CANTARES DEL ALMA CAPITULO III
CANTARES DEL ALMA.
GUILLERMO PELLEGRINO.
A L F R E D O Z I T A R R O S A
CAPITULO III
Seis meses en Córdoba
En los primeros días del año 1960, a instancias del cordobés Marcelo Bazán ( instalado ya definitivamente en Córdoba después de su exilio en Montevideo ), y de su ex compañero de El Espectador, Nelson Rodriguez ( quién a través de Bazán había llegado a Córdoba ), Alfredo decidió viajar a la ciudad mediterránea.
Iris Simone recuerda cómo fue que surgió ese viaje: “ pidió en El Espectador una licencia sin goce de sueldo. A raíz de la insistencia de sus ex compañeros de la radio decidió irse un tiempo a Córdoba. El fue de visita, un poco a ver que pasaba. No tenía un tiempo estipulado para quedarse. Finalmente se quedó seis meses... En este viaje, como también en que realizó años después a Perú, él se estaba escapando, no sé de qué o de quién, tal vez de él mismo. Cuando retornó de Córdoba, me dijo textualmente : “ Entre otras cosas me fui pensando que ibas a caer en brazos de otro ´. Lo temé con pinzas, era una de las tantas cosas que solía decir Alfredo “: 1
El flaco viajó desde Montevideo hasta Buenos Aires y de ahí tomó un ómnibus que lo depositó, sin escalas previas, en la ciudad de Córdoba. En varias ocasiones se sindicaron diferentes lugares en los que trabajó, diversos años, y muy diferentes motivos por los que llegó y más tarde dejó esta ciudad.
Por ejemplo en el libro Alfredo Zitarrosa, su historia “ casi ” oficial se da a entender que fue en el año 1959 que estuvo en Córdoba gracias al dinero que recibió por el Premio Municipal de Poesía , con el que también realizó un viaje por el norte argentino. En ese mismo ensayo,biógrafo Eduardo Erro menciona que no pudo seguir desempeñandose como locutor a raíz de una ley argentina muy rígida en cuanto a los requisitos de nacionalidad. Otro de los ejemplos, es una breve reseña histórica que hace el diario cordobés La Voz del Interior que dice textualmente. “ ... En los últimos años de la década del 50 su voz se escuchó diariamente a través de los micrófonos de LV2 y LW1 de nuestra ciudad...”
De acuerdo a los testimonios y documentos recogidos en esta investigación, aparecen elementos que corroboran que Zitarrosa vivió en Córdoba los seis primeros meses de 1960. Existen fehacientes documentos : las cuatro cartas que Alfredo le envió a su amigo Bécquer Puig ( una fechada el 11 de febrero de 1960, otra del 11 de abril del 60, otra del 16 de mayo y la cuarta del 10 de junio del mismo año ) y una misiva que le mandó a don Vicente Basso Maglio con fecha del 4 de abril de 1960. Toda esta documentación, además , es coincidente con los valiosos testimonios de Iris Simone, Marcelo Bazán y Mabel López, ex locutora de Radio Universidad, quién fue una de las personas que más amistad trabó con Alfredo en su estancia cordobesa. Tanto Bazán como López aseguraron que Alfredo llegó a Córdoba en ómnibus desde Buenos Aires, que cuando dejó Córdoba viajó directamente a Montevideo, que no hizo ningún viaje- por lo menos que ellos tuvieran conocimiento- al norte argentino durante su estadía en “ La Docta”.
Iris Simone como Béquer Puig recuerdan que Alfredo, más de una vez, había manifestado su deseo de hacer un viaje por el norte argentino junto a unos antropólogos. Iris, inclusive, asegura haberlo acompañado a conversar con unos antropólogos en la Ciudad Vieja y Béquer recuerda haber ido junto a Alfredo a ver a un antropólogo en Punta Gorda. Ambos – Simone y Puig-, no recuerdan que ese deseo se haya convertido en realidad. Cabía la posibilidad, entonces que ese viaje lo hubiese concretado en años posteriores. Su esposa, Nancy Marino, asevera que mientras estuvo con ella no realizó ningún expedición de ese tipo. Lo más factible, entonces, es que este viaje se haya quedado en esa etapa de “ planificación”
¿ Pero quién realmente pude asegurar que no lo hizo? Al no ser hallado ningún documento, y según el testimonio de muchas personas ligadas a Alfredo en diversas etapas, todo parece indicar que no lo concretó. Uniendo las transcripciones de esas charlas, más algunas claras evidencias de que estuvo afincado en un lugar, sin moverse, no surge el tiempo físico para poder realizar un viaje de estas características.
Sin embargo, “ La segunda vez”, uno de los cuentos de su libro Por si el recuerdo, hizo referencia a un viaje con antropólogos, por las provincias de Catamarca, Santiago del Estero y Tucumán. Según algunos indicios, este cuento fue trabajado desde la ficción. La fantasía y las intenciones reales que El Flaco tuvo para realizar esta expedición, deben haber sido, con seguridad, los motores para escribir este cuento. Es posible que él haya imaginado que esa fantasía sucedió en su vida real, no en vano, la imaginación forma parte del mundo efectivo.
En las conversaciones con Mabél López y Marcelo Bazán, más los dichos de Lidia Lezcano y José González ( locutores cordobeses que también conocieron a Alfredo) surgió la aseveración de que en ese tiempo no hubo ninguna ley que impidiese trabajar a los extranjeros; Alfredo, en realidad, dejó la radio y se fue a Córdoba por otros motivos.
Hasta el momento, de paso por Córdoba, era muy poco lo que se conocía. Casi nada se sabía de sus actividades y los amigos que allí supo cosechar. Los motivos de ese repentino éxodo también eran una incógnita.
Alfredo llegó en el verano del 60 a visitar a Bázán y a Nelson Rodríguez. Fue, fundamentalmente, a conocer. A los pocos días de su llegada se entusiamó y quiso quedarse.
Pero para permanecer allí por más que vivía junto a Rodríguez y a veces también paraba en lo de Bazán, tenía que empezar a trabajar. Marcelo Bazán, quién en esos años estaba trabajando en LV2 que en ese tiempo se llamaba “ La Voz de la Libertad” * ( actual Radio General Paz ) intentó, pero no pudo ubicar a Alfredo para que trabajara allí.
´ Al no poder hacerlo ingresar en LV2 , me contacté con mi amigo Silvio Borioli, quién tomó a Alfredo para trabajar en la agencia de Publicidad Nova.
