LA MUJER DE MAS DE DOS METROS
LA MUJER DE MAS DE DOS METROS.
Foto : :Alfred Kubin
Ahora ya no me comprometo con nada, no estoy casado con las ideas, vivo el momento, ya no me preocupa el futuro , ni tampoco el qué dirán. En estas noches de mayo, compro un clavel, rezongo por el precio, pero cuando lo tengo en mis manos , siento su textura, parece piel , es terso , es bello.
Camino por las noches del sueño, en los rumbos de San Angel inn. Miro las fachadas de las casas , ostentosas , de contornos diferentes . Aquella de por allá tiene unos balcones por donde dicen en las épocas de la colonia española , se asomaba una dama espectacular . Dicen los que la vieron que tenia un pelo largo de tonos pantera . Sus manos eran largas y gorditas intensas que cuando te tocaban de inmediato te ibas al cielo , las feromonas hacina acto de prescencia y te entraba un calor incontrolable.
Primero te miraba de una manera mágica que casi nadie podía sostenerle la mirada . Todos los lugareños andaban como perros tras de ella y ella de todos se burlaba .
Yo esperé pacientemente en los cielos de la noche , mientras la esperaba veía en los cielos dragones verdes que parecía salieron de los barrios chinos .
Ella rara vez aparecía en los balcones de su casa .
La otra noche llegó un señor parecido a un español. El hombre sacó una espada que perteneció a un duque. La blandía cortando los aires, le gritaba a la gorda Rubens y ella no se dignaba siquiera a abrir la ventana.
Pero las noches de ese mayo de lluvia tuvieron sus frutos . Me estaba comiendo un mango cuando apareció en la ventana , así que busqué con rapidez el clavel . Se lo mostré y con la armonía de su sonrisa se lo colocó tras la oreja, mientras me daba unas calaveras que ella coleccionaba .
En esos instantes se abrió la puerta principal y un mozo me invitó a pasar . La primera impresión fue al ver las múltiples macetas por todas partes , los olores que despedían eran en suma agradables , me hicieron recordar los días , meses y años que pasé en la casa de mi abuela , dónde tenía como penitencia regar un día sí y otro no , todas las plantas de su casa .
Colgadas en las paredes tenían jaulas con pájaros cantadores , algunas variedades eran europeas y esos lo sabía porque tenía una enciclopedia que en mis ratos libres me ponía a leer con suma curiosidad . Había un mirlo, y dos vencejos, también en una esquina me miraba un Tecolote que es una especie que se da en las provincias de la Nueva España.
Había un nicho con una virgen italiana. Subí pués dos o tres escalones y el mozo me encaminó a un cuarto . No tenía luz o esta apenas se filtraba a través de una cortina de terciopelo negro. Ella se llamaba Silvana Silva y esto lo sabía porque ví su foto en un periódico del pasado . La saludé con la intención de quitar la mala vibra . El silencio me invitaba al sepulcro .
Silvana se levantó de una silla miré su figura hermosa , era una gorda hermosa . Hubiera dado toda mi fortuna por poseerla, por tocar sus carnes , sus aguayones . Silvana extendió su mano y ya no era ella , ahora había tomado la figura de una de las pinturas de Leonora Carrington . Silvana estaba sin mano , me dio solamente su muñon , yo la tomé sorprendido por el talle pero su cuerpo fue tomando múltiples formas y texturas . Silvana creció y creció , tenía más de dos metros . Mi cara le llegaba a las rodillas . Silvana me cargó entre su pecho y sus brazos , de su vestido sacó su mano y a la manera de los juguetes transformables se lo ajustó al muñon .
Después se sentó junto conmigo en una mecedora de otros tiempos , se sacó un pecho y precedió a alimentarme . Por mi parte no lograba concentrarme porque de este salía cocacola . Silvana decía que esta era su leche . Qué va a ser no es más que una agua negra . Lo primero que hice fue salir . Silvana me decía en voz pausada y muy a aguda que ella era mi madre . A mi madre yo la conocí y nunca le faltó una mano . Ten me dijo y me ofreció un gato de peluche de ojos verdes y ladinos . Salí al suelo de los adoquines y miré con cara absorta . La casa de San Angel innn estaba deshabitada . La gorda flácida Silvana no estaba, era humo de leña .
Primero pensé en los absurdos del sueño , siempre sueño absurdos , una mujer de más de dos metros y manca , ¿ qué significa eso ?. Tomé un camión de cuarenta centavos que me llevarían a las calles de Luis Moya .
Original de Alfredo Arrieta Ortega.
Pintura de Alfred Kubin.
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