BICICLETA,PUERTA,MONOS, ALFREDO.
Tengo que dejar un paquete, son unos documentos que me tienen
que firmar. Pienso que sí dejo la bicicleta lo más seguro es que llegue un
ladrón y se la lleve. Este tipo de situaciones siempre sucede en el último de
los mundos.
Con los pasos dispuestos abro una puerta. Miró pá adentro y
no hay nadie. Subo los escalones. Siempre he tenido la maña de ir contándo los
escalones. No entiendo porqué. Bueno. Son treinta y nueve. Toco en una puerta
pintada de blanco.
Sale La Maga. Me mira como sí no me hubiera visto. Le entrego los papeles. Me
los regresa y cierra la puerta.
Salgo. Vuelvo a contar los escalones aunque ya sé que son
treinta y nueve. Salgo. La bicicleta ya no está en dónde la dejé. Te digo. En
apariencia nunca sucede nada y todo se roban. Pasa a un lado mío una familia.
Ellos van cada uno es su bicla. Le pregunto a un hombre en shorts. Ni siquiera
me mira. Pinche gente indiferente. Todos son la misma mierda.
Decido vigilarlos. .
Pasan semanas….
El mismo hombre de shorts sale de su casa. Lleva puestos los
mismos lentes pero un pantaloncillo de distinto color. Sale como sí tal cosa y
con mi bicicleta… Le sigo. Al darle
alcance lo tomo por el cuello, lo tiro al suelo. Onde más. Le doy de patadas,
le pego en la cara, le sangro. Le digo todas las groserías de mi pulcra boca..
Le quito mi bicicleta.
Regreso a la casa del hombre. Me meto a
su jardín. Comienzo a romper las tres bicicletas. Les arranco las ruedas, les
arranco los rayos, las azoto contra el piso y paredes. Las hago chatarra… Luego
me salgo. Subo a mi bici. Miro que no tenga rasguños. El hombre la cuidó.
Seguramente pasará mucho antes de que piense en robárse otra….
Olvidando el asunto de la bicicleta tengo que ir a la casa de
un narco. No sé pá que pero tengo que ir. Es un narco peculiar. Aparte de vender
su pinche mierda canta en una banda sinaloense.
Estoy en un almacén. De primera parece estar abandonado.
Pero después sabré que no. Camino entre
trebejos, cosas y artefactos que para el caso es lo mismo.. En el final del
almacén hay un señor con cara de pocos amigos. Le pregunto por el narco. Me
pregunta que para qué lo quiero ver. Le hago una mirada de te vale madres.
Solo dile que estoy aquí. El hombre me revisa con la vista.
Ahora le pongo cara de chinga tu madre. Ya no dice nada. Se mete. Me quedo
solo. Pasan dos minutos la puerta se
abre. El hombre me vuelve a mirar
y me dice que Don Julio me espera. Pienso. Estos ojetes envenenadores todavías
se atreven a llamarse Don.
Don Julio es un hombre regordete. Tiene cara de libanes pero
es de Badiraguato Sinaloa. Me mira y me saluda como si en verdad tuvierámos una
amistad. Y que pasó contigo hace mucho que no te miro. Onde andas, a qué te dedicas. Le
respondo a Don Julio que no me dedico a
nada. Soy un desempleado . Ahora dejo que trabajen los pendejos. Don Julio se rie
y me dice: Que ¿paso ? Y se ríe otra vez … Luego abre un cajón , saca muchos
billetes y me dice que son míos. A Dios Don Julio. ¿Y yo porque me merezco
tanto?. Porque eres buena gente. Y yo tengo por costumbre apoyar a las buenas
gentes. Siendo así pués muchas gracias. Le doy la mano y me retiro. Abro la
puerta. Le digo al que cuida; nos vemos. Andele señor….. Me responde…
Justamente en la entrada de la casa de mi abuela. Ahí dónde
precisamente estaba la bugambilia. Descubro que entre ésta y el farol algo se
mueve. Son como las siete de la noche así que
debo de aguzar la vista para saber que es. Busco una escalera corta. Recuerdo que la
dejaron en el patio de atrás. Voy por ella.
La pongo justamente arriba del farol. Miro de nuevo y vengo a
descubrir que son monos. Unos pinches changuitos diminutos. Son como siete. Los
desprendo de las ramas. Los deposito en una caja. Busco a la madre. La madre es
una changa de ojos expresivos, rojos y saltones. Se muestra preocupada.
Me bajo y le digo a mi abuela que me encontré unos changos. Y
qué quieres que haga me dice. No pus nada. Les voy a dar leche en unas mamilas.
Regreso con los animalitos. Llevo mamílas y chupones. Los
changuitos levantan sus bracitos y
comienzan a beber. La mamá me mira como dándome las gracias. Pienso yo. Mejor
los changos agradecen.
Hay un hombre que se llama Alfredo. Viste de traje oscuro. Se
peina para atrás y tiene el pelo negro. Sentada a un lado de él se encuentra
Chelo. El hombre toma una guitarra y comienza a rasgeara las cuerdas y a cantar. Tiene la voz grave,
parece un trueno. Llega Andrés. Me muestra un escrito. Está con letras azules, rojas y verdes.Tiene
además oraciones subrayadas. Me pidie que cante esa nueva composición. Intento
hacerlo pero le digo que su escrito es un verdadero desorden. Le explico
que se debe de arreglar porque no tiene
pies ni patas ni cabeza. Andrés se molesta. Me arranca el papel y se larga. Me
quedo como pendejo…. A veces sucede….
Original de Alfredo Arrieta
Para elpueblodetierra.
Nec spe, nec metu
Estados Unidos Mexicanos.
31 de octubre de 2012.
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