Su tarea no era sólo leer los avisos de la agencia, también tenía la facultad de participar en la parte creativa de los mismos. En ese momento, la mayor parte de la producción de la agencia. Nova estaba en LW1 Radio Universidad. Así llegó a esta emisora. ´3
Nunca llegó a a ser personal estable de RadioUniversidad, ni tampoco de LV2, emisora donde su paso fue muy fugaz: hizo una breve suplencia de medio turno, leyó avisos de clientes de la Agencia Nova e hizo alguna presentación, nada más eso. En Radio Universidad hizo sí varias suplencias y fue en esta misma emisora en la que participó de la primera trasmisión estereofónica que se hizo en Cordoba la locurora Lidia Lezcano inclusive, asegura haber visto en uno de los medios escritos de Córdoba, una publicidad de aquel hito de la radiofonía en la que aparecía el nombre de Alfredo Zitarrosa junto al de otros locutores.
• también se llamó Radio Central y la Voz del Pueblo.
Al poco tiempo de estar instalado en la Ciudad de Córdoba, más precisamente el 11 de febrero de 1960, Alfredo le escribió ( con una letra más cercana a ciertos jeroglíficos de siglos pasados ), una carta a su amigo Béquer Puig. Conciente de su pésima caligrafía apeló – unas líneas más arriba del encabezamiento- una humorada: “ Decíme: ¡ vos entenderás la letra?
¨Hola nene¡ es que tengo que disculparme por haber demorado tanto en contestar.
Pero te aseguro que me sobran razones. Para empezar ando medio enfermo del hígado; en segundo término no tengo plata; y por último, algunos locutores argentinos, amén de tenerme las p... hinchadas , me tienen a los saltos... ´
Después de explicar detalladamente los problemas que tuvo que soportar para poder trabajar como locutor, y de pormenorizar todos los conflictos que se generaron entre la SAL ( Sociedad argentina de locutores ) y el gremio de locutores, Zitarrosa destaca el gesto de sus leales amigos a quienes la situación también los perjudico.
“ Bazán y Rodriguez son poco menos que los dueños de la radio, y este asunto los tiene muy mal. Cierto es que si mis derechos no fuesen firmes y verdaderos, nada habrían podido hacer; sencillamente porque las desiciones gremiales son inapelables; pero también es verdad que con mis problemas, también ellos se vieron afectados y tomaron mi defensa decididamente, lo que un poco nos define ante los indiferentes ( u observadores), como un equipo bien organizado, dispuesto a arrear acon todo...”
Todas esas dificultades lo hacían tener, por ende, cierta preocupación por su situación económica: “aunque sea tengo asegurado el ‘morfi’ para marzo”, decía unas líneas más abajo. Muy desgastado, Alfredo le dedicó varios párrafos al conflicto laboral: personificaba a los actores como sus “defensores” y sus “detractores”, y en uno de esos asuntos puntuales los definió como su “defensor” y su “detractora”, “porque era una mujer”,
Aclaró.
“...Pero a mí me han jodido de cualquier manera: Me han hecho perder trabajo, que es lo que querían. Tanto es así, que estamos a 10, y hoy por ejemplo, ya me he pasado el día con un refuerzo de mortadela.
Agregá que el franqueo es caro (10 o 12 pesos) y ya tenés la explicación detallada de la demora de mi carta...
...Vuelvan a escribir a calle Maipú 166. Había mandado otra dirección, pero me voy a mudar el 23 para el otro lado... ¡Viva la solidaridad y la FAU!*Te quiero mucho...
Alfredo.*
La Radio Universidad estaba ubicada en ese entonces en el pasaje Muñoz, en el centro de la ciudad. Tanto los locutores, como los otros empleados de la radio, solían ir al café Buvette. Allí Alfredo comenzó a entablar una amistad con la locutora Mabel López. Tenían mucha afinidad e ideologías parecidas. “Me acuerdo que en el Buvette Alfredo siempre pedía una cañita. Allí charlábamos bastante... El andaba con un cuadernito en el que escribía mucho. Como a veces se lo olvidaba, escribía versos en las servilletas del bar. Usaba varias. Los gallegos del bar se enojaban y cuando lo veían venir le sacaban los servilleteros... , a él no le importaba mucho.”4
Cuentan compañeros de la radio que era muy reservado y que muy poco se sabía de su vida privada. José González, compañero de Radio Universidad, coincide: “Aquí era un tipo respetado, que no hizo grandes amistades. Hablaba muy poco. A veces lo venía a buscar Nelson Rodríguez, conversaba mucho con Mabel López y era muy afectivo con otro uruguayo que andaba por aquí y que ahora no recuerdo su nombre...
Cuando la radio entraba en cadena, o en algún otro momento libre, él agarraba la guitarra del conjunto estable de la radio y se ponía a cantar...
¡Ah!, recuerdo también que siempre traía un libro y que una o dos veces por semana venía de la radio con un diario uruguayo bajo el brazo, generalmente de 3 o 4 días atrás...”.5
Extrañaba mucho el Uruguay, y ese sentimiento de añoranza lo corporizaba, muchas veces, en cosas que para él lo acercaban a su país, a su gente. Así lo demuestra claramente en una esquela que le envió a Bécquer por intermedio de Genaro Carleo, comentarista de basquetbol de Radio El Espectador que Había viajado a Córdoba. Su caligrafía es pésima, muy difícil de entender. Fue escrita una noche, en la que se nota el apuro y alguna copa de más.
“Bécquer: Te hago llegar esta carta por intermedio de Carleo, para pedirte por favor que me mandes cigarrillos...**Estoy borracho, naturalmente. Y Carleo se va dentro de media hora... Te basta con hacer una colecta y juntar
________________________
*Federación Anarquista del Uruguay.
**Por ese tiempo Alfredo Zitarrosa fumaba La Republicana, después en otros tiempos, fumo La Cubana, siempre negros.
20 0 40 pesos, para comprar uno o dos cartones y llevárselos a casa donde mamá te va presentar a los Oliva, un matrimonio cordobés que a su regreso me los puede traer... Y no dejes de mandarme también un paquete de yerba uruguaya, que la de aquí es insoportable... Este pedido que te hago, debe ser una osadía; pero lo cierto es que esto de los cigarrillos y la yerba, es, por ahora, mi mayor necesidad...”
