El pintor Diego Rosales.

El pintor Diego Rosales.





































“Creyendo hacer cosa buena un pintor me pintó un día,
Más me pinto por afuera porque adentro no veía ”.


A esos de las doce del medio día nos encaminamos a Coyoacán. Mejor dicho a San Pablo Teletlapa, en la CDMX.

Una hora después y no sin haber hecho un alto en los Pollos Río llegamos acompañados de Juan de Dios, Jaime , Herman, Elías, y su seguro servidor Alfredo Arrieta.

Tocamos en la puerta de palos, plásticos y tablas. Me hicieron el comentario que la casa no tenía medidor.

Esperamos un rato y nos abrió la puerta un señor vestido de negro con algunos collares discretos en el cuello.

Pasen, pasen¡ que bueno que vinieron.

En la entrada del pasillo había unas jaulas con conejos blancos. Conejos de gran tamaño. También un perrito alegre que en ningún momento dejo de darnos la bienvenida.

Subimos por una escalera que daba vueltas. De pronto nos encontramos en otra dimensión, en otro mundo si cabe el comentario.

Se nos presentó un señor de edad avanzada vestido de beigue. Herman se aproximo a saludarle, el pintor le extendió la mano y de inmediato la quito. Le dijo: Ay ay ay, y comenzó a sobarse. Es que tengo reumas se justifico.

Disculpe usted, no sabía.

Juan de Dios nos presentó y Don Diego Rosales nos saludo efusivo.

Comenzó a quitar algunos objetos de la mesa y mandó a su hijo por los platos, luego desapareció un instante y regreso con vasos de plástico.

Como disculpándose nos dijo que no tenía mujer. Es que falleció.

A veces pienso que es mejor no tener mujer.

Llega uno a la hora que quiere y se dice uno: Ya llegué y qué , ya estoy aquí y qué¡

Nos sentamos y cada quién agarra su parte de pollo rostizado, comimos a todo lo que da.

En la comida Diego nos comentó parte de su vida.

De como vivió la primera etapa , de como conoció a Diego Rivera.

Una ocasión Diego llegó acá porque estaban construyendo el Anahuacali.

De pronto se le escaparon unos diez o doce perros. Si de esos perros escuintles. Diego intentaba atraparlos pero era imposible¡ Eran muchos. Así que yo corrí y atrapé a los que pude.

A mí no me gustaba trabajar. Nunca quise los trabajos. Pensaba que los trabajos no eran satisfactorios para mí. Asi que me fui a los Estados Unidos.

Allí trabajé en una empresa de ferrocarriles.

Mi trabajo consistía en recoger las estopas con grasa que dejaban los mecánicos.

Tiempo después un señor elegante me llamo y me dijo que yo estaba destinado a cosas mejores, a cosas grandes y me promovió como jefe. Me fue muy bien. Todos trabajábamos a gusto.

Una ocasión y más adelante vi que había una multitud. Así que me aproximé.

Como pude hice a un lado a los que me estorbaban. Para eso los mexicanos somos buenos.

Les pregunte que a quién le hacían tanta algarabía?

No sé creo que es una persona importante de México.

Los quité y vi que al hombre que entrevistaban era a Diego Rivera.

Me acerqué y le dije quién era yo. Diego se acordó de mí. Saco una tarjeta y me la entregó. Me dijo que cuando estuviéramos en México lo fuera a ver.

Yo antes de eso quería irme para Arabia. Hasta allá. Porque a mí siempre gustó ir por la vida de aventura.

Tirarme de un paracaídas, pilotear un avión.

El caso fue que no me fui para Arabia porque Diego me estaba esperando en México.

Nosotros por nuestra parte lo escuchábamos. Juan de Dios le decía: Anda Diego come , come y luego les cuentas…..

No, no espérame, déjame les digo. Y Diego siguió hablando al mismo tiempo que despedazaba su cacho de pollo.

Cuando pude ver a Diego en México lo fui a ver. Al tenerlo enfrente le dije: Dígame usted que puedo yo hacer en la vida? No sé ni para dónde voy.

Diego tomo una hoja de papel en blanco, escribió. Luego la dobló y me la entrego en un sobre. Yo me la guardé en la bosa de mi saco. Luego nos despedimos.

Juan de Dios le solicitó que nos tomáramos una fotografía con él y Diego acepto con gusto.

Le pregunte: Y conoció usted a Frida Kalo?

Sí para mi mala suerte¡

Pués que paso cuénteme?

Orale Alfredo¡ No acapares la platica, que Diego nos cuente a todos?

Nos dijo:

Cierta vez estábamos en el Palacio de Bellas Artes cuando Diego pintó los murales.

Yo estaba por ahí cuando de repente sonó el teléfono: Ring ring..

Apenas levante la bocina cuando escuche: Oyeme hijo de la chingada porque carajos no viniste a dormir anoche?

Yo me quedé mudo.

