LA RUEDA PLASTICA

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LA RUEDA PLASTICA




Tengo un estress que parecen cuatro. Pero insisto y no me doblo a pesar de los golpes por aquí y por allá, y no es que me las quiera hacer de boxeador que pelea por el titulo del campeonato, lo que sucede es que no me dejo y siempre sale a relucir lo que soy. Finalmente las personas son así, siempre muestran el cobre y su valor.



Me encuentro en esta noche de sueño en una calle que me parece conocida y debe de ser porque la he caminado en otros sueños. Soy el conductor de una rueda plástica. La llevo sujetada de una de mis manos. No sé la razón por las que mis pies son tan veloces. Una voz divina me dice de quién pueda viajar en esa rueda tendrá la posibilidad de evitar la muerte.



Como te digo la velocidad que llevo es tan rápida como la de un caballo. En una de las contra esquinas me están esperando dos personas. Son unos muchachos de edad temprana. Miro sus caras. Ellos están a la espera de que pase. Descubro sus intenciones y al pretender subirse a mi rueda le imprimo velocidad pero ellos corren, les veo sudar y también descubro sus angustias por subirse.

Claro está que a nadie le gusta morirse. Renuevo mi maldad y ellos en un esfuerzo colosal logran treparse. Ahora van dentro de la rueda. Al cabo de unas horas comienzo a cansarme de ese juego y comienzo a disminuir la velocidad hasta quedar en cero. Los miro como si nada hubiera hecho y les digo que por esta vez se salvaron de morir, pero que no habrá otra.



Luego que se alejan y recobro fuerzas comienzo a correr más y más. Voy por un camino y puedo ver los árboles pasar casi de la misma manera a cuando viajas en ferrocarril. Descubro un horizonte a dos kilómetros, ahí una figura clásica que nadie olvida y que nadie quiere acompañar me está esperando. Es la parca, vestida con esa túnica horrible que parece la compro en alguna tienda de saldos de segunda. Lleva también una guadaña del tamaño de su cuerpo.

La puta muerte parece retarme y yo soy en este sueño una especie de competidor. Al verla acelero y llevo otra vez la rueda plástica sujeta a la mano derecha. La muerte me acecha y a leguas veo sus intenciones. Cuando yo pase intentará subirse. Lo que ella no sabe que yo soy un malicioso que nadie me gana. Primero hago como que no me doy cuenta de que me esta viendo a pesar de que ya no tiene ojos. Al acercarme sin prisa pero sin pausa la muerte intenta treparse a mi vehículo. Es entonces que yo giro la rueda para ponerla vertical y la muerte se queda pasmada. Pinche muerte cabrona, la deje plantada. Ella se sienta enojada sobre una piedra. No se que idioma habla, saca una lima y pacientemente le saca filo a su guadaña.


Original de Alfredo Arrieta
Para elpueblodetierra.
Nec spe, nec.
06 de Agosto de 2010.
Estados Unidos Mexicanos.

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