TOCATA Y FUGA




TOCATA Y FUGA

Hace Serrat camino al andar ´

LO CLASICO DE SERRAT POR PRIMERA VEZ EN COMPACT DISC.

Por Andrés Tapia



Es la historia de España, al menos una parte de la historia; un contrapunto en el tiempo que sigue hallando eco en los umbrales de la posmodernidad. Y ya ha pasado tanto.

Soñador de pelo largo, catalán de vena, español al cabo, líder de aquellos ilusos que planeaban las revoluciones en la cafetería de una Universidad cualquiera, que se cuelgan al hombro una guitarra y persiguen la tarde con el sol a cuestas.

Definir a Serrat equivale a leer el Quijote de un tirón, en una noche. Aún de ser posible, la memoria difícilmente alcanza. Mucho menos unas cuantas líneas.

Hijo de lo que para él y para muchos más fue una dictadura.
Joan Manuel Serrat aún guarda parte de la aversión que le profesase a Francisco Franco en los tiempos en que - se rumoraba- la libertad en España no era un derecho natural, sino el privilegio de unos cuantos.
Imperaba, pués la ley de la mili, el garrote vil y las persecuciones políticas, símbolos gallardos del franquismo que propiciaron el destierro- si es que la suerte así lo quería y era benévola- de poetas, peluqueros, escritores, sátrapas y gamberros.
Empero, tal ostracismo dejó vestigios en la iberia: libros repletos de prosa rebelde e iconoclasta, poemas dolientes saturados del pus del olvido y textos informes de retórica revolucionaria que no fueron alcanzados por las llamas de una sociedad que , hoy sabemos, Ray Bradbury no inventó.
Al amparo de la nimiedad de aquellas letras y la influencia de unas 45 revoluciones por minuto de Bob Dylan, Serrat hizo suyo el estandarte de los españoles a quienes el absolutismo del generalísimo maltrato.
Entonces, armado con una valenciana de caoba pura y los primeros cinco o seis versos estructurados a partir de dos o tres vocablos, Joan Manuel Serrat se volvió Quijote de su tiempo, de su gente y de algunos más que no pertenecían ni al primero ni a la segunda.







Al igual que el personaje de Cervantes , Serrat fue desde siempre un tipo con una triste figura: aires provincianos, expresión austera, melancolía en la mirada, rabia en el alma y sueños indescifrables fluyendo cual sangre en las arterias de su espíritu.

Fue Joan Manuel caballero protagonista de historias comunes que, hasta entonces, nadie pudo expresar. A cuántos adolescentes ´posmo ´no les vino al dedo aquello de “ ese por quién sueña su hija, ese ladrón que os desvalija de su amor soy yo, señora”.
Charlatán encantador de los versos de otros, que cometió la osadía de inventarles sonidos dándoles así a Euterpe, musa de la poesía lírica y la música, , un espacio vanguardista en el cosmos de las artes.

Cuánta razón tenía Machado al decir que hay una España que muere y otra que bosteza. Pero en voz de Serrat hubo una más que no se tiró a dormir la mona ni se abandonó a su suerte. Esa España nació a la modernidad y marcó nuevamente la pauta en la sinfonía búsqueda de la realidad iberoamericana.

Y si hace camino al andar ¡ Vaya pues que Serrat lo ha hecho ¡ pero en la certeza de que a toro pasado, mejor dicho, que al volver la mirada se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar.
En alguno de esos senderos cayó Miguel Hernández, el poeta, el pastor, alimentando de suyo la pasión de Joan Manuel por recoger las palabras de otros y volverlas casi suyas. Murió Miguel en prisión, ahí donde se supo nadie se acordaría de él, de su pensamiento, de su poesía, Joan Manuel sí.

Era un poco la tarea del sepulturero: darle un soplo de vida, una pizca de maquillaje, un abrazo de despedida a los muertos, a los caídos. Ha querido la ventura que los versos de Machado y Hernández estén a buen resguardo en la memoria popular.

Muchos más más fueron sepultados, hasta que le tocó el turno a quien Joaquín Sabina llamó “ el sepulturero mayor”. Franco cayó, y con él la dictadura. Ese día nació la otra España, la de la heroína y las anfetaminas, la de la movida y el rock and roll, la de la monarquía republicana y socialista.

Hubo, sí , tiempo para acordarse de Serrat, para recordar al pionero, pero los deseos y afanes ya eran distintos : había nuevos héroes y también nuevos tiranos, nuevas modas y nuevos pelo- largos.

Esa España tuvo muchos nombres: Felipe González, Dalí, Mecano, Radio Futura, Juan Carlos, Sofía. Elena, Partido Socialista Obrero Español, Olé Olé, Joaquín Sabina, ETA, SIDA, y tantos y tantos.

No fue posible, por de pronto, mentar a Serrat quién de seguro cantaba “ gloria a Dios en las alturas recogieron las basuras de mi calle, ayer, a oscuras”. Fuera de moda anacrónico, hubo de archivarse en los anaqueles de una historia divertida, gloriosa, melancólica y contradictoria : la de España.

Hoy , por culpa de los extraños y perversos caminos de marketing. Serrat aparece reeditado y remasterizado en compact disc. Quién lo diría, el tío aquél de la guitarra y los sueños en la piel compitiendo codo a codo con el heavy, de los Héroes del Silencio, los senos de Martha Sánchez, las locuras de Almodóvar, el Canto Gregoriano y los devaneos de Victoria Abril.

Sea como fuere- y es- Joan Manuel Serrta ha sido liberado de su ostracsmo por causa y culpa de la EMI para beneplácito de los revolucionarios y nostálgicos, asombro de los TVespañolitos ( léase clasemedieros ) e indiferencia de las nuevas generaciones que andan siguiedo todavía la “ ruta del bacalao”

Personalmente todo esto me causa gusto, yo conocí a Serrat siendo un mozalbete, y aunque aprendí en la guitarra alguna de sus canciones, la adolescencia y sus avatares me quitaron mucho del tiempo necesario para conocerlo a fondo.

Pero comprendí y entendí que bien se puede ser casi un beso del infierno y seguir siendo, como Serrat, beso al fin.



Jueves 22 de septiembre de 1994, REFORMA/GENTE 3 D.


MATERIAL DE ARCHIVO DE ALFREDO ARRIETA ORTEGA.

MEXICO.

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