QUIZA PORQUE MI NIÑEZ
QUIZAS PORQUE MI NIÑEZ.
Cuántas emociones nos supo traer ese año de 1971 de cuando me asomé a las calles llorando, después de que recibí un golpe de piedra sobre la espalda. Mi enojo llegó al límite y dentro de mi adolescencia, decidí zafarme del yugo de quién me explotaba en las duras jornadas de trabajar en la obra, acarreando agua, cargando costales de yeso, mientras mis manos se ajaban debido a esos materiales calinos. ( Ahora que veo Cuéntame por canal 22, y veo a Tony trabajar como paleta, me descubró y recuerdo lo duro de esos tiempos ) . Salí muy enojado y lloroso sobre esas calles de la Avenida Cuauthémoc, donde se construía un nuevo hospital que a la postre, años más tarde la natura decidió tirarlo.
Caminé toda la santa tarde por las diferentes calles del México de ayer. Caminé con los “ zapatos horadados y la ropa llena de polvo”. Mis 16 se supieron perder por todas esas calles de todos los sitios.
Pasé por parques, deambulé perdido. Mi ruta estaba decidida, mi suerte estaba echada. Descubrí las vías del ferrocatren, sus durmientes en escalera. Dí varios pasos a la manera de quién juega al avión; un, dos , tres, un , dos tres....
Las horas pasaron, se hizo la tarde y ya preocupado pregunté a un transeúnte sobre la mejor forma de llegar por los rumbos del sur. Estás equivocado, niño, el sur queda en el sur.¡ y tú vas en dirección al norte. Volví la espalda y continué de regreso, hacia la libertad de la casa de mi abuela con sus plantas y macetones, con sus helechos y su árbol de pirul.
Doblé por las mejores direcciones de donde estaba situado el manicomio, bajé su puente, llegué cansado, y Arciniega número 5 me recibió generoso.
Toqué la puerta y con agrado descubrí la cara angulosa de mi tío Lalo. Enérgicamente desdobló la cadena sujeta al portón y me dio paso a una nueva vida.
Mi abuela leía el Excelsior, llevaba colocada en la mano una pulsera que según decía servía para las reumas. ¿ Qué haces por aquí hijo, me dijo preocupada. Le solicité asilo y con el amor de las abuelas me dio un abrazo y dispuso que durmiese en el cuarto de Fernando.
Ese cuarto, era precisamente el cuarto dónde algunos años atrás nació Fernando, aquél flaco de cara blanca y de pelo negro que era mi hermano.
Me dieron un catre que se doblaba por las mañanas para hacer espacio. Allí tenían otras dos camas, una de Beto que se fue a los Estados Unidos y jamás volvió, otra de Fernando que era en verdad un columpio, con tres colchones de borra usados, como una hamaca, allí dormía Fernando.
Fernando era un vago por esos tiempos, tocaba la guitarra, tocaba el piano. Nunca estaba, y cuando estaba se ponía a pintar las paredes de nuestro cuarto con leyendas de los ídolos aglosajones.
Una vez me encontraba descansando sobre la tapia del jardín al filo de las cuatro y diez, cuando de momento se estacionó un viejo coche marca Dodge del modelo 43, era un carro boludo, por lo redondo, llevaba una palanca colocada al piso, al volante se encontraba Toño Menéndez, que era a su vez amigo de Herman y Lalo, preguntó por ellos, les dije que no estaban. Ellos eran versátiles y tenían muchos amigos.
Toño Menéndez echó mano a la primera y antes de salir destapado lo contuve para decirle que si él trabajaba en El Palacio de Bellas Artes, su respuesta fue afirmativa. Le dije que si podía invitarme alguna vez, dijo que sí. ¡ ´Paso por ti a las siete. ¿ qué ropa debo llevar?. La que quieras..
Nos desplazámos por Viaducto Piedad a la velocidad que entonces se podía, llegamos al recinto de mármol, entramos y allí miré por primera vez al Juanito de Barcelona, al noi de Poble Sec, yo no sabía bien a bien quién era, pero lo escuché en silencio, me impacté al escuchar esa voz que dicen se llama de pie quebrado, es decir que es una voz que tiene un cierto vibrato y hace parecer al que escucha que está rezando:
“ Quizás porque mi niñez sigue jugándo en tu playa, y escondido tras las cañas duerme mi primer amor, llevo tu luz y tú olor por donde quiera que vaya, y amontonado en tu arena guardo amor, sueños y penas. Yo, que en la piel tengo el sabor amargo del llanto eterno que han vertido en ti cien pueblos de Algeciras a Estambul para que pintes de azul mis largas noches de invierno . A fuerza de desventuras tu alma es profunda y oscura.
A tus atardeceres rojos se acostumbraron mis ojos como el recodo al camino....
Soy canto, soy embustero, me gusta el juego y el vino.
Tengo alma de marinero...
Qué le voy a hacer, si yo nací en el Mediterráneo.”
Días más tarde corrí con mis pocos centavos a comprar en la Comercial Méxicana el elepé dichoso: Desde entonces recuerdo su hermoso contenido, los impactantes arreglos de Juan Carlos Calderón, Miralles y Reverberi. La fotos de Colita , Las diferentes historias, desde el qué va a ser de ti, hasta la mujer que yo quiero. Desde el barquito de papel a Lucía. Mediterráneo es una de las obras maestras de Juanito.
Este disco lo tocaba una vez y otra, y otra. Tenía un tocadiscos que se abría en dos partes y allí estaba yo en ese cuarto de duela naranja, me encerraba a doble puerta y lo oia, y lo oía.
Cuántos recuerdos me ha traído este viejo disco, veo la foto de Juanito y me digo ¡ Dios mío cómo ha podido pasar tanto tiempo. ¡ Qué viejos estamos ¡
El tío Lalo, murió no sé de qué. Herman y el otro Lalo desaparecieron, deben de ser unos sesentones. Beto, el que se fue a los Estados Unidos, lo ví una vez por los años 80, no supe de él . Mi abuela descansa en el cementerio estatal en Durango México. Fernando pasó una vez por mi mirada. Cruzó la calle en el centro de la ciudad , llevaba una camisa amarilla, estaba regordete. Quise hablarle pero se perdió entre el barullo y el tumulto. Toñó Menéndez, lo ví parado sobre la avenida Revolución con su impactante personalidad de John Travolta y su tartamudo hablar. Mi explotador, también murió. A Juan Carlos Calderón lo escuché hoy en una entrevista en la radio. Y mi elepé se encuentra intacto en el disco duro de mi memoria y mi conciencia...
Material de archivo de Alfredo Arrieta Ortega.
México.
Alfredoarrieta@terra.com.mx
Gatodelperro2000@yahoo.com.mx
foto : Colita.
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