libros de historia, arboles libro enorme, cabeza de granola, bicicletas, magueyales en las barrancas.

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Acudo a un librería. Le explico al dependiente que ando en busca de un libro que hable sobre la conquista de México. Me responde que hay varios. Se agacha debajo de un estante y me muestra uno con terminaciones finas. Pienso que este ejemplar debe de ser costoso. Sí, así es.


Bueno que pretendo uno que diga lo mismo pero que tenga menos valor. No me interesa la presentación sino el contenido.

Se vuelve a agachar y me muestra uno que se está deshojando. ¿Le pregunto a Lizbeth que en este caso es la experta que opina?. Lizbeth me mira con sus ojos verdes y me dice que ese está bueno.
Entonces nos lo llevamos. ¿ Cuanto cuesta ?. El hombre se aleja y va a preguntar el precio a una mujer que mira unos papeles. Ella le dice que el libro vale doscientos cincuenta pesos.
Espero la respuesta aunque ya la escuche. Saco de mi bolsillo y le pago. El hombre abre el libro y me muestra la primera fotografía. Es la de una mujer vestida de negro que porta un bastón horrible y muestra una mirada autoritaria.

Ella, nos dice que terminó de escribir el libro. Quién lo comenzó falleció antes. Le propusieron lo continuara y así lo hizo.

Cierra el ejemplar y, lo introduce en una bolsa y nos lo entrega.

Al llegar a casa abro el libro. Miro de nuevo la fotografía de la mujer vestida de negro. Se forma una espiral y acto seguido se me apersona la señora. ¿Me pregunta que sí estoy de acuerdo en que ella hubiera terminado el libro de Hernán Cortés. Si claro. La mujer me escudriña. Tiene la mirada penetrante como les digo y es impositiva. Esta cabrona debió haber tenido un carácter de los mil diablos le digo a Lizbeth. Ella me dice que así parece.

Ahora camino por un parque. Es otoño.En la mano izquierda llevo una escoba. En la otra un teléfono. Miro unos árboles en cruz tan hermosos que decido fotografiarlos. Le pido a uno que pasa que me detenga la escoba. Tomo la imagen. La veo al instante. Muy bien, perfecta. Se la muestro al tipo que me detuvo la escoba. ¿ Que miras aquí? Le pregunto. El tipo me dice que unos árboles. Eso es Dios. Si, es Dios.. Ah ¡.

Voy manejando un carro. Veo el alto y me detengo.

Me paso de las rayas blancas y me echo pá atrás. En esa acción le apachurro el pie a un agente de tránsito. Se acerca y me dice que ya me chingué. No veo porque le digo. Porque me pisaste el pie.
¿Y cómo puedo resolver esto? Con dinero ?. No. Con unos golpes. Acto seguido me pega en las piernas. Con eso estoy servido. Y se va.

Entramos a un calle angosta. Conmigo va Andrés. En la esquina hay dos tipos. Sus rostros denotan que son delincuentes, eso es. Al pasar uno de ellos le grita a Andrés que tiene cabeza de granola. No entendí de dónde sacó tal afirmación. Andrés me pide detenga el carro. Le hago caso. Andrés se baja, saca una pistola y sin más le mete un balazo en la cabeza. Andrés regresa y me dice vámos. Y porque tan radical ¿. Porque a mí nadie me dice cabeza de granola. Como quieras.

En una cuesta empinada va el Tony. Va manejando una bicicleta. Le digo que no se acerque a la orilla porque se irá al abismo. Y eso que importa me responde. Como que qué importa Te puedes matar. Ya estoy muerto y se rie.

Tony se detiene y quiero que yo maneje la bicla. Me subo. Tengo que librar unos magueyales. Debo evitar que sus espinas me puedan pinchar. No lo logro. Una ramas me cortan. Aquí traigo las rasgadas. ¡ Miren ¡.


Original de Alfredo Arrieta
Paraelpueblodetierra.
Nec spe, nec metu
25 de abril de 2004
Estados Unidos Mexicanos.






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