GALENO, TRESCIENTOS PESOS…
Miro al galeno y es
una copia exacta del rostro de mi padre. Quién sabe cuáles son o serán los motivos de la natura
para que algunas gentes se asemejen. Le digo a
Eloisa y asegura lo mismo.
El doctor me pide
baje la cabeza porque me revisará una protuberancia que apareció en la
parte posterior del cuello. Según sus primeras averiguaciones es solamente
una bolita con grasa. Ya me imaginaba yo
el drama cuando me dijera que era un cáncer maligno y toda esa sarta de cosas
que viene cuando eso sucede.
Como no pasó nada relevante , le
digo a Eloísa que me voy a retirar a ver una película de Stanley que a pesar
de que la filmó hace mucho hasta ahora tengo la oportunidad.
Me encuentro acostado en un
colchón de los grandotes. Tengo a mi lado una bolsa de palomitas, bolsas de
chicharrones, una Cocota, cigarros nó porque ya no fumo . Solamente me falta la
compañia de una buenas nalgas. Haber sí luego me las consigo.
Me quedó dormido y ya para las
doce con cuarenta y cinco me dirijo a
una casa en donde tiempo atrás no sé quién obtuvo una deuda. Así que decido
acudir en este tiempo del sueño y porque
tengo tiempo.
Una señora anciana con cara de
rana poeta me mira cuando le recuerdo que le voy a pagar cien pesos que
se le quedaron a deber. La mujer ni siquiera se acordaba del sucedido.
Me dice que espere que me va a preparar
un café instantáneo. Los demás miran la televisión y ninguno es amable como para
pedirme que tome asiento. Ellos
siguen adentrados en el tema de un
asesinato que habrán de resolver Mariska y Elliot..
La mujer regresa con una charola en las manos. Lo deja
suavemente en una cómoda. Entonces es el momento que yo aprovecho para pagarle.
Sacó de mi cartera un buen fajo de billetes. Sé que la deuda son cien pesos. La traigo apuntada aquí en
este papel. La mujer rana, de súbito me
arranca el dinero por completo y me dice que se le debe más por los años que se
tardaron en pagarle. Le digo a la mujer que
la persona que le debía ya murió y que por lo tanto yo no tengo ninguna
obligación de pagarle. Si lo estoy haciendo es
solo para quedar bien en los recuerdos de esa gente.
La mujer rana se queda callada
pero no me regresa el dinero. Le digo que
no está bien que esos se le enseñe a los niños que miro sentados por
aquí y por allá. La mujer no se doblega y me dá la espalda.
No lo hubiera hecho porque entonces me sale una furia. Comencé por
principio de cuentas a decirle de la manera más elegante que era una
persona parecida a la mierda. Luego me
fui como en un hilo y le dije todo lo que pude. Estoy cierto de que sí me hubiera
escuchado algún decimista en Veracruz de seguro me contrata porque para decir
chingadera y media me pinto solo.
Cuando ya le había mentado la
madre a la mujer rana, no tenía más que hacer y salí. No sin antes enfrentarme
a un anciano enano. Este a pesar de su pequeñez se mostraba bravo. Se me
abalanzó y yo solamente lo tome de la camisa y lo arrojé a una pared; puto
enano le grité, y ví como el anormal
caía de costado y sangrando de la boca.
Salí enojado por el robo que
había sufrido y por las maneras de comportarse de estas gentes que aparentan
decencia y son como la chingada. Es la verdad.
Ya afuera en la calle , en el
quicio me encontré un paquete de cartas amarradas. Me agaché y en medio de las
cosas que llevaba las escondí. Pensé que habrá
entre estas postales alguna dirigida a la mujer rana.
Y así fue ene efecto. Había una
en donde le cobraban una suma importante y además le decía que le embargarían
sus bienes.
Con este papel en las manos decidí
buscar el número telefónico de los que le cobraban y me puse en contacto con
ellos para decirles que la mujer rana no estaba muerta ni deambulaba por el lago lodoso. No, señor,
ella vive en el departamento de arriba. Incluso cuando me pidieron más datos
les dije cuales eran las caracteristicas
físicas de la mujer que me robó.
Original de Alfredo Arrieta
Para elpueblodetierra.
Nec spe, nec metu
20 de Junio de 2012.
Estados Unidos Mexicanos.
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