León de melena negra, pared de pan, resbaladilla, puente peatonal.

León de melena negra, pared de pan, resbaladilla, puente peatonal.
























Encontrábame yo en una jaula. De pronto así me vi. Miré alrededor buscando una salida. Por muy flaco que estuviera sería imposible. Los barrotes de esta jaula están muy juntos y no cabe ni una lagartija. Fui a la puerta y descrubrí que el cerrojo tenía un candado de los grandotes. No traigo ninguna herramienta y tampoco puedo hacer fuerzas para intentar abrirlo les digo que no caben ni mis manos.

Inclinado como estoy siento que algo roza mis piernas. Es un león de melena negra. El león se detiene, me mira con unos ojos de vidrio, amarillos y profundos. Pienso que no debo de moverme, estos gatos se lanzan contra todo lo que se mueva. El león se va a la otra esquina y me sigue observando. Se echa. Tengo que salir a como de lugar. El león comienza a gruñir. Subo despacio por los barrotes haciéndola de equilibrista. El león se levanta y más rápido que una flecha me tira una mordida. Me muerde la pierna. Estoy situado en la parte alta de la jaula. El león brinca y extiende sus dos garras. De mi pierna caen gotas de sangre. El león abre su hocico, le gusta mi sangre. Eso le da más ganas para querer comerme. El león sigue brincando y lanza zarpazos, siento que sus largas uñas pasan rozando por mi camisa. Animas que no me coma.


Como sí fuera una maldición siempre trabajo en los sueños. Es que mi mente es muy activa y esta no fue la excepción.

Estoy parado enfrente de una pared. Me digo que necesita un arreglo. Me acuerdo que los yeseros antiguamente colocaban unos adornos con figuras diversas tales como flores, estrellas.
Pienso que sí hago lo mismo con esta pared quedaría muy bien.

La pared no es muy grande. Debe de medir unos dos por tres.

Comienzo por la parte alta. Cada diez centímetros aproximadamente voy colocando unas figuras de pan. Por la parte trasera de cada pan le unto un poco de yeso y luego lo voy pegándo.
Pasó toda la noche. Se abre la puerta y entra un sujeto güero. ¿Le pido que me dé su opinión sobre como me quedó la pared?.
¿El sujeto la mira detenidamente y me pregunta que sí es arte?.

¿Tú dime lo que piensas?.

Que está muy gacha. Luego se va.

Me siento frustrado. Todos mis sueños han sido ninguneados. A nadie le gustan.

Así van entrando y entrando gentes. A todos les pregunto y la respuesta es similar.

Como no tengo otra me acerco a la pared y comienzo a mordisquear cada pan.

Con la barriga llena y el corazón deshecho me siento en una cama.

Entra un gringa flaca y observa la pared. Se quita un sombrero que lleva una flor y me pregunta por el artista. Sepa le digo yo.

Sí sabe de él me lo felicita. Nunca había visto nada igual. Sí nada igual….

Nunca me había sentido tan tonto.

Conocía perfectamente la escalera de subida y de bajada. Esa escalera está aquí desde que hicieron este edificio en Tacubaya. Subí cientos de veces por la misma. Ahora me sucede esto por Dios.
Estoy en la azotea. Quiero y debo de bajar. Veo una escalera angosta que más bien parece trampa para ratones. Pues bien. Me introduzco en ella y quedo atrapado. Sale una mujer de pelo largo y desordenado. ¿Se acerca y me pregunta que hago ahí?. Pues me quede atorado. ¿ Y ahora cómo va usted a salir?. Eso intento. Por favor ayúdeme se me salió el zapato tenis. La mujer recoge el zapato y me lo pone. Me pregunta: ¿Quiere que se lo amarre?. Sí por favor. Toma mi pie y ata la agujeta. Me dice que una de las maneras de que yo pueda salir de esa trampa es que me unte manteca de cerdo. Pero resulta que en este momento no tengo ese tipo de porducto. No se preocupe yo voy por ella. La mujer se va.

Entra a la carnicería. Le pide al señor medio kilo de manteca de cerdo. Pus ni modo que manteca de res ja, ja, ja le dice un hombre de bata blanca. No se esté burlando de mí le dice la mujer de pelo desordenado. No como cree Carmelita. Lo que pasa es que no quiero que se me vaya a poner gordita con tanta manteca. No es para mí le dice. Es para untarse a un señor. El carnicero abre los ojos y se imagina la escena. Como diga Carmelita . La manteca puede servir para muchas cosas.

Carmelita regresa.

Aquí está la manteca. Sí gracias. Se la voy a untar por todo el cuerpo. Haga usted un esfuerzo por quitarse toda la ropa. Sí sí, claro..

Como pude me desnudé.La señorita me embadurno por todas partes. Era tanta la cantidad que me puso que hasta brillaba. Cuando hubo de terminar me dijo que intentara deslizarme para atrás y para adelante. Pués qué creen?. La manteca surtió efecto y que comienzo a resbalarme. Carmelita aplaudía de gusto. Salí un poco atolondrado pero salí. Para la otra fíjese por donde se mete. Ande usted ahora métase a bañar huele a puerco. Sí gracias Carmelita es usted un ángel. Y carmelita me salvo.

Una niña parecida a mi sobrina me dice que va a subir por el puente peatonal.Decido acompañarla. Pasa un policía norteamericano en una bicicleta de ruedas blancas. Mi sobrina sube los escalones de dos en dos. Yo voy detrás.

En la parte alta del puente va un pepenador. El pepenador lleva un costal y una barba de tres meses. A estos no les importa nada.
A veces pienso que debería hacer lo mismo. Buscarme un perro, agenciarme un costal y salir a caminar..


Original de Alfredo Arrieta
Para elpueblodetierra
Nec spe, nec metu
23 de abril de 2014.
Estados Unidos Méxicanos.




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