PLAZA DE
PUEBLO, SIN COMER, VAMONOS.
La semana
que está pasando no ha sido la mía. Incluso te puedo decir que ha sido una de
las infelices o negras que yo haya
podido vivir. Asi que sin más me coloco
mi gorra del Perú y alla voy. Es mejor dormir así te evades de la realidad que
es dura, y con sus buenas dosis de crueldad.
Me encuentro
en una Plaza de pueblo. Parece que es
día de fiesta porque a pesar de la pobreza las personas aún tienen un motivo.
Veo a las mujeres con listones en las
trenzas, sus caras untadas de crema de bote y sus labios con colorete. Me
agarran una ganas de tomar un refrescante. Miro pá todos lados que es lo mismo
que por doquier y logró divisar cerrando los ojitos un puesto de aguas frescas.
Ah : Que
costumbre olvidada. Los mexicanos supimos caer en la tentación del
capitalismo y cambiamos la delicia de
las aguas frescas por las pinches Pepsi Colas.
Una mujer va
sirviéndo a los sedientos sus vasos
rebosados. Sin preguntarle el precio le digo que me haga favor de servirme uno bien grande. Ella señala con
su dedo como diciendo : ¿De este o de
este?.
Déme uno de
sandía. Debo decirles que la temperatura anda como en 28 o 30 grados. No se
tarda ni un minuto. Tomo el vaso y lo
engullo, guru guru guru….. Ah¡….
Con la
necesidad satisfecha y después de pagarle dos pesos con cincuenta decido
deambular. Debo decirles que un
psiquiatra comenta que las personas
cuando dormimos nos gusta caminar. Yo soy de esos.
Hay un
jardín. Sobre un pastito se colocaron unos cinco gallo de papel mache . Hay otros cuatro pero
fabricados de mimbre. Se distinguen porque
las crestas son de vidrio precioso. De momento los gallos cobran vida y
comienzan a andar. Los primeros cantan con tal fuerza que te vibran los tímpanos..
Un cartero
me toca el hombro para preguntarme sí soy Alfredo. Bueno eso depende de a cual
Alfredo esté usted buscando. No me vaya a confundir con otro. No señor. Por sus
señas cree que es usted. El hombre me pide una identificación. Le muestro Mi IFE. La mira y me dice: Ya vé sí era
el que andaba buscando. Le traje una
carta. ¿Todavía alguien escribe cartas?. Así parece. Me la entrega y se marcha.
Miro de
nuevo a los gallos que ya han cesado en
sus cantos. Rompo el sobre por la parte de arriba. Le doy tres golpecitos y
sale el papel.
Leo con
atención:
Querido hijo te escribo desde este limbo para decirte que es urgente que vengas. No tengo ni qué comer. Tu padre..
Cierro la
carta y es ahí justamente ahí en donde entro en conflicto. Y cómo piensa mi papá
que yo le puedo ayudar ¿si lo único que
traigo en los bolsillo son dos corcholatas?.
Me voy del
jardín.
De regreso
en una casa que sé que es mía busco la cama. No me acuesto porque todavía es
temprano. Pienso.
Mi padre en
la vida fue un triunfador. Todos estaban a sus órdenes. Y no había cabrón que no
le respetara. Pero ahora en su estado de gente muerta dice que tiene hambre?.
Abre la
puerta Tristán. Me dice: Estuve con mi abuelo hace unas horas.
Ah¡.
Y que te dijo.
Que te había
mandado una carta pero que no había tenido respuesta.
Me rasqué la
barba y dije:
Es que tu
abuelo me pide que comer y yo no tengo que llevarle.
Tristán me
dice: Le dejé 300 pesos. El abuelo respondió que me los pagara en cinco días y
que además me los pagará con intereses…
Me quedé en
silencio y pensé: ¿Y para qué carajos querra un muerto 300 pesos?
Me levanté
de la cama en que estaba sentado y le dije a Tristan ahora vuelvo…
En la parte
trasera de la casa hay una puerta. Es la puerta que divide la vida y la muerte.
Yo no le tengo miedo. Cada que es necesario entro y salgo. Los muertos no hacen
nada.
Camino unos
pasos y más allá hay unos cuartos. En ese que esta ahí vive mi padre…
Toco . Su voz me responde: Y para qué
chingados tocas. Aquí no hay nada que robar.
Le dije a mi padre que le llevaba dos sobre de
leche en polvo. Mi padre con barba de
quince días me dijo a su estilo : ¿Y yo para que quiero unos sobres de leche?. A
mí tráeme una botella de ron. Tomó los sobres y me los aventó en la cara. Salí.
Más tarde mi
padre fue a buscarme a la vida real. Estaba apresurado. Me dijo que agarrará un
suéter de la cómoda, que llevara mis tenis y que no olvidara una muda de ropa.
Busque
rápido lo que me pidió tanto así que cuando intentaba cerrar la puerta se me cayeron
algunas cosas me miro como diciéndome cómo eres pendejo..
Le pregunté: A dónde vámos. Amonos, ámonos me
dijo…
Original de
Alfredo Arrieta
Para el
pueblo de tierra.
Nec spe, nec
metu
27 de
Septiembre de 2012.
Estados
Unidos Mexicanos..
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