VOLVERAN VOLVERAN VOLVERAN LOS DIAS...




VOLVERAN VOLVERAN VOLVERAN LOS DIAS.


“ Hoy soy feliz porque tu amor ha vuelto a mí a rescatarme de mis penas. /Y soy feliz porque al tenerte junto a mí ha terminado ésta condena./
Y volverán volverán volverán los días,/ en que yo sonreía porque tú ya eras mía y el mundo de los dos…/


Ahora que no tuve ningún sueño, ni tampoco tuve la oportunidad de escaparme de esta pinche realidad, me vengo a enterar por medio de un correo que ha muerto Sandro de América.

Entonces voy a aprovechar siendo que es la segunda ocasión en menos de un mes que me refiero a este interprete de la Argentina.


Comencé a fumar cierto día del año 68. Llegó Fernando con unos cigarros que vendían en tendajones y que se podían comprar con cincuenta centavos. Nos encerramos en un cuarto y a nivel de los meros machos y con once y trece años respectivamente comenzamos a fumar.

Primero encendimos un cerillo y el más hábil le saco humo al cigarro. Yo en mi inexperiencia no sabía nada de cómo se fumaba y me tragué todo el humo. Los estragos fueron evidentes. Primero me puse pálido y amarillo, luego me entró un asco y salí a vomitar. Hubiera preferido un chocolate o una paleta de limón. Fernando al descubrir que yo no aguantaba nada se retiró de la habitación y yo quedé mareado y perdido de mí.


Cuando me encontraba en la secundaria, eso de la fumada me venía guango. Compraba unos cigarrillos que se llamaban Baronet. Eran los 70 y todos los muchachos sabíamos fumar.


Para mil novecientos setenta y dos, recuerdo que le encargaba paquetes al señor elevadorista al que le decían El Charro y trabajaba en El Palacio de Bellas Artes, . El se iba cada año a Inglaterra y me traía mis Alfred Donhill. Cuando se presentaba la oportunidad de fumar, les daba a los demás los cigarrillos corrientes y yo me pitaba los buenos. Cuando llegué a la preparatoria ya me fumaba hasta los periódicos. Me acababa toda la dotación que tenía y terminaba comprando puros. Cuando descubrían que ahora fumaba puros y me pedían les decía que traía puros de Campeche y de Orizaba. Porque los de Campeche no echan humo; echan leche. Y los de Orizaba no echan humo; echan baba. Ja ja ja.


Eran tan fumador que mi dosis de humo siempre alcanzaba la meta de sesenta cigarros por día. Mis dedos estaban amarillos y no me importaba, Yo les decía que no era posible que un conversador no tuviera un cigarro entre sus dedos. Eso no era
posible. Después de un buen taco; un buen tabaco…


Cierta vez me encontraba en el Cine Jalisco ese que al paso del tiempo se convirtió en una Iglesia rara que controlan unos brasileños y que según escuche cuando te quieres ir al cielo debes de dar mas dinero si no pues estás jodido y te quedas en el averno.


Estaba yo en ese cine viendo una película que según me acuerdo se llamaba Sandro de película , en donde el cantante se movía a placer y las muchachas gritaban como si se encontraran poseídas por este hombre gitano.


Llegó un momento que cuando se encontraba a medias la peli comencé a sentir como si me faltara el aire. Debo aclarar que no era por los efectos de lo que se proyectaba sino que en verdad me faltaba el aire. Salí apresuradamente del cinema y comencé a andar con el propósito de encontrar un doctor que me revisara.


En la esquina de Héroes de 1810, vi un anuncio que decía partos sin dolor. No lo pensé más y aunque yo no estaba embarazado entre al lugar. Una recepcionista que se encontraba atendiendo a las personas me miró y yo con cara de me muero le dije que necesitaba ver al doctor. Me respondio que el galeno se encontraba atendiendo a una paciente. Sin importarme nada, busqué la puerta del consultorio y entré para encontrarme que el doctor le untaba a una señora una especie de gelatina en la barriga. Le dije que no podía respirar y hasta pegó un respingo. Se giró para decirle a la mujer que saliera un momento en lo que procedía a revisarme.

Buscó una lamparita y me echó la luz sobre las pupilas. Me preguntó si yo ingería algún tipo de droga. Le respondí que no. Que solamente fumaba cigarrillos. Me miró y volvió a preguntarme cuantos me fumaba diariamente?.

Para que no se oyeran muchos pensé y le dije que solamente tres cajetillas. Esos son sesenta cigarros por día. ¿ Algo más ?.Sí, 15 Cocacolas cada 24 horas y como veinte tasas de café del Do Brasil.


Caballero….. Me dijo. Trae usted las pupílas dilatadas. Como si se hubiera inyectado alguna droga.


Entonces se sentó y comenzó a escribir una receta en donde me decía que debía tomarme unas pastillas y no sé que otra cosa.


También me pidió le llevara un estudio del torax. Para ver si yo no tenia tuberculosis. Le contesté que tenia una radiografía reciente , como de tres meses atrás. Me dijo que para descartar algún problema la necesitaba reciente.
Entonces acudí a sacarme los estudios y al regresar nuevamente al consultorio. Las saco de su sobre grandote y las fue a colocar en una cuadro que emitia luz blanca.

El doctor me dijo que no me pedía que dejara de golpe los cigarros, si que me fuera moderando. Si hoy me fumaba sesenta, pués mañana fumara cincuenta y nueve y así sucesivamente…
Primero dije que me resultaría muy difícil hacer eso. Asi que fui a comprar unos dulces de anís que le gustaba mucho a mi abuelita. Luego comprendí que si no moría de cánce o efisemar moriría de diabetes por tanta pinche azúcar. Asi que los dejé también.



Una vez en mi casa de Tacubaya. Me fumé todos los que tenía en mi guardado. Cuando comprendí que solamente me quedaba uno. Lo encendí y con placer comencé a fumar: “ Pobrecito mi cigarro, un día te han de culpar/ Cuando al corazón cansado se le duerma su compas…Y a largo de la vida fumar, fumar y pensar/ Sueños perdidos en humo/ Y eran humo nada más….


Después de ese último cigarro no volví a encender uno más. Mis años de fumador quedaron atrás hace más de 25 años. Debo decirte que si renuncié a fumar no fue porque el cigarro y su humo no me gustara, sino más bien la razón fue que no me quería morir tan joven y sin haber fornicado.


Ahora me encuentro que ayer falleció Don Sandro y que nunca quiso o no pudo renunciar al cigarro. Si yo hubiera insistido en mi necedad, es posible que ahora mismo hubiera acompañado a este cantor o también estuviera en esta última etapa. Lo que si les puedo decir es que si usted es fumador, empedernido o nó, tire de inmediato esa mierda, no sirve para nada y envenena y mata lo que puede….

original de Alfredo Arrieta
Para elpueblodetierra.
Nec spe, nec metu
Estados Unidos Mexicanos
05 de enero de 2010.

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