TRANVIA CREMA, MONITOS.
Algunos dicen que el pasado ya no
interesa, pero es necesario atenernos a la historia.
Es por eso que de esta manera , en un chispazo
decido regresar y qué mejor que abrir la
puerta de la percepción a decir de William Blake.
Voy corriendo detrás de un tren.
No vayas a pensar que soy como los amigos emigrantes que ahora van rápido para treparse a la bestia. Tampoco soy
Salvadoreño para andar en esos menesteres.
Este es un tren de aquellos que
circulaban en los mediados del 70.
Un tren urbano que te cobraba treinta y cinco centavos y te llevaba en un viaje de tal tedio que te podías leer completas las
obras de Don Marcial Lafuente. O la colección de cuentos del Santo.
Voy corriendo con mis zapatos
sandak. Esos pinches zapatos de hule que al paso de las horas te sudaban tanto
los pies que al caminar te chachacualeban cuando te los quitabas , los calcetines estaban convertidos en lodo.
En la parte trasera de ese tren
hay una puerta.Siendo que en los trenes de la realidad no la tenía.
Como puedo intento agarrarme de
alguna salida. Por suerte este transporte tiene una bola detrás en donde le sube un cordón de fierro o más bien un
cable que se le enreda y desenrreda.
Logro sentarme en asientos de
acero. Lo toco con la mano. No entiendo porque a alguno se le ocurrió diseñar
estos muebles para posarse .No pasan ni diez minutos y las nalgas te duelen
como no veas. Me pongo de lado, luego del otro. Estoy tranquilo porque en este
sueño bendito no me duele ni la pierna ni nada.
Enfrente de mí va sentada la
Montserrat.Tiene cuatro años, lleva puesto su abrigito de caperuza. Van
también como doce personas que nunca he
visto. Y que al paso de las estaciones irán bajando para no volverlos a ver
nunca.
Me gusta este tren porque siempre
te lleva a la Primavera.
Como en esos viejos tranvías enfrente de mí conduce un señor de pelo maltratado y tiene el rostro largo.
Estas personas siempre me han causado
algo de resquemor. El individuo grita algo que apenas logro escuchar. La razón
; hay un vidrio que impide el paso de los sonidos.Intento levantarme para darle el importe de mi pasaje. El hombre
con palabras vulgares me dice que ya para qué. Que casi llegamos. Así que me
guardo mis monedas y me regreso a mi asiento particular.
Me parece que hay muchos extraños
que su motivo de defensa en la vulgaridad. El único vulgar que me agradaba era Marlon Brando en un
tranvía llamado dese de Tennessee Williams
. A los demás vulgares les falta
una pulidita.
Tomo a Montserrat de su manita y
nos bajamos. Hay un camellón de cemento. Sopla un aire. Son las siete de la
tarde….
Miro un letrero que dice: San
Pedro de los Pinos…..
Estoy metido en un lío que debo
resolver.
Abro un closet . Busco un aspiradora. Le grito a una mujer
negra si la ha visto. Ella aparece y me dice que está en otro cuarto. Sin
responderle voy a él. Sí es verdad . Este trebejo está aquí desde que un día mi abuela decidió que era mejor la
escoba. Ella decía que para qué tantas cosas. Al final las tiras. Y nada valen.Mi abuela sabía todo.
Y yo por suerte
aprendí a su vera. Ahora los pendejos nos
saben ni poner un botón a su camisa. Yo no. A mí cualquier problema que se me
presenta intento resolverlo de la mejor manera. Y si acaso no lo lograra pués
lo dejo y ya está.
Tomo el cable y lo conecto. Salen
chispas. La negra que se llama Josefina me dice que tenga cuidado que en la
casa contigua se propicio un incedio y murieron achicharrados dos ancianos. Y
eso que Josefina?: Yo ni los conocía le digo. No se crea. Sí no los conoce aquí
los conoce allá? Josefina se reía como que gozaba con mi ignorancia . A mí que
chingaos me importan las cosas ocultas. A mí me gusta la verdad y nó que te anden escondiéndo la araña.
La aspiradora hace un ruido
tremendo. Todavía para esos tiempos no las habían perfeccionado.
Le grito a Josefina y le digo que
me voy a agachar para recoger esas bolitas de pelos que siempre hay debajo de
la cama. Veo como el tubo succiona todo.
Cuando estoy con el culo arriba
entra la negra y me dice que no vaya a abrir el tercer cuarto.
¿ Y eso porque?. Porque hay más
de cien monitos negros. ¿Monitos negros?. Si señor… changuitos de quince centímetros.
No le hago caso y abro la puerta.
Es verdad hay un chorro de changuitos que se arremolinan entre ellos y se
arropan.¿ Tendrán piojos?. Yo creo que sí me dice la sonrisa de maíz.
Que es lo que vámos a hacer con
estos animalitos?. Podemos llevárlos al zoológico.
Saco de la cartera y le digo a
Josefina que vaya al mercado y compre plátanos.
Deben de tener hambre…
Josefina se va y yo me regreso a
mirar a los animales. Tienen los ojos redondos, caras inocentes.
Original de Alfredo Arrieta
Para elpueblodetierra
Nec spe, nec metu.
14 de agosto de 2012.
Estados Unidos Mexicanos.
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