya hay tormentas . Usted se encuentra a punto de salir. Mira al exterior y siente el halo de una temperatura de 30 grados.
Piensa que es posible que por el abuso del hombre hacia todo, ya le partió la madre también al clima.

Se encuentra a punto de poner sus pies sobre la calle sucia, siempre está sucia. Cada vez que sus ojos descubren una bolsa con desperdicios le mienta la madre al gobernador en turno.

Cierra la puerta de su pequeño cuarto cuando se le apersonas dos hombres de aspecto indígena pero ya habituados a las maneras de ser de las personas viles.

Le dicen sus lenguajes ocultos que debe de tener ciudado. Ellos se comunican entre si y hablan un idioma que usted no ha escuchado. Es probable que sea una de las muchas maneras que hay de hablar. Después de su extrañeza, le dicen que si los puede acompañar. Dicen que solo usted puede ayudarles. Cierra los ojos y por un momento decide si va o no.
No sabe ni porque pero los acompaña. En la calle sucia, asi se debería llamar, se encuentran a la espera de que llegue algún transporte. Ninguno habla de más. Usted saca sus cigarros, busca un cerillo, le acerca la lumbre y da una fumada intensa.
Al poco rato se pueden ver las luces de un trolebús nuevo. El que conduce es un señor de canas, usa camisa corta, y se llama Felipe.

Los tres buscan lugar, el transporte va casi vacio. Por el lado izquierdo se aproxima otro autobús y con la dulzura reflejada en su rostro, el otro conductor vira a la derecha. Los gigantes chocan de costado. Sus vidrios estallan y uno de ellos sale en dirección a la cara del indígena. Se pasa la mano y descubre una cortada. El conductor canoso les grita que guarden su boleto porque el gobierno de la ciudad les pagará los daños. Usted se levanta y les dice a sus acompañantes que se vayan. Aquí, la mentira es tan natural como cuando las uñas crecen.

Se detienen en un edificio de más de cien años. Se encuentra en el abandono. Hay gente precaria, en las esquinas duermen vagos, borrachos, putas despintadas.Hay además tres perros echos bola para darse calor, una pila de leños, botes vacios, y plantas secas.
Los indígenas intentan subir al piso dos pero no hay escalera.Asi que buscan una soga, la arrojan a una viga que sobre sale y suben con el esfuerzo de sus manos.
Le piden a usted que también lo haga. Asi lo ejecuta y al poco rato ya se encuentra con ellos.

Otros hombres están aventando al vacio las pertenencias de los muchachos. Su ropa, algunos sombreros, una fotografía de sus padres indios, vasos grabados, una camara fotográfica descompuesta, listones para el pelo y cuatro pantalones.
Ellos muestran malestar porque los están arrojando de su cubil. Usted se acerca y los individuos acompañados por uno vestido con un traje mal hecho le dice que son la autoridad.

Sabiendo la realidad, mira la sombra de estos , extrae su pene y se mea en ellos.
Baja por la soga, y abajo levanta su mano, se despide de los aporreados y entra al edificio de enfrente.

Una mujer con lentes y un vestido de los años sesenta le dice que si quiere le puede regalar unos libreros que están por quitar de ese lugar. Es que lo van a remodelar y el señor ya no quiere nada de lo que aquí se encuentra.
Le pregunta por lo que van a tirar y ella le muestra una larga fila de libreros tallados a mano.

Usted se decide por el más acabado y le dice que si no hay problema de llevárselo. La mujer le dice que no. Que el licenciado cuando da una orden todos le obedecen.
Al salir del sitio, descubre en una habitación que es en realidad una oficina. En un extremo y detrás del escritorio se encuentra Ernesto. El fue presidente de este país. Lo primero que usted descubre es que su pelo ya no es negro. Ernesto lo ve y le dice que si ya se llevo el librero. Usted le reponde solamente con la cabeza. Acto seguido Ernesto emite una leve sonrisa. Aquí todos son unos lambiscones .lo único que hace valer al hombre es el poder político y el dinero por supuesto. Lo demás son patrañas. El mejor amigo es un peso en la bolsa. Los demás son aduladores, hipócritas. A ver, dime . ¿Quien se acuerda de mí?. Usted le intentó decir que mucha gente lo recuerda. ¿Si pero bien?.
Ernesto abrió un cajón , sacó un puro. Este me lo regalaron en Cuba. ¿ Usted fuma?. Le aceptó el tabaco e inhalaron largo tiempo. Aquí todos son ingratos decía al mismo tiempo que acariciaba a su blanco gato…

Original de Alfredo Arrieta
Para elpueblodetierra
Para elpueblodeletras.
Nec spe, nec metu
07 octubre de 2009
Estados Unidos Mexicanos

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