“Zita”, como le decían en la radio, era noctámbulo. Solía ir a tomar alguna copa con Rodríguez y a veces, También, con el poeta salteño César Perdiguero a quien había conocido por intermedio de Bazán. Pero fundamentalmente se relacionaba con Mabel López y su círculo.
“Salíamos mucho con Alfredo y con mi prima, quien en ese momento vivía conmigo y con mi madre. Ibamos mucho al boliche que quedaba en Rafael Núñez y calle 10, en el Cerro de las Rosas. Alfredo llevaba la guitarra y cantaba, los dueños lo empezaron a querer, estaban chochos cuando iba.”6
Se le notaba melancólico –cuenta la gente que lo conoció en su estadía cordobesa-, un poco solo, porque sus más allegados amigos, Bazán y Rodríguez, tenían sus familias y sus obligaciones. Cuentan que en algunas ocasiones solía mencionar a Iris, su novia de entonces. Para él era importante. “Quiero también que hables con Iris ( le pidio a Bécquer Puig en una carta del día 11 de abril de 1960), o si has hablado o simplemente hablás o no te hablás con ella, que me lo cuentes, que me digas algo de eso, que para mí sigue siendo fundamental, vos lo sabés...”.
Zitarrosa tampoco estaba muy satisfecho con el trabajo, quienes lo frecuentaron en ese tiempo tienen una opinión coincidente: “En la radio se le había cerrado el camino, estaba haciendo trabajos, muy por debajo de su nivel. No podía estar contento, él estaba para cosas más importantes”
Su compañero de Radio El Espectador, Vicente Basso Maglio, era mucho mayor que Alfredo y estaba estrechamente vinculado con el ambiente cultural: Tenía muy claro que Zitarrosa estaba para cosas trascendentes, no sólo en su trabajo como locutor, sino en el campo de la poesía. En las radios montevideanas El Flaco estaba haciendo carrera, su voz empezaba a ser reconocida y hacía poco tiempo que había obtenido el importante Premio Municipal de Poesía Inédita. Basso Maglio nunca había estado
Con la “huida” del Flaco a Córdoba. Así se lo había hecho saber en una carta que le envió a esa ciudad argentina. Alfredo le respondió inmediatamente. En estas líneas dejó entrever su orgullo y el gran respeto
Que le infundía la figura de Basso Maglio. La carta está fechada en Córdoba, el 4 de abril de 1960.
“ Querido Don Vicente : recibo su carta con verdadera sorpresa . Y en cambio no sé si ha recibido usted la mía con fecha 20 de enero. Pero es reconfortante comprobar que uno provoca en alguien sentimientos así.
Yo , a lo sumo , aspiro casi exclusivamente a merecer ese cariño, tal vez ese sincero deseo de volver a estar juntos, que acaso es una de laa formas más perfectas del respeto y la solidaridad.
Compruebo igualmente que en alguna medida nos mueven causas diferentes. Y no porque mi deseo de volver sea menor que el suyo de que yo vuelva. Al contario, creo que naturalmente nadie puede sentir esto tan poderosamente como yo mismo.
Pero no me arrepiento en grado alguno de hallarme en esta situación. Cierto que estoy solo. E incluso es cierto que vivo rodeado de gente indiferente. Más tal vez porque lo son, sino porque yo a mi vez no me manifiesto, ni quiero.
En una palabra , que ésta de la verdadera soledad es una prueba saludable. Y tanto más cuanto mayor mi necesidad de estar junto a mis seres más queridos, prosperar o al menos vivir, en un medio propicio.
Porque- o yo me lo imagino- me fortalece. Y si algo puedo esperar de mí, , ya es tiempo de comprobarlo. Creo sinceramente que me debía a mí mismo este homenaje de confiar en mis solas fuerzas para lograr siquiera una parte de mis propósitos, para integrarme definitivamente.
De manera que sólo en cuanto compruebo su afecto, me alegra esa carta suya,. Pero querría que me escribiera otra. Y que sea diferente. Incluso aunque se lo agradezco de todo corazón...
... Hoy, en realidad, tengo un día bastante raro. Y creo que no he logrado escribirle una carta que esté bien.
No estoy satisfecho, de verdad. Pero para mí, todavía, todo es algo confuso. No se inquiete por favor. Quiero decir que querría estar algo más tranquilo y escribir una carta larga, con toda clase de noticias. Pero usted ya sabrá muchas cosas que le contará Puig o tal vez Iris.
En realidad, lo que pasa , es que este es un domingo que hubo carreras de motos y tengo la cabeza que me zumba. Estuvieron haciendo ruido toda la tarde. Pero fue un día de sol y eso ya está bien . ..”
Alfredo aún no había cumplido 24 años . Mabel López ( cinco años mayor que él ) al verlo solo y medio tristón, fue un poco su “ protectora”.
Casi en un “ instinto maternal” le tejió un buzo de lana ya que El Flaco no tenía mucha ropa . “ Se quedó muy contento, se lo ponía todos los días.”
Alfredo nunca se olvidó del apoyo que le brindó en esos momentos Mabel López. De hecho, siempre que volvió a Córdoba la vió o se comunicó con ella. Inclusive, años después, Mabel lo visitó en su casa de las Toscas.
“ Muchas de las veces que salíamos, Alfredo se quedaba a dormir en casa. ( Mi casa quedaba alejada del centro y para no volvernos solas sacábamos un colchón y se quedaba ahí )... M e acuerdo que mi mamá se enojaba, no le gustaba que trajéramos un desconocido a casa, eran otros tiempos...
Pero cuando Alfredo agarraba la guitarra y se ponía a cantar, a mi madre se le pasaba el enojo... Algunos fines de semana solíamos hacer algunos paseos. Yo en ese tiempo tenía un Isetta e íbamos con Alfredo y com mi prima a las sierras, a Alta Gracia , y a otros lugares. La pasábamos muy bien.” 7
En alguna ocasión, Alfredo comentó que en Córdoba había escrito poesías para la revista Laurel.
Después de una minuciosa investigación ( en la que se chequeó la revista Laurel número por número ), puede asegurarse que jamás salió publicado un poema con la firma de Alfredo Zitarrosa.
