PERSEGUIDOR….
Como león que va detrás de una gacela ahora me tocó ser
el que depreda.
Andaba yo por una de esos barrios der mala muerte y dónde la
suerte nada vale. Tienes que mirar constante porque al menor descuido alguno te
roba, te detiene para pedirte un cigarro. Sí no te pones a la expectativa te
mete un cuchillo.
En una puerta entre abierta pude ver el rostro de un chango que en
la vida real no me cae debido a
su tipo de sangre. Uno no puede ir por estos caminos cayédole a toda madre a todo el
que lo ve. También sé que en el mundo hay gente que no me quiere y otra que sí.
Que se le va a hacer son cosas de este oficio.
Vi sus ojos y su rostro. Este hombre no es de confiar y es
capaz de cualquier cosa.
En los principios de
este sueño yo era la gacela. Así que con mis patas flacas y mis
movimientos nerviosos iba de aquí para allá. No podía quedar
en la mira del cazador. Que sólo esperaba el momento adecuado.
Salté por entre esas cajas y mi percepción fue adecuada ya
que el cazador había puesto su dedo en
el gatillo y disparó justamente en el preciso momento en que yo alzaba las
piernas . Lo
único que logró por el momento fue que dos palomas levantaran su vuelo
y se esparciera algo de polvo.
Con los pasos alterados y jadeando busqué una esquina para protegerme.
El hombre que no me cae envió a dos o tres sicarios para que
me dieran cran. Busqué entre mis ropas, nunca salgo a la calle sin resguardo.
Aquí en este mundo no hay ley. Esta duerme un sueño en el librero de quién la
escribió.
La tarde nos caía, pensaba que este era mi último momento en
este valle de crueldad. Incluso anoche antes de cogerme a la fría me pidió que
le prometiera que cuando me llevara la China Hilaria nunca regresaría en forma
de fantasma para asustarla. ¿ Ni siquiera para que te agarre las nalgas ?. No-
Ni para eso.- Dijo. A mí me dan mucho miedo las ánimas. -Sí ni hacen nada. Ellos
están muertos-.
Dos disparos lograron hacer un hoyo de bastante profundidad
comprendí que los cabrones traían armas de calibre alto.
Me escondí entre dos barriles, pasó un gato y me hizo miau.
Le dije colocando el dedo índice en mis labios que se callara pero el gato hizo
caso omiso a mi petición.
Los señores continuaban buscándome. Pasaron junto a mí. Con
un movimiento rápido salí de mi escondrijo y les metí dos balas a cada uno.
Cayeron muertos. Yo sólo me llevé un rasguño motivado por un clavo que
sobresalía en la pared.
De gacela pasé a león. Regresé no sin antes contar cuántas
balas quedaban en la recámara de mi pistola. Pensé que dos serían suficientes.
El jefe de los dos muertitos andaba con la preocupación de
qué había sucedido. Me detuve y ahí estaba.
Recordé que hace un rato el payaso
de Jodorovsky habla sobre muertes
merecidas. No estoy de acuerdo que ninguno merezca morir. Salvo en este caso.
Si el señor no me hubiera agarrado tanto rencor, yo nunca hubiera atentado en
su contra. Pero antes los hechos no me queda más que despacharlo al valle de
las pinches lágrimas.
Le pegué un grito y medio se asomó. Le dije que nadie lo
protegería al menos por el momento. Le dije que sí quería asegurarse de seguir
en esta vida que mejor le valdría ser hombre y enfrentara no como gente vil,
sino como hombre lo que había provocado.
Parece que mis palabras hicieron efecto en este hijo de puta
porque salió acompañado de un perro gris. Me dijo que yo no cabía en este mundo
y que por eso había enviado a que me sacaran. Ni que fueras Dios para decidir quien vive y
quién no le dije.
Sabía que este tipo de personas son traicioneros. Así que no
le despegué ni un momento la mirada. Dijo que olvidaria todo que me dejaría en
paz. Su palabra para mí nada valían. Se giró y disparó dos veces. Yo solamente
una. Le metí un tiro en su desalmado corazón……
Original de Alfredo Arrieta
Para elpueblodetierra
Nec spe, nec metu.
19 de Agosto de 2012.
Estados Unidos Mexicanos.
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