DE SANGRE AZUL



DE SANGRE AZUL


Ayer se acercó el Esteban, lo ví torear los automóviles, les hacía faena, los conductores le mentaban la madre, y él los volteaba a ver burlón, risueño. Me dijo que me vendía tres relojes por cinco pesos, los traía en una bolsita, Era de color verdoso y con una figurita que hacía de manecillas. Sólo cinco jefe, me dijo.


Respondí con un no rotundo. Pero el Esteban insistía, parecía que no tomaba en cuenta mis palabras. Cuando comprendió que no podría venderme los relojes piratas, tomó otra ruta y me pidió un peso, de esos pesos que hoy por hoy nada valen. Le volví a decir que para otra ocasión, pero Esteban buscó entre sus argumentos me dijo que yo y él éramos de sangre azul. Su ingenio te hizo platicar con él. Fijate que ya lo sé, el otro día me rasqué con un punzón y me brotó tinta. No mames dijo Esteban cómo tinta. Dio la vuelta y se marchó para encontrarse con el otro pedigueño de pelo blanco, largo, viejo , que también pide por las calles y hace su lucha por sobrevivir en este México sin suerte alguna.

Original de Alfredo Arrieta Ortega.
México.
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22 de mayo de 2005

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