MEXICO A FINALES DE 1800,HOTEL DE LUJO MAXIMO.




























Extrañamente me encuentro en la ciudad de México. Solo que  traigo el calendario atrasado.



Miro un papel . También descubro que las vestimentas de las personas  son antiguas.  Por las calles andan caballos, incluso veo  las mierdas que van arrojándo por la calle de Madero que antes tenía otro nombre. Las calles no tienen pavimento. Todo es viejo..




Los edificios que hoy conocemos están ubicados de otra manera. La catedral de México está en dónde es el Palacio Nacional. Y en dónde está el Palacio Nacional está la Catedral. Enfrente de mí hay una escalinata muy larga. Pienso que para el otro sueño quizá suba. Por ahora parece que no tengo tiempo ni ganas tampoco.


Me rasco la cabeza y me decido. Creo que sí subiré.


Hay una entrada que la conforman dos pequeñas columnas. En los costados hay dos mujeres que venden unos panecillos. Me entra hambre y me dirijo a ellas. En el momento en que como de su pan les pregunto sí me falta mucho para llegar. Ellas me preguntan que para dónde quiero ir..


Mi respuesta es señalárles la parte de arriba de las escaleras.


Me informan que tenga cuidado que por esa zona no está permitido entrar.


Me despido. Hay una puerta enorme. Me detengo un momento para ver el trabajo endemoniado que debieron haber tenido para  elaborar está puerta. Con tantos adornos, flores y símbolos…

Parece que las puertas las diseñaban  para gigantes. Siendo que el promedio que tienen las personas no pasa de uno sesenta..


Penetro.


Es extraordinaria la decoración del lugar. Pinturas, muebles finamente tallados, objetos de bronce, veladoras, estatuas y un sinfín de objetos que seguramente tiene un valor importante.


En un costado hay otra puerta. Camino hacia ella. Es una escalera de caracol.. Subo mirádo para arriba.

Sin querer llegó al lugar  prohibido. Las personas en ese lugar son  de piedra. Ninguna de ellas tiene sentimientos. Mucho menos tripas. No respiran y sus rostros son duros, como de demonios enojados.
Intento evadirlos pero mi olor les llama. Debo de oler rico .


Una de las mujeres que venden pan se cubre la cara con un rebozo. Me llama y me dice que entre por una puerta pequeña que hay. ¿ Me pregunta que sí quiero que los seres de piedra me coman?. Claro que no, es mi respuesta. Pués córrale. Ya se corrió la voz y todo saben que usted está aquí.


Ni tardo ni perezoso me agacho. Abro la pequeña puerta y me meto. No termino de cerrar cuando escucho unas voces cavernosas que le pregunta a la mujer  sí ha visto a un hombre bien parecido andar por esos lugares. La mujer les responde que  aquí no hay hombre guapos . Que todos  están bien feos. ¿Que no se han visto? Les pregunta al mismo tiempo que enseña su dentadura a la cual le faltan varios dientes..


Creo que me salve. No sé ni porque llegue a esa situación. Quién me manda. Por poco me  comen esos seres hórridos.


Parece que me fue bien. La puerta me condujo a una habitación  de un Hotel en el siglo veintiuno.


Es un lugar de confort  pleno. Me acuesto en una cama . Que lindo edredón. Hace años que no me acostaba en una cama tan suave…


Hay un clóset. La fría está subida en el cuarto escalón de una escalera de aluminio. En la parte alta hay dos puertas. Las abre y descubre que hay un congelador. Desde mi posición puedo ver el hielo. La fría pone cara de gusto cuando descubre una serie de botellas  finas. Mira las etiquetas y se asombra cuando me dice que una de las botellas cuesta trescientos ochenta mil pesos. Tanto le pregunto.


¿Que te parece sí nos tomamos una copa?. ¿Y sí las botellas están inventariadas y luego vienen y nos reclaman?. La abrímos y tomamos un poco, luego la tapamos…


No me parece mal la idea. Me levanto y le digo a la fría que lo haremos pero  a cambio le tengo que besar las nalgas. Ella sin poner  objeciones me dice ándale pués ¡. Es entonces que me meto debajo de su falda y comienzo a besárle sus duros glúteos…. Luego se baja. Busca dos copas y nos tomamos la bebida de oro lentamente . Así medio mareados nos quedamos dormidos….



Estoy en un mercado. Me acompaña la fría. Ella se detiene a saludar a un gato negro. Sabe su nombre. Para qué quieres saberlo?. Ya no me acuerdo del nombre del gato. La fría sí se lo sabe. Deja que le pregunte…

Original de Alfredo Arrieta
Para elpueblodetierra.
Nec spe, nec metu.
15 de marzo de 2013.
Estados Unidos Mexicanos.




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