Una posibilidad era que Alfredo hubiese escrito algún poema firmado con seudónimo; una chance remota pero que no dejaba de ser factible. Dicha idea quedó totalmente desechada al contactar a María de los Ángeles Díaz Bagú ( hija del fallecido director ) y a Lila Perrén de Velasco ( miembro del Consejo de Redacción ) quién aún conserva toda la colección. Ambas confirmaron que nadie firmaba con seudónimo y que, además , conocían a casi todos los que mandaban poemas de afuera y a los que los entregaban en la misma ciudad de Córdoba. Dicha revista ( una publicación de muy buen nivel, con una tirada limitada- en la actualidad es muy difícil encontrar un ejemplar en las bibliotecas cordobesas-, realizada y dirigida con mucho esfuerzo por Alberto Día Bagú ) tuvo dos ciclos: el primero que duró desde febrero de 1957 hasta noviembre del 59, y el segundo que fue desde setiembre del 79 hasta el año 1982, inclusive. Ninguno de esos dos ciclos coincide con la época en la que Alfredo vivió en Córdoba por más que, en los meses finales del 59 y en los comienzos del 60, se recopiló material para sacar un nuevo número que finalmente nunca salió.
¿ Porqué Alfredo menciona entonces a la revista Laurel como que publicó algún poema suyo? ¿ Que es lo que pudo haber ocurrido “ En mi casa había muchas reuniones- comenta María de los Ángeles Díaz Bagú-, Yo a Alfredo Zitarrosa no lo recuerdo. Venían muchos poetas, se acercaba una gran cantidad de gente vinculada las letras que solía dejar alguna poesía inédita. Hubo un tiempo en que la revista dejó de aparecer, aunque por unos meses mantuvimos ante la posibilidad de volver a salir Esto me hace pensar que lo que puede haber sucedido es que Zitarrosa se haya acercado a alguna de estas reuniones y que haya dejado un poema que jamás fue publicado”8.
Quienes lo conocieron en esa época afirman que era soñador y que , a menudo, solía fantasear. “ Sí , Alfredo era de fantasear”. A mí nunca me comentó que haya escrito poesías en una publicación cordobesa.... El se sabía superior a muchos, pero a la vez, en otras ocasiones, se creía inferior, entonces, por eso a veces solía ´agrandarse ´y pintarse frente al otro como muy seguro, que había realizado tal o cual cosa... “” 9.
Dos meses antes de su retorno, le envió una carta a Béquer Piug ) 16 de mayo de 1960 ) en la que toca dicersos temas, intenta responder a algunos planteos efectuados por Béquer, y le expresa, también, su constante necesidad de afecto.
“ Quiero decirte que tengo casi publicado mi libro. * Y digo casi, porque al meno decidí llevar los originales esta misma tarde a la imprenta y pedir presupuesto. Tal vez ahora, el dinero me alcance... **
Quiero saber también , como te va a ti. Que me cuentes cosas de tu vida; y que al menos me dediques alguna otra carta intrascendente, que buena falta me hace reírme un poco. Escribíme enseguida, por favor. Recordame siempre. Y cuando se trate de juzgarme, sé generoso. Digo justo...
No puedo meterme en honduras contigo. No ahora. Ni prometerte nada...
De modo que entendé. Mamá. Es mi más seria, mi más dolorosa preocupación. Mi hermana el primer ser en el mundo, y acaso el único por el que me sienro dispuesto a ofrecerlo todo...”***
Seguramente cuando se entusiasmó y decidió quedarse en Córdoba, tuvo otra expectativa, otra ilusión. Un buen día, a lo Zitarrosa, se fue.
Pero unas semanas antes, el 10 de junio, le escribió la última carata a su querida amigo Béquer Puig.
“ En fin otra vez ; no vuelvo sobre lo anterior. Más te digo que abrazo la certeza de que volverás a hablarme de lo que creas que hay que hablar cuando la necesida lo imponga. No olvido nada; no prescindo de nada. Por el contrario mi lucidez es cada vez mayor. Cada vez es mayor mi necesidad de tenerlo todo en cuenta...”
¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬
Alfredo Zitarrosa hablaba del libro Explicaciones, Premio Municipal de poesía Inédita.
** Finalmente este libro no fue publicado, aún permanece inédito.
*** En la correspondencia con Béquer Puig- y al igual que había hecho hace muchos años con una novela que planeó escribir junto a Amanecer Dotta-, se mandaban uno a otro poemas inconclusos que el receptor debía continuar y luego mandárselo al otro para que lo siga. Esto era más bien una actividad ligada a lo lúdico, que no tenía ninguna finalidad poética seria.
Algunos párrafos de esta carta que Alfredo envió a Béquer Puig tiene mucho de metafisica, de búsqueda y conocimiento de las causas de las cosas.
“ Comparto en su totalidad lo que tú dices sobre la moral y revolución. Y busco como tú una salida a ese problema, una solución que nos respete y sea respetuosa de este empecinado amor nuestro tal vez por nuestra propia imagen, siempre tan conciente. E igualmenete el amor es mutación constante, así nos lo parece y no amamos tampoco sino a lo que se nos niega; no reconocemos al amado sino en la apariencia que ya había abandonado cuando se nos mostró. Ahí va la inteligencia siempre detrás de nuestros sentimientos y creo que no podemos hacer otra cosa que ir detrás de ese fugitivo, siempre detrás, como el perro en el rastro fresco, siempre con esa gran ansiedad, como el burro detrás de la zanahoria...
... Me siemto tan irrepetible como tú; y que tal que cuando esta carta llegue yo voy a estar sin duda en otra instancia, la persistencia de nuestra hermandad, está en estricta dependencia de sus entregas parciales, de esos abrazos simultáneos y tan sinceros como insignificantes...
Tu poema me gusta . Tu carta me llenó de alegría otra vez, como las anteriores. Pero ya es igualmente un recuerdo. Y sigo tan ansioso como antes. Es necesario que me tires otro hueso. Y lo que digo de insignificante, lo digo por lo de ´significado ´, no por lo pequeño. Los significados nuestros, de nuestras cartas son sólo obstinación, esa ansiedad respetuosa de nuestros corazones...”
En la nostalgiosa despedida, Alfredo revela el hondo sentimiento que lo invadía por Béquer Puig, entrañable amigo.
“ ... Te ruego que me escribas enseguida. Te quiero. Y aquí levanto un vaso de vino que tengo al lado en tu homenaje. Estoy solo en casa. Y tu recuerdo, en este instante, es una viva prescencia.
Tu hermano: Alfredo
PD : Escribeme enseguida porque a fin de mes me voy de aquí. Tal vez esta sea la última carta que te escribo desde Córdoba.”
