AUTO BLANCO, TEATRO.

AUTO BLANCO, TEATRO.







Sé perfectamente que estoy dormido, pero eso no es obstáculo para hacer negocios.

Tengo un auto blanco que según lo dicen estos documentos yo soy el dueño. A mí me gustaría ser el dueño de todo, pero no tengo nada. En realidad los objetos que acumulas terminarán en la basura como la ropa del Tony que la arrojaron a la basura y alguno que espulgó pués se la puso no importando que el difunto fuera más grande o robusto.

Llegan tres personas que quieren comprarme el auto. Ellos visten a la moda de los setenta. Incluso van con pantalones que se denominaban acampanados. Tienen el pelo largo y patillas a medio rostro. El que parece ser el líder saca un manojo de billetes y los mueve como para demostrarme que es rico.

Eso a mí no me interesa. Su estatus me vale. Yo lo que quiero es deshacerme del carro.

Cuando me va a pagar se retira llevándose el dinero, se lo mete en la bolsa. Los otros dos se suben rápido al coche y se lo llevan. Antes de subir el más chico, unta su mano a su lengua y después repasa la lámina como en un intento de arreglar algún golpe sobresaliente.

No me siento estafado. El dinero para mí es una herramienta que sirve para no morirse de hambre cuando más te persigue. Por lo demás….

Afuera de un teatro está Natalia, ella dice que Manuel vendrá enseguida y me pide que entremos de una buena vez para alcanzar butaca. Así lo hacemos. Este Teatro tiene características que otros nó.


Por ejemplo las butacas se mueven para dónde quieras, incluso todas las puedes hacer girar. Las paredes están despintadas. Quieres preguntarle al encargado del mismo si no ha desviado los presupuestos asignados y no compró la pintura.

Original de Alfredo Arrieta
Para el pueblodetierra.
Nec spe, nec metu
Estados Unidos Mexicanos.
27 de Enero de 2011.

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