LA CABEZA DEL SUEÑO...




"Hoy me soñé la cabeza,
con una mirada la abría yo en dos;
una mitad iluminada,
la otra oscura apareció.

Luna nueva o decreciente,
la media cabeza se encaramó,
a sí misma enamorada
de la otra mitad quedó.

No veo los pensamientos
con mi ojo singular,
no escucho mis intenciones
con mi oreja sin su par.

En la mitad iluminada
una zona anocheció
y en la oscura gemela
una chispa se encendió.

La alegría está gimiendo
y la pena se sonrió,
el párpado del oído
en la ceja se olfateó.

Hoy me soñé la cabeza,
con una mirada la hice dos
y la mitad de alegría
de lo triste se escapó.

Cuánto odio, cuánta pena,
cuánta rabia, cuánto mal,
cuánta mentira de veras,
cuánto amor sin declarar.

Voy a partir las mitades
con unas tijeras, las cuadruplicar:
un cuarto para orientarme,
un cuarto para me extraviar.

Pobre cabeza deshecha,
me nostalgia su unidad,
quiero reunir sus mitades
y no se pueden juntar.

Cuatro cabezas yo tengo
aprendiz de soledad;
hasta que no venga el mago,
cuatro veces a pensar.

Ocho cabezas yo tengo
y en un solo corazón
y con ese desajuste
se termina mi canción".

Daniel Viglietti



LA CABEZA DEL SUEÑO



Esto que te digo no es cosa de nada, o algo que puedas echar por el vacío de los oídos no.

Dentro de una cabeza hay más que un sueño, un halago o una intención de amodorrar el alma.

Ahí veo un camino que me lleva a una localidad en México que se llama Apan. Voy en un camión que le suena todo, su rechinido aturde. Van 40 paisanos en busca de su destino. Pasan los perros igual de flacos. En ese cruce un buey pace en el pastizal.El vetusto con llantas se detiene enfrente de una ferretería. Bajo y me acompaña Gustavo. Mi amigo de entonces. Alto él , largo el, y mentiroso como el que más. Sin embargo , y a través de los ayeres vivimos tiempos buenos.

Con las maletas a los hombros tocámos en una puerta igual de vieja, al momento de posar la mano sobre esa perilla se podía ver como se caía la madera vieja.

La puerta se abrió para dar paso a unas manos arrugadas, vestida con un vestido de los años del caldo , una mantilla de tonos verdes como los que usaba mi abuela. Su mirada era una mirada de luz, intensa a pesar de los años vividos. Miro a Gustavo, después de reojo logró descubrirme.

Hizo una caravana y nos permitió entrar a su mundo.

Ella , la mujer se llama Anita. Nos habló de sus tiempos, de cuando estaba contactada con cientos de religiosos distribuidos por el món.

Esos tiempos eran por el verano del 72.

Nos brindó unas camas para dormir. Y yo caí en sueño intenso , profundo con una temperatura de cuarenta. Anita entró a mi cuarto llevando en la mano una jeringa dispuesta a picarme mi pobre nalguita. Al sentir el líquido en mi cuerpo comencé a sudar intensamente hasta quedar como muerto.

Al otro despertar, ya sin temperatura y contento, miré las flores, a los hombres que caminan, a los moradores metiches por saber de dónde era .

Recuerdo que a mis casi 20, era un muchacho cantador y llevaba siempre mi guitarra consigo. Eran los tiempos en que me estaba aprendiendo algunas canciones de un uruguayo que se llama Roberto Darvin.

Y me sentaba en esa cerca y cantaba y cantaba…

Veo el brillo de mis ojos a través de este espejo y dice Jorge Fons que ese brillo está dentro de un ojo, y dentro del ojo está la cara, y en la cara se encuentra la cabeza, mi propia cabeza y después mi cuerpo, y después el barrio , y después el pueblo, el país el mundo,el universo…

Estoy en los brazos del sueño, mamándo el seno de mi madre, enganchado. Estoy en la misma situación en que está mi gato.

Se aferra a mi cuello y me lame, abrazado a mí. A lo lejos veo en el fondo de un barranco a mi persona y junto conmigo a mi propio país y a mis hermanos…

Voy en busca de una casa, y por fin la encuentro. Ayer dijo un indígena de 24 que él era originario del estado de Toluca y descubro con pena el tamaño de la ignorancia, no sabe que Toluca no es un estado , ni que tampoco México es el mundo.

Estoy en Toluca y camino sobre unos pastos en tierras que alguna vez fueron ejidales. De las casas multicolores que parece Bahía brasileira, salen coches de modelos recientes. Sus pobladores son fantasmas perdidos.

Encuentro la casa, es un amanecer y arriba en el techo de la casa canta un gallo francés. Miro a mi hijo que ya no es un niño , tampoco un cordero. Subo al segundo y en una terraza unos hombres abordan un automotor turístico. El autobús sale con su carga humana; todos son cadáveres. Un ciego recargado en una esquina los maldice.

Cuando intentaba abordarlo el autobús escarlata se aleja. No es aún tiempo de morir. Todavía queda infierno. Intentó buscar una escalera pero no hay ninguna. Solo el filo de una puerta. Si intento bajar apañado a ella seguramente me cortaré los huevos en frío.

Abro los ojos y descubro el engaño de la puta vida. De alguien que amenaza de muerte a un imbécil, y descubro a una belleza muerta.

Original de Alfredo Arrieta

Para elpueblodetierra

República de México.

Nec spe, nec metu

Sin esperanza y sin gloria.

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