GUILLERMO PELLEGRINO.
A L F R E D O Z I T A R R O S A
CAPITULO III
Seis meses en Córdoba
En los primeros días del año 1960, a instancias del cordobés Marcelo Bazán ( instalado ya definitivamente en Córdoba después de su exilio en Montevideo ), y de su ex compañero de El Espectador, Nelson Rodriguez ( quién a través de Bazán había llegado a Córdoba ), Alfredo decidió viajar a la ciudad mediterránea.
Iris Simone recuerda cómo fue que surgió ese viaje: “ pidió en El Espectador una licencia sin goce de sueldo. A raíz de la insistencia de sus ex compañeros de la radio decidió irse un tiempo a Córdoba. El fue de visita, un poco a ver que pasaba. No tenía un tiempo estipulado para quedarse. Finalmente se quedó seis meses... En este viaje, como también en que realizó años después a Perú, él se estaba escapando, no sé de qué o de quién, tal vez de él mismo. Cuando retornó de Córdoba, me dijo textualmente : “ Entre otras cosas me fui pensando que ibas a caer en brazos de otro ´. Lo temé con pinzas, era una de las tantas cosas que solía decir Alfredo “: 1
El flaco viajó desde Montevideo hasta Buenos Aires y de ahí tomó un ómnibus que lo depositó, sin escalas previas, en la ciudad de Córdoba. En varias ocasiones se sindicaron diferentes lugares en los que trabajó, diversos años, y muy diferentes motivos por los que llegó y más tarde dejó esta ciudad.
Por ejemplo en el libro Alfredo Zitarrosa, su historia “ casi ” oficial se da a entender que fue en el año 1959 que estuvo en Córdoba gracias al dinero que recibió por el Premio Municipal de Poesía , con el que también realizó un viaje por el norte argentino. En ese mismo ensayo,biógrafo Eduardo Erro menciona que no pudo seguir desempeñandose como locutor a raíz de una ley argentina muy rígida en cuanto a los requisitos de nacionalidad. Otro de los ejemplos, es una breve reseña histórica que hace el diario cordobés La Voz del Interior que dice textualmente. “ ... En los últimos años de la década del 50 su voz se escuchó diariamente a través de los micrófonos de LV2 y LW1 de nuestra ciudad...”
De acuerdo a los testimonios y documentos recogidos en esta investigación, aparecen elementos que corroboran que Zitarrosa vivió en Córdoba los seis primeros meses de 1960. Existen fehacientes documentos : las cuatro cartas que Alfredo le envió a su amigo Bécquer Puig ( una fechada el 11 de febrero de 1960, otra del 11 de abril del 60, otra del 16 de mayo y la cuarta del 10 de junio del mismo año ) y una misiva que le mandó a don Vicente Basso Maglio con fecha del 4 de abril de 1960. Toda esta documentación, además , es coincidente con los valiosos testimonios de Iris Simone, Marcelo Bazán y Mabel López, ex locutora de Radio Universidad, quién fue una de las personas que más amistad trabó con Alfredo en su estancia cordobesa. Tanto Bazán como López aseguraron que Alfredo llegó a Córdoba en ómnibus desde Buenos Aires, que cuando dejó Córdoba viajó directamente a Montevideo, que no hizo ningún viaje- por lo menos que ellos tuvieran conocimiento- al norte argentino durante su estadía en “ La Docta”.
Iris Simone como Béquer Puig recuerdan que Alfredo, más de una vez, había manifestado su deseo de hacer un viaje por el norte argentino junto a unos antropólogos. Iris, inclusive, asegura haberlo acompañado a conversar con unos antropólogos en la Ciudad Vieja y Béquer recuerda haber ido junto a Alfredo a ver a un antropólogo en Punta Gorda. Ambos – Simone y Puig-, no recuerdan que ese deseo se haya convertido en realidad. Cabía la posibilidad, entonces que ese viaje lo hubiese concretado en años posteriores. Su esposa, Nancy Marino, asevera que mientras estuvo con ella no realizó ningún expedición de ese tipo. Lo más factible, entonces, es que este viaje se haya quedado en esa etapa de “ planificación”
¿ Pero quién realmente pude asegurar que no lo hizo? Al no ser hallado ningún documento, y según el testimonio de muchas personas ligadas a Alfredo en diversas etapas, todo parece indicar que no lo concretó. Uniendo las transcripciones de esas charlas, más algunas claras evidencias de que estuvo afincado en un lugar, sin moverse, no surge el tiempo físico para poder realizar un viaje de estas características.
Sin embargo, “ La segunda vez”, uno de los cuentos de su libro Por si el recuerdo, hizo referencia a un viaje con antropólogos, por las provincias de Catamarca, Santiago del Estero y Tucumán. Según algunos indicios, este cuento fue trabajado desde la ficción. La fantasía y las intenciones reales que El Flaco tuvo para realizar esta expedición, deben haber sido, con seguridad, los motores para escribir este cuento. Es posible que él haya imaginado que esa fantasía sucedió en su vida real, no en vano, la imaginación forma parte del mundo efectivo.
En las conversaciones con Mabél López y Marcelo Bazán, más los dichos de Lidia Lezcano y José González ( locutores cordobeses que también conocieron a Alfredo) surgió la aseveración de que en ese tiempo no hubo ninguna ley que impidiese trabajar a los extranjeros; Alfredo, en realidad, dejó la radio y se fue a Córdoba por otros motivos.
Hasta el momento, de paso por Córdoba, era muy poco lo que se conocía. Casi nada se sabía de sus actividades y los amigos que allí supo cosechar. Los motivos de ese repentino éxodo también eran una incógnita.
Alfredo llegó en el verano del 60 a visitar a Bázán y a Nelson Rodríguez. Fue, fundamentalmente, a conocer. A los pocos días de su llegada se entusiamó y quiso quedarse.
Pero para permanecer allí por más que vivía junto a Rodríguez y a veces también paraba en lo de Bazán, tenía que empezar a trabajar. Marcelo Bazán, quién en esos años estaba trabajando en LV2 que en ese tiempo se llamaba “ La Voz de la Libertad” * ( actual Radio General Paz ) intentó, pero no pudo ubicar a Alfredo para que trabajara allí.
´ Al no poder hacerlo ingresar en LV2 , me contacté con mi amigo Silvio Borioli, quién tomó a Alfredo para trabajar en la agencia de Publicidad Nova.
