Restaurante,Carlos Hank, Patricia.

Restaurante,Carlos Hank, Patricia.




























Son como las doce del día. Esto esperando que llegue la mesera para pedirle algo que comer. Me acompaña quién ya sabes, con sus vestido de seda, en tonos cafés, su pelo bien cepillado,la cara reluciente. Es un sol ¡
Hablamos de cosas que pueden ser intrascendentes, el caso es conversar. Un hombre sentado a nuestro lado me mira, me mira con insistencia. Como que me quiero acordar de él pero no preciso su nombre.
Este se levanta y me saluda. Entonces como en un chispazo le pregunto que sí el hizo conmigo la preparatoria?

Si sí hice la preparatoria contigo.

Es un hecho y lo acepto.

Nos dice que a pesar de que terminó la escuela no ha podido encontrar un empleo de acuerdo a lo que el aspira.
Mi mujer se interesa y le pide que le envié sus datos. Este escribe sobre un periódico su correo electrónico y le agradece. Debo admitirlo . En este sueño me dieron celos de este. Esas sonrisas, esas miradas, me hicieron enojar.

El hombre se despide y sale del lugar.

Que amable es tu amigo me dice mi mujer.

No es mi amigo.

Pero parece que sí te conoce.

Es posible que me conozca pero no es mi amigo.

Ya te enojaste Alfredo.

Algo hay de eso. Se hace un silencio….

Después le digo que este tipo no hizo conmigo la preparatoria. A ese lo conocí en el gobierno. Pero nunca fue mi amigo. Lo único que recuerdo de él es que una vez fuimos a Tlatelolco, íbamos varios y veníamos de una comida. Una mujer que tenía un problema en el pie nos invitó a seguirla y fuimos. Incluso ahí cante dos o tres canciones. Todos se quedaron estupefactos porque no sabían que yo cantara.

Después tocaron a la puerta y era este tipo. Llevaba una manga de su traje arrancada. Porque argumentó que se había peleado con uno en el elvador. No supe las razones de su pelea. Pero te recalco. No hizo conmigo la preparatoria conmigo ni es mi amigo. Mi mujer no dijo nada. Sólo despedazó el periódico enfrente de mi. Eso fue todo.

Me informan que ando en Tijuana. Estoy en el hipódromo. Veo con nitidez como corren los caballos. El local tiene acabados de lujo. Las butacas son rojas. Hay un nutrido grupo de personas que apuestan. Yo quisiera apostar aunque sean diez dólares pero no traigo en este momento del sueño. Busco en mis bolsillos y ando bruja.



Sentados con unos aditamentos en la cabeza puedo ver a Carlos Hank, y a otro Carlos. Tienen los dos colocados unos lentes gruesos que dicen amplifican las imágenes. Esto sirve para que no te canses de la visión. Les veo divertidos. Carlos me descubre entre la gente y me dice ven. Camino hacia ellos, tomo un lugar. Carlos me ofrece palomitas. Me dice que sí ya aposté. No traigo dinero Carlos le respondo. Carlos se ríe y me dice: no te preocupes Alfredo yo te presto.

Sólo necesito diez dólares.

Carlos busca en su cartera y me entrega el dinero. Busco en una lista. No se ni puta madre de apostar a los caballos, menos a los galgos. Carlos me señala con su dedo que le apueste al número siete. Le marco y me voy a la caja. Le digo al individuo que quiero apostar diez dólares al caballo número siete. No dice nada, me pide el dinero, se escucha un sonido electrónico, sale un papel y me lo entrega.

Regreso. Los Carlos ya no están. Me paro delante del vidrio. Los caballos corren como diablos. El caballo ganador cruza la meta. Gané, gane ¡.

Patricia me dice que necesita ir a la casa de Mixcoac. Y eso pa que?

Debo ir próximamente. Voy a hablar con la abuela. Pero la abuela ya se murió Patricia. Sí ya lo sé pero de todos modos debo de ir. Bueno como quieras. Si ese es tu deseo pues ve….


Original de Alfredo Arrieta
Para elpueblodetierra.
Nec spe, nec metu
11 de Septiembre de 2014.
Estados Unidos Mexicanos.







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