ROBERTO DARVIN. cantor de aqui...



Roberto Darvin / Cantor de aquí

La música popular, la verdadera, inevitablemente va deshilachando a sus autores en un bendito anonimato, entretejiéndose al universo de la calle, haciéndose tapiz con lo cotidiano. Con la vida misma.
Quiso esa vida que un día Roberto Darvin se fuera con su música a otra parte, a otras muchas partes del mundo y anduviera lejos varios años, demasiados como para los uruguayos de las nuevas generaciones conservasen la memoria de su nombre - eternamente mal escrito por otra parte - como sí conservaban, incorporando a ese universo de la calle, cantando y festejando: "Jacinto Vera, Jacinto Vera... barrio de veras, Jacinto Vera..."

De toda la generación de músicos que aparecieron a fines de los sesenta en los mediodías de Discodromo, Roberto se desmascaraba nítidamente como un artista maduro, brillante guitarrista, excelente y expresivo cantor, fino y original compositor. Su música de entonces quedó en la memoria y en un viejo pero absolutamente actual disco del sello Macondo, hoy día practicamente inencontrable. Precisamente los versos de Paul Elaurd que anteceden estas palabras, proceden de la contracarátula de ese primer, pero ya entonces, definitivo disco. Recostado en sones caribeños, apoyado allá en la poesía del cubano Nicolás Guillén o Martí, aquí en los versos sencillos de Yamandú Beovide, o en su propia poesía, Darvin pintaba sones, candombes, murgas y milongones con belleza y autoridad. La misma hermosa autoridad que paseó por los más importantes escenarios de Europa y América y que un día - por suerte - lo trajeron de vuelta al pago.

Fué entonces que nos hicimos amigos. Tomamos vino bajo la parra y miramos de reojo los chiles jalapeños que se trajo de México y crecen entre sus tomates allá en el Pinar. Se trajo también, además de sus sones y sus guitarras, a Paris en el corazón, a Patato Valdéz, a Bobby Mc Ferrin, a B. B. King, a Oscar Peterson y las diferencias entre el contrabajo de Orsted-Pedersen y el tumbao de Cachao. Se asombra con la forma de tocar la guitarra de Stanley Jordan y conversa y sabe de guitarras, trasmallos con corvinas posibles y de las otras, quesos y tangram. Y por sobre todo, hace, como siempre lo que mejor sabe: la música. Como ésta que hoy suena entre nosotros, simple y contundente. Guitarras "de palo", guitarrón, voces y tambores: "Calle Yacaré, calle Yacaré, no la conocía, se la presenté..." y detrás de esa pintura, aguda, tierna, certera, también está Roberto Darvin, uno de los artistas mayores de este país, músico, poeta, fino cantante, increible guitarrista. ¿No lo conocía? Se lo presenté.

Rodolfo Fuentes.

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