Su tarea no era sólo leer los avisos de la agencia, también tenía la facultad de participar en la parte creativa de los mismos. En ese momento, la mayor parte de la producción de la agencia. Nova estaba en LW1 Radio Universidad. Así llegó a esta emisora. ´3
Nunca llegó a a ser personal estable de RadioUniversidad, ni tampoco de LV2, emisora donde su paso fue muy fugaz: hizo una breve suplencia de medio turno, leyó avisos de clientes de la Agencia Nova e hizo alguna presentación, nada más eso. En Radio Universidad hizo sí varias suplencias y fue en esta misma emisora en la que participó de la primera trasmisión estereofónica que se hizo en Cordoba la locurora Lidia Lezcano inclusive, asegura haber visto en uno de los medios escritos de Córdoba, una publicidad de aquel hito de la radiofonía en la que aparecía el nombre de Alfredo Zitarrosa junto al de otros locutores.
• también se llamó Radio Central y la Voz del Pueblo.
Al poco tiempo de estar instalado en la Ciudad de Córdoba, más precisamente el 11 de febrero de 1960, Alfredo le escribió ( con una letra más cercana a ciertos jeroglíficos de siglos pasados ), una carta a su amigo Béquer Puig. Conciente de su pésima caligrafía apeló – unas líneas más arriba del encabezamiento- una humorada: “ Decíme: ¡ vos entenderás la letra?
¨Hola nene¡ es que tengo que disculparme por haber demorado tanto en contestar.
Pero te aseguro que me sobran razones. Para empezar ando medio enfermo del hígado; en segundo término no tengo plata; y por último, algunos locutores argentinos, amén de tenerme las p... hinchadas , me tienen a los saltos... ´
Después de explicar detalladamente los problemas que tuvo que soportar para poder trabajar como locutor, y de pormenorizar todos los conflictos que se generaron entre la SAL ( Sociedad argentina de locutores ) y el gremio de locutores, Zitarrosa destaca el gesto de sus leales amigos a quienes la situación también los perjudico.
“ Bazán y Rodriguez son poco menos que los dueños de la radio, y este asunto los tiene muy mal. Cierto es que si mis derechos no fuesen firmes y verdaderos, nada habrían podido hacer; sencillamente porque las desiciones gremiales son inapelables; pero también es verdad que con mis problemas, también ellos se vieron afectados y tomaron mi defensa decididamente, lo que un poco nos define ante los indiferentes ( u observadores), como un equipo bien organizado, dispuesto a arrear acon todo...”
Todas esas dificultades lo hacían tener, por ende, cierta preocupación por su situación económica: “aunque sea tengo asegurado el ‘morfi’ para marzo”, decía unas líneas más abajo. Muy desgastado, Alfredo le dedicó varios párrafos al conflicto laboral: personificaba a los actores como sus “defensores” y sus “detractores”, y en uno de esos asuntos puntuales los definió como su “defensor” y su “detractora”, “porque era una mujer”,
Aclaró.
“...Pero a mí me han jodido de cualquier manera: Me han hecho perder trabajo, que es lo que querían. Tanto es así, que estamos a 10, y hoy por ejemplo, ya me he pasado el día con un refuerzo de mortadela.
Agregá que el franqueo es caro (10 o 12 pesos) y ya tenés la explicación detallada de la demora de mi carta...
...Vuelvan a escribir a calle Maipú 166. Había mandado otra dirección, pero me voy a mudar el 23 para el otro lado... ¡Viva la solidaridad y la FAU!*Te quiero mucho...
Alfredo.*
La Radio Universidad estaba ubicada en ese entonces en el pasaje Muñoz, en el centro de la ciudad. Tanto los locutores, como los otros empleados de la radio, solían ir al café Buvette. Allí Alfredo comenzó a entablar una amistad con la locutora Mabel López. Tenían mucha afinidad e ideologías parecidas. “Me acuerdo que en el Buvette Alfredo siempre pedía una cañita. Allí charlábamos bastante... El andaba con un cuadernito en el que escribía mucho. Como a veces se lo olvidaba, escribía versos en las servilletas del bar. Usaba varias. Los gallegos del bar se enojaban y cuando lo veían venir le sacaban los servilleteros... , a él no le importaba mucho.”4
Cuentan compañeros de la radio que era muy reservado y que muy poco se sabía de su vida privada. José González, compañero de Radio Universidad, coincide: “Aquí era un tipo respetado, que no hizo grandes amistades. Hablaba muy poco. A veces lo venía a buscar Nelson Rodríguez, conversaba mucho con Mabel López y era muy afectivo con otro uruguayo que andaba por aquí y que ahora no recuerdo su nombre...
Cuando la radio entraba en cadena, o en algún otro momento libre, él agarraba la guitarra del conjunto estable de la radio y se ponía a cantar...
¡Ah!, recuerdo también que siempre traía un libro y que una o dos veces por semana venía de la radio con un diario uruguayo bajo el brazo, generalmente de 3 o 4 días atrás...”.5
Extrañaba mucho el Uruguay, y ese sentimiento de añoranza lo corporizaba, muchas veces, en cosas que para él lo acercaban a su país, a su gente. Así lo demuestra claramente en una esquela que le envió a Bécquer por intermedio de Genaro Carleo, comentarista de basquetbol de Radio El Espectador que Había viajado a Córdoba. Su caligrafía es pésima, muy difícil de entender. Fue escrita una noche, en la que se nota el apuro y alguna copa de más.
“Bécquer: Te hago llegar esta carta por intermedio de Carleo, para pedirte por favor que me mandes cigarrillos...**Estoy borracho, naturalmente. Y Carleo se va dentro de media hora... Te basta con hacer una colecta y juntar
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*Federación Anarquista del Uruguay.
**Por ese tiempo Alfredo Zitarrosa fumaba La Republicana, después en otros tiempos, fumo La Cubana, siempre negros.
20 0 40 pesos, para comprar uno o dos cartones y llevárselos a casa donde mamá te va presentar a los Oliva, un matrimonio cordobés que a su regreso me los puede traer... Y no dejes de mandarme también un paquete de yerba uruguaya, que la de aquí es insoportable... Este pedido que te hago, debe ser una osadía; pero lo cierto es que esto de los cigarrillos y la yerba, es, por ahora, mi mayor necesidad...”
