CANASTA DE PAN.






CANASTA DE PAN



Usted se encuentra atorado en el sueño intenso. Al dar las cuatro o cinco de la mañana un pendejo acciona su pistola y dispara ocho veces. Despierta momentáneamente para aparecer en una escalinata de un barrio de mala muerte.


Por sus escalones deambulan , pasan y se cruzan infinidad de gente. En un descanso de la misma hay una canasta con pan del día, infinidad de estilos y tipos que van de las conchas a los polvorones.

Una pareja de seniles persignados descubren la canasta y después de hacer la señal de la cruz dirigen sus manos y roban un pan. Tal y como vinieron se van.

Usted los mira en el preciso instante que otros dos con aspectos de vulgares de la Morelos se dan el derecho y la libertad y clavarse también su respectivo pan.



El encargado del negocio no regresa y cada persona que descubre la canasta se roba una pieza.

Poco después dos ñeros expresivos deciden primero arrancarle un pedazo y después como animales se jaman todo. Usted ya no soporta y le dice que le debe diez pesos. Lo jala de las ropas, forcejean y lo obliga a pegarle. El individuo dice que no trae dinero, al someterlo le busca en los bolsillo y le extrae varias monedas nuevas con la cara de Octavio. Para no hacer largo el cuento los pendejos ladrones se van.


Más tarde una mujer de veinticinco años dirige su mano a la canasta y toma el que más le gusta. Usted que se ha convertido en el perro guardián intenta cobrarle. Ella se pone al pedo y dice que no va a pagar. Cuando una tiene hambre hay que comer le dice. Le sujeta el brazo por detrás e intenta llevarla a una comisaría. Le dice usted que es oficial federal y como tal está obligado a llevar a los sin vergüenzas a la cárcel. Que es el sitio en donde deben estar los que roban. Siguen caminando y llegan a un pueblo de calles estrechas. La mujer al verse presa próximamente le pide clemencia. Luego su rostro se enciende y manifiesta la mirada esa cuando las mujeres se ponen calientes. Se zafa de usted y comienza a besarle, le propina unos besos de fuego. Decide seguir y hasta piensa en bajarle ahí mismo los calzones. Piensa no hacerlo porque unos ancianos sentados en sus bancos y tomándo el sol de la tarde les miran. Alcanza a escuchar que ella está casada. Decide no fornicársela y le dice que se va.




Llega a la parada del autobús. Por lo que se ve son camiones del año del caldo. Se acerca un señor gordo, de piel intensa. Le recuerda a Miguel Galván, pero es otro. Este lo conoce, le pregunta que hace en esos lugares . Usted le responde que llevó a una mujer a la cárcel. El Miguel le pregunta qué mujer. Le da sus características. Miguel responde que ya sabe de quien se trata, No señor le dice no debió pasar esa oportunidad ella es un manjar. Bueno pués para la otra. Y se ríe.


Los dos abordan el autobús y se sientan en la parte de atrás. El gordo saca un bote de maquillaje y se lo unta en la cara. Luego se pinta de bermellón los labios. Al paso de los instantes ya está convertido en una negra del trópico. Se bajan en lo que antes era el mercado de la Merced pero hace 30 años. Le dice al parecido que tiene antojo de un dulce. Incluso le dice que recuerda un local por ahí cerca en donde vendían una enorme variedad de golosinas. Le responde que al dueño le mataron hace años. Levanta el brazo y dice que más adelante hay otro expendio. Acuden miran y no compran nada. Miguel se va. Calles más adelante lo descubre parado en la esquina de la putas provincianas.




Original de Alfredo Arrieta
Para elpueblodetierra.
Nec spe, nec metu.
09 de abril de 2011.
Estados Unidos Mexicanos.

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