Cobijas, sr Thompson.

Cobijas, sr Thompson.












Me parece que acabo de llegar de un viaje. Esto lo digo porque aún tengo frescos los pensamientos de una iglesia que hay por los rumbos de Maravatío.
Bajo por una escalera verde que tiene varias ramificaciones. Voy cargando dos cobijas y varios utensilios con comida.
Conforme voy bajando los escalones se hacen más y más grandes. Parece que no me importa porque yo sigo. Ni siquiera pienso en que me pueda lastimar. Este por ejemplo tiene mirándo hacia a bajo como siete metros. Me arrojo y caigo luego otro y otro escalón.
Me acompaña un niño. El me ayuda con los utensilios.
Se acerca un señor con uniforme caqui. Le pregunto cual es la ruta que debo de buscar para poder salir y llegar a mi casa. Este me mira como enojado y me dice a bocajarro que sí yo vengo de por los rumbos de Michoacán. Si de allá vengo. Pués le informo que ya no queremos más indigentes en la ciudad. En eso se acercan otros compañeros y les dice que no me dejen ir que ya están cansados de los foráneos.


Le digo entre gritos que yo vivo en esta ciudad . Lo que sucede es que modificaron las calles y esta me llevó justamente hasta acá. El hombre no tiene razonamiento. Es como un ser de la época cavernaria. Me quitan las cobijas y se las llevan.
El niño me pregunta que qué hacemos con los utensilios. Pues vamos a comer.
Al abrir las ollas nos encontramos que solamente hay huevos crudos y batidos. Pues no importa vamos a comérnoslo así ni modo que nos vayamos a morir de hambre.
Llega un señor canoso y el hombre que me quitó las cobijas le explica. El escucha con atención y les dice a sus empleados o ayudantes. Devuélvanle sus trapos.
Me acerco al hombre y le digo que ese y lo señalo con el dedo es un animal. Me dice que soy un indigente . Y la verdad es que no es cierto.
Si ande vaya por sus cobijas.
Por el lado izquierdo puedo ver que están derribando una empalizada. Se ve frágil. Varias secre gatas que salieron a comer en Reforma intentan meterse. Les digo que no lo hagan ya que la estructura es endeble y se les puede venir encima. Una mujer de azul y collares no me escucha y se mete a las de a huevo. La estructura se le viene encima. Veo que se le arañaron las piernas.. Le estoy dicendo. Si dice ella esto le pasa solamente a las pendejas.
Dicho esto hay una puerta metálica, la abro. Un señor duerme a pierna suelta. El hombre tiene mis cobijas. Ya se las apropió. Le despierto. El hombre abre un ojo y me pregunta que quiero. Pues las cobijas que me quitaron. Agarre la que sea suya. Si gracias, son dos, esta de lana y esta que no sé de qué material es. Está bien tómela y déjeme dormir…..
Me llevo mis cobijas.

Un hombre esta sentado. Tiene ante sí un aparato que le da datos sobre las personas que trabajaron en el gobierno.
Entra un hombre corpulento de camisa blanca. Al verlo el otro se limita a mirar el aparato y a escribir algo que no alcanzo a ver.
Le dice que ya tiene la información que necesita. Tiene que trasladarse a Dallas Texas para que le puedan entregar el dinero que usted solicitó. Son solamente cuatro mil pesos. Con esta está bien. Esa más o menos lo que calculaba.. Le entrega un papelito y sale.
Ahora me encuentro frente a un monitor. Una mujer cabello negro y labios rojos mira con atención varias pinturas. Me dice sin conocerme que esta psicodélica le pertenece al señor Thompson. ¿A un gringo alto de cara gruesa y granos en la cara?. Sí lo conoces. Lo acabo de ver en el sueño anterior. Ah es muy metiche..
Mira esta. Es fantástica. Aquí nos muestra una pintura con colores sublimes. La posición del indigente llevando estas cobijas con su flecos es extraordinaria. El gesto del hombre, y los utensilios que lleva el niño es las manos tienen una gran belleza.
¿Sabes que lleva en los utensilios el niño?
No no sé.
Lleva huevos crudos que posteriormente se los comen. El indigente y el niño.. ¡Ah ¡


Original de Alfredo Arrieta
Para elpueblodetierra
Nec spe, nec metu
12 de febrero de 2014.
Estados Unidos Mexicanos.



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