“Zita”, como le decían en la radio, era noctámbulo. Solía ir a tomar alguna copa con Rodríguez y a veces, También, con el poeta salteño César Perdiguero a quien había conocido por intermedio de Bazán. Pero fundamentalmente se relacionaba con Mabel López y su círculo.
“Salíamos mucho con Alfredo y con mi prima, quien en ese momento vivía conmigo y con mi madre. Ibamos mucho al boliche que quedaba en Rafael Núñez y calle 10, en el Cerro de las Rosas. Alfredo llevaba la guitarra y cantaba, los dueños lo empezaron a querer, estaban chochos cuando iba.”6
Se le notaba melancólico –cuenta la gente que lo conoció en su estadía cordobesa-, un poco solo, porque sus más allegados amigos, Bazán y Rodríguez, tenían sus familias y sus obligaciones. Cuentan que en algunas ocasiones solía mencionar a Iris, su novia de entonces. Para él era importante. “Quiero también que hables con Iris ( le pidio a Bécquer Puig en una carta del día 11 de abril de 1960), o si has hablado o simplemente hablás o no te hablás con ella, que me lo cuentes, que me digas algo de eso, que para mí sigue siendo fundamental, vos lo sabés...”.
Zitarrosa tampoco estaba muy satisfecho con el trabajo, quienes lo frecuentaron en ese tiempo tienen una opinión coincidente: “En la radio se le había cerrado el camino, estaba haciendo trabajos, muy por debajo de su nivel. No podía estar contento, él estaba para cosas más importantes”
Su compañero de Radio El Espectador, Vicente Basso Maglio, era mucho mayor que Alfredo y estaba estrechamente vinculado con el ambiente cultural: Tenía muy claro que Zitarrosa estaba para cosas trascendentes, no sólo en su trabajo como locutor, sino en el campo de la poesía. En las radios montevideanas El Flaco estaba haciendo carrera, su voz empezaba a ser reconocida y hacía poco tiempo que había obtenido el importante Premio Municipal de Poesía Inédita. Basso Maglio nunca había estado
Con la “huida” del Flaco a Córdoba. Así se lo había hecho saber en una carta que le envió a esa ciudad argentina. Alfredo le respondió inmediatamente. En estas líneas dejó entrever su orgullo y el gran respeto
Que le infundía la figura de Basso Maglio. La carta está fechada en Córdoba, el 4 de abril de 1960.
“ Querido Don Vicente : recibo su carta con verdadera sorpresa . Y en cambio no sé si ha recibido usted la mía con fecha 20 de enero. Pero es reconfortante comprobar que uno provoca en alguien sentimientos así.
Yo , a lo sumo , aspiro casi exclusivamente a merecer ese cariño, tal vez ese sincero deseo de volver a estar juntos, que acaso es una de laa formas más perfectas del respeto y la solidaridad.
Compruebo igualmente que en alguna medida nos mueven causas diferentes. Y no porque mi deseo de volver sea menor que el suyo de que yo vuelva. Al contario, creo que naturalmente nadie puede sentir esto tan poderosamente como yo mismo.
Pero no me arrepiento en grado alguno de hallarme en esta situación. Cierto que estoy solo. E incluso es cierto que vivo rodeado de gente indiferente. Más tal vez porque lo son, sino porque yo a mi vez no me manifiesto, ni quiero.
En una palabra , que ésta de la verdadera soledad es una prueba saludable. Y tanto más cuanto mayor mi necesidad de estar junto a mis seres más queridos, prosperar o al menos vivir, en un medio propicio.
Porque- o yo me lo imagino- me fortalece. Y si algo puedo esperar de mí, , ya es tiempo de comprobarlo. Creo sinceramente que me debía a mí mismo este homenaje de confiar en mis solas fuerzas para lograr siquiera una parte de mis propósitos, para integrarme definitivamente.
De manera que sólo en cuanto compruebo su afecto, me alegra esa carta suya,. Pero querría que me escribiera otra. Y que sea diferente. Incluso aunque se lo agradezco de todo corazón...
... Hoy, en realidad, tengo un día bastante raro. Y creo que no he logrado escribirle una carta que esté bien.
No estoy satisfecho, de verdad. Pero para mí, todavía, todo es algo confuso. No se inquiete por favor. Quiero decir que querría estar algo más tranquilo y escribir una carta larga, con toda clase de noticias. Pero usted ya sabrá muchas cosas que le contará Puig o tal vez Iris.
En realidad, lo que pasa , es que este es un domingo que hubo carreras de motos y tengo la cabeza que me zumba. Estuvieron haciendo ruido toda la tarde. Pero fue un día de sol y eso ya está bien . ..”
Alfredo aún no había cumplido 24 años . Mabel López ( cinco años mayor que él ) al verlo solo y medio tristón, fue un poco su “ protectora”.
Casi en un “ instinto maternal” le tejió un buzo de lana ya que El Flaco no tenía mucha ropa . “ Se quedó muy contento, se lo ponía todos los días.”
Alfredo nunca se olvidó del apoyo que le brindó en esos momentos Mabel López. De hecho, siempre que volvió a Córdoba la vió o se comunicó con ella. Inclusive, años después, Mabel lo visitó en su casa de las Toscas.
“ Muchas de las veces que salíamos, Alfredo se quedaba a dormir en casa. ( Mi casa quedaba alejada del centro y para no volvernos solas sacábamos un colchón y se quedaba ahí )... M e acuerdo que mi mamá se enojaba, no le gustaba que trajéramos un desconocido a casa, eran otros tiempos...
Pero cuando Alfredo agarraba la guitarra y se ponía a cantar, a mi madre se le pasaba el enojo... Algunos fines de semana solíamos hacer algunos paseos. Yo en ese tiempo tenía un Isetta e íbamos con Alfredo y com mi prima a las sierras, a Alta Gracia , y a otros lugares. La pasábamos muy bien.” 7
En alguna ocasión, Alfredo comentó que en Córdoba había escrito poesías para la revista Laurel.
Después de una minuciosa investigación ( en la que se chequeó la revista Laurel número por número ), puede asegurarse que jamás salió publicado un poema con la firma de Alfredo Zitarrosa.
