CACEROLAS.







CACEROLAS.





Antes de referirme al sueño del 19 voy a decirte que seguí la entrevista que le hizo Alatorre al JJ, Me llamó la atención en primer lugar la respuesta del porque andaba en esos líos.


Este hombre con una seguridad que ya la quisieran muchos que se dicen controladores respondió que andaba en eso por la maldita miseria.


Es aquí donde se descubre que los supuestos esfuerzos de un sistema que no sirve a las causas populares pero sí a los hombres que detentan el poder político y económico vienen a confirmar que son un fracaso.


En sus respuestas en JJ parecía decir; quién dijo miedo muchachos. No se amilanó ante la serie de preguntas que le hacia el periodista.

Por otra parte en la ciudad de México se ofreció a los depauperados una comida monumental para que saciaran sus hambres, luego el demonio de Tazmania le pedirá que voten por él para la jefatura de la ciudad.

También y antes de dormir o de pasar al sueño de los benditos me encontré con que Elton Jhon había sido padre. El y su esposo entregaron sus espermas para que a su vez se los depositaran en el interior de una mujer que se prestó a tal aberración. Luego le preguntaron al par de putos si habían llorado al tener entre sus brazos al inocente. Tiré el diario, me froté el estómago y traté de imaginar como le hicieron. ¿Mezclaron los mocos y luego le inyectaron al óvulo?.

Me encuentro en el tercer piso de un edificio que fue un manicomio en los años 30. Este lugar es Alabama. Estoy de pie mirando sobre un ventanal. Abajo en uno de los patios hay un grupo de mujeres que azotan cacerolas y gritan como para que yo las escuche. Les hago señas y les digo con las manos que no les entiendo nada. Ellas me dicen que son almas atrapadas y que no están locas. Quieren ser liberadas pero no saben como hacerle. Tampoco hay autoridades que propicien su liberación. Al ver que no hay de otra, comienzan por tirar una puerta, jalan con su manos y le tiran patadas. Una de ellas sangra de un pie pero no ceja en su intento.

Cuando la puerta cede comienzan a correr y se van aventando a un río, sacan sus manos y se les ve en sus caras que están contentas.

Suena un teléfono y parece que yo soy el indicado para contestar. No sé si soy un empleado o pasaba por el lugar. El aparato sigue llamando. Entro a una oficina. Levanto el auricular y la voz de una mujer me dice que dejará un recado al compositor en jefe. Le explico que no irá a la oficina hasta dentro de una semana. Ella me dice que no importa. Me pide que tome papel y lápiz. Así que anoto un número largo que no tiene fin. Me pide que lo memorice y que después tire lo escrito para que nadie lo sepa.

Original de Alfredo Arrieta
Para el pueblodetierra.
20 de enero de 2011.
Nec spe, nec metu
Estados Unidos Mexicanos.

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