Te estoy hablando cabrón¡ No me gusta que me dejes con la palabras en la boca¡

Voy a sacar tus cosas a la chingada¡ Vas a ver ¡

Deje la bocina y fui en busca de Diego.

Don Diego le hablan por teléfono..

Rivera con unos pinceles en las manos me pregunto: Quién es?

Doña Frida.

Meneando la mano me dijo: Dile que no estoy¡

Vieja cabrona, dile que no estoy.

Y no quiso hablar con ella. Así como se los digo, así fue.

Más tarde nos mostró unos escritos.

Escritos cósmicos con dibujos. Sus poemas a la mujer.

Tuve el agrado de leer alguno, Diego Rosales hizo lo mismo.

Le pregunte: Don Diego y recuerda usted sus primeros trabajos?

Pués yo dibujaba lo que todos los jóvenes ; nalgas de mujer.. Es que las nalgas de mujer son como un ahnelo que siempre perseguimos.

Ahora ya no.Para que quier uno una mujer para hacer el ridículo?

Miren: Y nos mostró una foto de una mujer israelí. Esta mujer estaba más que enamorada de mi.

Busquen ahí en los libros lo que ella escribió..

Busqué.

Había un texto en inglés. Y otro traducido al español pero desordenado. La israelí escribía su amor incondicional . Decía que su obra la deslumbró como si sintiera un rayo sobre de ella, una energía superior.

Nadie quiso leer el texto en inglés y cada quién se disculpo. Lo hablo pero no lo entiendo dijeron..

Diego leyó uno de sus poemas….

Elias que tiene aptitudes mágicas le dijo que sí le permitía hacerle unas preguntas.


Sí claro pero ponte fuera de esta luz que me deslumbra. Se recorrieron y se fueron a otro extremo de la mesa.

Cuando Diego escucho la pregunta le dijo a Elías.

Mire señor mi mamá a mí me puso un apodo cuando era chico: Me decía noescierto.

Noescierto porque nunca he creído.

Sé que a veces son más las mentiras que las verdades.

Elías se quedó descontrolado pero siguió con su preguntas.

Quitaron los platos de la mesa, con una servilleta de papel limpiaron la mesa cubierta por un plástico transparente.

Y siguió con su platica.

El sobre que me entregó Diego era una carta de recomendación para que yo entrara a la Esmeralda.

Pues así lo hice.

Ahí en poco tiempo superé a todos. Es porque yo lo sabía y así me lo decían mis maestros.

Una tarde fui a la casa de Diego Rivera. Lo encontré sentado sobre una cama. Y ví una cubeta con sangre y unos líquidos que Diego se sacaba de la barriga. Tenía el problema de tener agua en el estómago.

El carácter de la chingada de Frida era normal. Que humano puede vivir a gusto con un chingo de operaciones?

Todo es dolor.. No hay quien aguante. Pienso yo que esa era la causa de su mal genio.

Y usted como fue con las mujeres Don Diego?

Yo fui muy malo. Si. Muy malo. Las enamoraba, me las cogía y luego las dejaba.

A veces le digo a Dios: Ya Dios¡ párteme la madre¡ llevame¡

Una vez, me sentí muy mal. Fue al doctor. Allí me hicieron unos estudios. Me detectaron que estaba canceroso. Yo me dije que todavía no era mi tiempo.

El doctor me dijo que tenía cien puntos de no se que cosa.

No me quise quedar con esa idea y fui con otro.

Los resultados fueron que no tenía cien, sino ciento cincuenta.ja, ja, ja..

Luego vienen gringas y de todo a verme.

Los lleve a Cuicuilco y al mural que hice en La Delegación Coyoacán.

La gringa me decía que ella se quedaría a vivir con gusto en mi casa y conmigo.

Yo me zafaba cuando escuchaba estas peticiones.

Que hago con una mujer en mi casa?

El día que me lo dijo yo tenía quince pesos en la bolsa y sí acaso otros quince para sobrevivir.

Las gringas te salen caras. Cualquier mujer te sale cara… Si, es verdad.

Juan de Dios nos apuró y dijo que Herman tenía una reunión a las tres. Nos levantamos como resortes. Don Diego lo hizo también y comenzamos a despedirnos del artista monumental.

Herman le dijo: Aunque lo saludé con mucha fuerza, le pido una disculpa. Nos vamos muy agradecidos por todo. Por lo que nos platicó, por todo. Gracias señor.

Yo me desprendí para salir al baño a echarme una buena meada.

Al salir vi que Herman se metía a la cueva en donde hay piezas arqueológicas y una cama de piedra. Caminé hacía alla. El hijo de Diego nos pidió que encendiéramos los teléfonos porque no tenían luz. Salimos…

Eso fue todo.

Alfredo Arrieta Ortega.
9 de Abril de 2016.
Para el pueblodetierra.
Estados Unidos Mexicanos.




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