Una posibilidad era que Alfredo hubiese escrito algún poema firmado con seudónimo; una chance remota pero que no dejaba de ser factible. Dicha idea quedó totalmente desechada al contactar a María de los Ángeles Díaz Bagú ( hija del fallecido director ) y a Lila Perrén de Velasco ( miembro del Consejo de Redacción ) quién aún conserva toda la colección. Ambas confirmaron que nadie firmaba con seudónimo y que, además , conocían a casi todos los que mandaban poemas de afuera y a los que los entregaban en la misma ciudad de Córdoba. Dicha revista ( una publicación de muy buen nivel, con una tirada limitada- en la actualidad es muy difícil encontrar un ejemplar en las bibliotecas cordobesas-, realizada y dirigida con mucho esfuerzo por Alberto Día Bagú ) tuvo dos ciclos: el primero que duró desde febrero de 1957 hasta noviembre del 59, y el segundo que fue desde setiembre del 79 hasta el año 1982, inclusive. Ninguno de esos dos ciclos coincide con la época en la que Alfredo vivió en Córdoba por más que, en los meses finales del 59 y en los comienzos del 60, se recopiló material para sacar un nuevo número que finalmente nunca salió.
¿ Porqué Alfredo menciona entonces a la revista Laurel como que publicó algún poema suyo? ¿ Que es lo que pudo haber ocurrido “ En mi casa había muchas reuniones- comenta María de los Ángeles Díaz Bagú-, Yo a Alfredo Zitarrosa no lo recuerdo. Venían muchos poetas, se acercaba una gran cantidad de gente vinculada las letras que solía dejar alguna poesía inédita. Hubo un tiempo en que la revista dejó de aparecer, aunque por unos meses mantuvimos ante la posibilidad de volver a salir Esto me hace pensar que lo que puede haber sucedido es que Zitarrosa se haya acercado a alguna de estas reuniones y que haya dejado un poema que jamás fue publicado”8.
Quienes lo conocieron en esa época afirman que era soñador y que , a menudo, solía fantasear. “ Sí , Alfredo era de fantasear”. A mí nunca me comentó que haya escrito poesías en una publicación cordobesa.... El se sabía superior a muchos, pero a la vez, en otras ocasiones, se creía inferior, entonces, por eso a veces solía ´agrandarse ´y pintarse frente al otro como muy seguro, que había realizado tal o cual cosa... “” 9.
Dos meses antes de su retorno, le envió una carta a Béquer Piug ) 16 de mayo de 1960 ) en la que toca dicersos temas, intenta responder a algunos planteos efectuados por Béquer, y le expresa, también, su constante necesidad de afecto.
“ Quiero decirte que tengo casi publicado mi libro. * Y digo casi, porque al meno decidí llevar los originales esta misma tarde a la imprenta y pedir presupuesto. Tal vez ahora, el dinero me alcance... **
Quiero saber también , como te va a ti. Que me cuentes cosas de tu vida; y que al menos me dediques alguna otra carta intrascendente, que buena falta me hace reírme un poco. Escribíme enseguida, por favor. Recordame siempre. Y cuando se trate de juzgarme, sé generoso. Digo justo...
No puedo meterme en honduras contigo. No ahora. Ni prometerte nada...
De modo que entendé. Mamá. Es mi más seria, mi más dolorosa preocupación. Mi hermana el primer ser en el mundo, y acaso el único por el que me sienro dispuesto a ofrecerlo todo...”***
Seguramente cuando se entusiasmó y decidió quedarse en Córdoba, tuvo otra expectativa, otra ilusión. Un buen día, a lo Zitarrosa, se fue.
Pero unas semanas antes, el 10 de junio, le escribió la última carata a su querida amigo Béquer Puig.
“ En fin otra vez ; no vuelvo sobre lo anterior. Más te digo que abrazo la certeza de que volverás a hablarme de lo que creas que hay que hablar cuando la necesida lo imponga. No olvido nada; no prescindo de nada. Por el contrario mi lucidez es cada vez mayor. Cada vez es mayor mi necesidad de tenerlo todo en cuenta...”
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Alfredo Zitarrosa hablaba del libro Explicaciones, Premio Municipal de poesía Inédita.
** Finalmente este libro no fue publicado, aún permanece inédito.
*** En la correspondencia con Béquer Puig- y al igual que había hecho hace muchos años con una novela que planeó escribir junto a Amanecer Dotta-, se mandaban uno a otro poemas inconclusos que el receptor debía continuar y luego mandárselo al otro para que lo siga. Esto era más bien una actividad ligada a lo lúdico, que no tenía ninguna finalidad poética seria.
Algunos párrafos de esta carta que Alfredo envió a Béquer Puig tiene mucho de metafisica, de búsqueda y conocimiento de las causas de las cosas.
“ Comparto en su totalidad lo que tú dices sobre la moral y revolución. Y busco como tú una salida a ese problema, una solución que nos respete y sea respetuosa de este empecinado amor nuestro tal vez por nuestra propia imagen, siempre tan conciente. E igualmenete el amor es mutación constante, así nos lo parece y no amamos tampoco sino a lo que se nos niega; no reconocemos al amado sino en la apariencia que ya había abandonado cuando se nos mostró. Ahí va la inteligencia siempre detrás de nuestros sentimientos y creo que no podemos hacer otra cosa que ir detrás de ese fugitivo, siempre detrás, como el perro en el rastro fresco, siempre con esa gran ansiedad, como el burro detrás de la zanahoria...
... Me siemto tan irrepetible como tú; y que tal que cuando esta carta llegue yo voy a estar sin duda en otra instancia, la persistencia de nuestra hermandad, está en estricta dependencia de sus entregas parciales, de esos abrazos simultáneos y tan sinceros como insignificantes...
Tu poema me gusta . Tu carta me llenó de alegría otra vez, como las anteriores. Pero ya es igualmente un recuerdo. Y sigo tan ansioso como antes. Es necesario que me tires otro hueso. Y lo que digo de insignificante, lo digo por lo de ´significado ´, no por lo pequeño. Los significados nuestros, de nuestras cartas son sólo obstinación, esa ansiedad respetuosa de nuestros corazones...”
En la nostalgiosa despedida, Alfredo revela el hondo sentimiento que lo invadía por Béquer Puig, entrañable amigo.
“ ... Te ruego que me escribas enseguida. Te quiero. Y aquí levanto un vaso de vino que tengo al lado en tu homenaje. Estoy solo en casa. Y tu recuerdo, en este instante, es una viva prescencia.
Tu hermano: Alfredo
PD : Escribeme enseguida porque a fin de mes me voy de aquí. Tal vez esta sea la última carta que te escribo desde Córdoba.”
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