CERRE MI PUERTA Y ECHE A ANDAR



CERRE MI PUERTA Y ECHE A ANDAR.


-Serrat

Tal vez los tiempos idos no nos puedan decir nada, pero si la memoria no falla estaba yo en ese año de 1968, recibiendo los putazos ( golpes ) de la vida, cuando apenas estaba aprendiendo a entenderla. Mi edad 13 años y mi cara llena de pecas . Cuando supe que yo también tenía edad pequeña y un gato como el de la niñez de Joan Manuel. Y digo que estaba aprendiendo a conocer los rigores de este mundo, cuando la luz eléctrica no era igual en la casa de mi mamá que en la de mi abuela. La luz de la casa de mi abuela era de un amarillo confortable que me envolvía en una situación de estar a gusto. La luz de la casa de mi mamá, también era amarilla pero me recuerdo cuando la encendía a las cinco de la mañana y era un indicador de que ya debía levantarme a mis rutinas de matacuáz.

En esos dichosos tiempos que ya no volverán, los gatos se aparecían por todos los sitios de la casa de mi abuela. Salían por doquier, trepaban astutos hasta que algúno de ellos en un comportamiento en verdad pendejo caían en las garras de Camerina, quién procedía a colgarlos de un árbol de pirul , ese árbol que daba por frutos unas bolitas de color violeta. Agarraba un mecate y lo lanzaba hasta lo más alto. Después colocaba el lazo en el cogote de los infelices felinos y procedía a su ejecución.
Tú supondrás que mi abuela era despiadada pero no era así. Ella lo hacía como si fuera un mecanismo regulador de la especie eran tantos...

Esos tiempos de 1968 están allí en la parte más recordable de mi existencia.

Una vez llegó a mis manos ese Título : El Triunfador de Europa´ ese triunfador de las canciones que decían cosas importantes: Qué si se equivocaba una paloma, y de que si tú falda era tu blusa. Juanito llevaba ese traje negro y su camisa blanca, inmaculada y hablaba quedito, fresco. Los versos de Rafael Alberti los desmenuzaba de una manera que podías imaginar a la paloma equivocada, o que el nombre de una muchacha le sabía a hierba de la que nace en el valle.

En esas estaba cuando llegó mi tío Lalo demacrado, con un miedo plasmado en toda su mirada y su lenguaje , sus dedos flacos temblaban constantemente como si de un manojo de perejil trajera en las manos. Mi abuela sentada sobre ese sillón café que yo algunas veces lavaba a cambio de escuchar el radio lo miraba interrogativa.
Lalo entró tan rapido que no le hizo caso alguno a su perro salchicha, rápido empujó la puerta de cuadritos de vidrio y Camerina preocupada cubierta con su capa le dijo extrañada: ¿ Qué te pasó? , la explicación de Eduardo fue : ¡ Nos dieron en la madre¡ . esta expresión aquí en México quiere decir que los golpearon lo que quisieron . Y así fue en efecto, los tanques del ejército leales a las instituciones arremetieron con todos. Los estudiantes del 68, eran como los peores rojos de la historia rusa. Los militares verdes dispararon a mansalva sobre los muchachos que sólo habían cometido un delito ; pensar. Quedaron tirados sobre la plancha de Tlatelolco, sus cuerpos muertos, llenos de sangre y golpes en todos los cuerpos, zapatos esparcidos, bolsos de mujeres, libros de Marx y Pablo Neruda.
Y mientras Lalo explicaba yo no entendía. Porqué los habían agarrado a palos.
Después ya entrados en la tranquilidad de que Lalo no murió, se platicó pausadamente de los excesos de los militares. Si ellos cometieron excesos los estudiantes se lo buscaron dijo mi abuela. Cabe recordar que su esposo, o sea mi abuelo fue un general del ejército de México, aún recuerdo sus diplomas: La Secretaría de la Defensa Nacional otorga el presente diploma al general brigadier Eduardo Arrieta León por sus 50 años de perseverancia en el ejército.
Mi abuelo era un señor bastande fornido, que se forjó en lo rudo del campo.
Dicen que una vez que pasó Francisco I Madero se le acercó y le hizo la propuesta de que cuando estallara la revolución él y sus cuatro hermanos que también lograron ser generales , estarían dispuestos a acudir al llamado de la lucha armada para quitar del poder a Porfirio Díaz otrora el dictador más tirano que ha tenido este país.
También recuerdo que por aquellos tiempos anteriores, el maestro de la secundaria nos hizo leer un libro de una señorita llamada Helena : La noche de Taltelolco´En este ejemplar descubrí que uno de los generales que habían participado en la matanza infame resultó ser un sobrino del general Eduardo. Ahí se comentaba que el fue el encargado de dar las órdenes por eliminar vía los balazos de metralleta a los más rebeldes.
Ya cansado de tanta muerte, tanta muerte inútil, me refugiaba en mis canciones, en los actos de la palabra.
Y decía Juanito que de aldea en aldea el viento lo lleva siguiendo el sendero, y me impactaba cuando te bajaba una estrella que borrara la huella de un recuerdo amargo, O que Manuel nació en España. Y que su fruto y su flor y su historia de amor y su nobleza podían hacer grande el sentimiento de solidaridad hacia los desposeídos de la palabra y la poesía. Y te repetía su la ,la ,la para decirte que todo en la vida es como una canción que se canta cuando naces y también en el adiós.

Material de archivo de Alfredo Arrieta Ortega.
Original de Alfredo Arrieta Ortega.
México.
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