LA CASTAÑEDA MIXCOAC.

LA CASTAÑEDA MIXCOAC





Que tiempos han pasado desde esos años a finales de los 60.
Tenía varios hermanos que vivíamos en hacinamiento allá por una Colonia que aún se llama Merced Gómez . Hoy por la mañana le pregunté a una joven morena que si sabía quién había sido este tal Merced . Ella me dijo que lo ignoraba . Merced Gómez supe que había sido un torero que logró destacar en ese arte que dicen es de matar toros .
Hoy casi al amanecer , me desplacé por esos lugares que anteriormente habían sido llanos . Se podía caminar en paz , era un bosque siempre verde , siempre tranquilo . En sus interiores podías descubrir unas enormes edificaciones de los tiempos del dictador Porfirio Díaz , edificios que evocaban las arquitecturas francesas .
Esos años perdidos que sólo quedan en mi cabeza , de cuando en la necesidad del hambre le echábamos al caldo de frijoles unas hojas de aguacate para que agarrara sabor.


Mis hermanos en esos tiempos de hambre pero también de armonía , nos dábamos a la tarea de fabricar nuestro propio automóvil . Buscábamos unas tablas a las que les dábamos forma , después le clavábamos unos maderos a los que le acomodábamos las ruedas que no eran otra cosa que los baleros de algún vehículo de verdad . Cuando ya estaba terminado le dábamos unos ligeros amarres que nos sirvieran para conducirlo. Así con un mecate nos arrojábamos al vacio del camino de chapopote . Fernando lo manejaba con asombrosa habilidad parecía un Emerson Fitipaldi . Con la rapidez del pedo , atravesábamos calles y calles . En las orillas nos miraba enojado un enorme chivo negro que era el macho dominante . Nosotros le decíamos el chivo pedotes , porque cuando bufaba lanzaba unos aires tan fuertes por la nariz que parecían pedos .
A veces bajábamos a Mixcoac con mi abuela Camerina Corral Viuda de Arrieta para ir por una porta viandas que nos salvaba casi siempre de no morir de hambre .


Estos llanos eran los llanos del manicomio de Mixcoac al que le decían La Castañeda . Le pedí un instante al tiempo y recordé que en alguna ocasión varios chamaquitos nos trepámos por una barda que sus bordes de arriba le ponían vidrios molidos para que no entraran los ladrones . Mis manos flaquitas flaquitas , se posaron en esta altura y lo primero que descubrí fue a una muchacha que sin tener relación alguna yo digo que era piel de manzana como la canción de Joan Manuel . No me pregunten porque porque tampoco lo sé . Pero siempre que caigo en este rememorar de inmediato lo mezclo . Pues bien , la muchacha , se encontraba en las alturas de una resbaladilla . Se encontraba sentada , sentada y desnuda . Sus senos apenas de dibujaban, sus edad no debía de ser mayor de 24 . La pude ver , callada , o como quién dice dubitativa , era como esas imágenes postales que pintaba El Chango Cabral . Todos en silencio y en nuestra trinchera , mostramos diferentes estados de ánimo , yo recuerdo su cara y de verdad era como una manzana .


La muchacha , de súbito salió de su letargo , de deslizo por la resbaladilla y entonces pude ver sus carnosas piernas , su vello púbico , el cuerpo de una diosa capaz de regir los destinos de todos los reinos mentales .




Bajó del cielo y corrió por ese patio para recolectar unas piedras rojas que al mismo tiempo que las tomaba , nos las arrojaba , a alguno de nosotros es posible que nos haya atinado y tal vez caído como los soldaditos de una feria .
Quisimos bajarnos y correr , pero las ganas de verla desnuda era más grande . Ella nos gritaba que si queríamos su pepa le tendríamos que pagar .
Un recuerdo que no está de más . Otra mujer se aferraba a los barrotes de una puerta , gritaba como una loca , decía que la dejaran salir . Un valiente que no era yo le preguntó que para que quería salir . La mujer desorbitada de sus ojos y echando babas le dijo; ¡ quiero salir para matarte ¡..


Luego en una situación sin control llegaban los enfermeros la separaban de los barrotes de fierro azul y ella entre grito y grito se ponía a tararear partes de Carmina Burana .

La Castañeda era el script perfecto para hacer la mejor de películas . Había también un demente que tenia un caballo que en realidad era una escoba . Le adaptó sus riendas en la mera punta , después se trepaba raudo y veloz , le daba un riendazo al potro y salía destapado por los llanos de su propia locura . Lo único que podíamos percibir en la lejanía era su grito : Ay ojeteessss..

Mi abuela me platicaba que en la Castañeda alguna vez internó a mi tía Esperanza , y que en una ocasión cuando le tocó verla, llevó con ella un sarape para evitarle los fríos atroces de diciembre . Tiempo después , días después le entregaron el mismo sarape solo que echo pedacitos .

Mi abuela me daba veinte centavos que tenían dos grabados ; por el lado derecho una águila y por el otro una pirámide a la que los aztecas le dedicaron al sol . Con esta moneda de cobre del año 44 , se podía pagar una entrada al cine de los locos . Nos sentaban junto a ellos y después proyectaban alguna de Germán Váldez . Era gracioso ver las caras de todos nosotros , las gracias del calabacitas tiernas como yo le decía a Tin- Tán , los pantalones miados de quienes no podíamos evitar la risa llevada al extremo .

Después llevaban a los locuaces a un salón para darles de comer. Los colocaban en unas filas , y en esas latas de leche Nido , le abrían alrededor y se los colgaban al pecho de cada uno . Después de manera sistemática unos señores que los cuidaban le arrojaban la sopa revuelta con su guisado , los loquitos metían sus cucharas y a jamar.

Tiempo después llegó la picota del progreso y la Castañeda fue desmantelada , los edificios fueron cayendo uno a uno , sus muros que tantas historias supieron quedaron en el suelo y sus despojos fueron llevados en camiones de materiales para la construcción . Dicen que un exótico italiano compró uno de estos edificios , mandó a desmontarlo tabique a tabique , después ordenó que se numeraran estos bloques . Años más tarde , descubrí que allá por los años 80 , apareció por televisión abierta un programa en donde aparecía el grupo español Mecano . Ellos o los creativos recrearon una historia mágica . En un bosque de Puebla en lo más recóndito hay un castillo encantado y aparecen magos mediavales , y Ana Torroja cantando Cruz de Navajas por una mujer , y los hermanos Cano tocándo sus pianos y sus guitarras . El castillo es aquél que desmanteló el exótico italiano . Lo llevó a los bosques poblanos y lo instaló sin más .

Original de Alfredo Arrieta Ortega.
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México.

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