IMAGEN LUMINOSA, CEPILLOS
NAVES.
Ninguna de las personas que se encontraban es ese lugar
pensaba siquiera lo que les mostrarían.
Llegaron junto con
usted por medio de una invitación. Todos se pusieron ropa casual y se
dirigieron a lo que parecería una exposición fotográfica.
Por una puerta
blanca apareció un sujeto de pelo anaranjado, pecoso. Parecía un actor de
Estados Unidos. Este los invitó a pararse enfrente de una pared. Usted quedó en la
posición número siete.
El hombre les mostró una fotografía panorámica. La foto
emitía luz. Les preguntó que es lo que
sus ojos miraban. Cada uno dió su respuesta. El hombre insistió y les dijo
que fuera más allá. Usted peló los ojos pero no logro ver más.
El hombre colocó
sobre la imagen una especie de mica. Luego
encendió un aparato y lo fue dirigiendo por cada punto de la imagen. El
aparato tenía la gracia de que podía amplificar en muchos pixeles lo que fuera.
En eso llegó un diminuto. Les dijo sin más ni más : No es
que yo sea un chismoso pero la última ocasión que me subí para limpiar el
techito me encontré con unos cepillos. Lo que quiere decir que las esposas de algunos de ustedes les ponen los cuernos.
Todos se quedaron serios. ¿Mi esposa me pone los
cuernos?. No que vá dijo uno. Ni pensarlo dijo el otro.
El hombre diminuto
comenzó a arrojar los cepillos al suelo. Usted se decía para sí mismo; que no
salga que no salga. Sin embargo el cepillo con que usted talla los pantalones
de mezclilla apareció.
Gustavo estaba presente. Usted le preguntó sí ya le habían arrojado al suelo su
cepillo. Le respondió que efectivamente.
El hombrecillo dijo además que las mujeres en cuanto
ustedes se retiraban ellas se metían a bañarse con otro señores. Y ahí entre el
agua caliente tenían sexo.
El otro señor el
que parecía actor norteamericano les
pidió que le acompañaran. En la calle, flotándo una nave
Todos comenzaron a subirse. Iban con los rostros
compungidos. Usted no dijo nada pero también se encontró con su cepillo.
Recorrieron amplias zonas de la ciudad. La nave se desplazaba por el aire como a
veinte metros del suelo. Pasaron por una Colonia llamada Anzures. La nave se
detuvo enfrente de un edificio. Una luz señaló el interior. Una mujer que es
maestra se asomó extrañada.
El hombre les dijo: Ella también le pone los de Vikingo a su marido.
Nadie nada crédito a lo que veía. Otro exclamó: Yo no la ví. Echate para atrás le dijo el jefe. El
conductor de la nave un señor con
aspecto de androide metió mano a una
palanquita y la nave de deslizó en reversa.
Esta es la prueba contundente de que esta mujer al igual que todas las demás son mentirosas y se mueven así
literalmente al ritmo del mejor postor. No se dejen engañar…Y saben a lo que le
van tirándo.
Original de Alfredo Arrieta
Parael pueblodetierra.
Nec spe nec metu.
24 de marzo de
2013.
Estados Unidos Mexicanos.
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