VIDRIO
VIDRIO.
Asistí por la madrugada del sueño de esta noche, del 24 de Julio del año que nos ocupa.
Andaba yo en compañía de una familia numerosa como son casi todas las familias latinoamericanas. Los hijos que Dios Nos mande dicen las gallinas ponedoras. Y lo dicen como pretexto para aventar hijos e hijos para que después ellos mismos con sus años infantiles se avienten a las calles de las ciudades infectadas . Miren la realidad de este país; en donde parece ser que estamos fallecidos; nomás miren nuestros cuerpos.
Entramos en la casa de nuestro enemigo. El no estaba así que nos metimos a la brava para ver cuales eran las maneras en que este señor vivía. Y cuales podrían ser las armas que pudiera poseer para nuestro mal.
Comencé por revisar el primer acceso. Les dije a la familia que se adentraran y buscaran indicios de cuchillos, escritos que lo comprometieran, drogas lo que fuera. Teníamos que inculparle. Este tipo de señores se las pasan por la vida cometiendo fraudes, chingando al prójimo, Así que ya estamos cansados de rufianes de quinta y cuarta.
Este señor o sujeto debió ser hippie en los años sesenta. Lo imagino con su churro en la boca y hablando incoherencias. Así debió ser.
La familia se desplazó al interior de los cuartos y comenzaron a remover los cajones con la esperanza de encontrar algo que lo hundiera o lo implicara. Una joven con aspecto de retardada me dijo que no se podía caminar por esa casa debido a que en el suelo había restos de vidrios con sangre.
Movido por la curiosidad entré a una de las habitaciones y descubrí los vidrios rotos. Revisé uno a uno, de las ventanas se podía apreciar que no faltaba ninguno amén de ese que por la parte de abajo tenía una rotura.
Teníamos un vigía en la azotea para que nos avisara si el propiertario llegaba. Así lo hizo. Se descolgó de un árbol y nos dijo en exitación que se aproximaba por la vereda baja.
Les pedí a todos los familiares que salieran apresuradamente. No lo pudieron hacer porque una puerta transparente les impidió el paso.
A punto estaba de logra mi cometido cuando nuestro enemigo me descubrió.
Me preguntó que carajos hacía yo en su casa. Le expliqué que recibí una llamada porque en su hogar había vidrios desprendidos de las ventanas, además que otros estaban hechos añicos y con restos de sangre.
Me abrió la puerta para que yo me percatara de que todo esos no era cierto. Me fue mostrando cada una de las ventanas y en efecto no había ninguno que estuviera roto. Luego me llevo al resto de la casa. Yo por mi parte le insistí en la llamada a sabiendas de que era mentira. Me señaló con su dedo y mano que en el suelo no habían restos de vidrios o cosa que se semejara.
En eso estábamos cuando salió la retrasada y me mostró un gran pedazo de vidrio. Era un vidrio punti agudo y con restos de sangre.
Lo miré, los gestos de su rostro cambiaron. Salieron los demás porque lograron zafar la puerta. Con gritos y golpes le instaron a decir si escondía algo más. Y sí. En uno de los roperos de roble. Escondía el cadáver de su esposa. Una mujer que se fue despintándo de la piel. Motivado por la vida que le propinó el enemigo.
Por último el jefe de la policía local era un señor muy parecido a Juan Manuel. El revisaba todas las ventanas al mismo tiempo que me decía que ya se esperaba que este hombre hiciera estos papelitos. Mire que matar a la esposa porque no le lavó a tiempo un calcetín…..
Original de Alfredo Arrieta
Para elpueblodetierra.
Nec spe, nec metu.
24 de julio de 2011
Estados Unidos Mexicanos.
Asistí por la madrugada del sueño de esta noche, del 24 de Julio del año que nos ocupa.
Andaba yo en compañía de una familia numerosa como son casi todas las familias latinoamericanas. Los hijos que Dios Nos mande dicen las gallinas ponedoras. Y lo dicen como pretexto para aventar hijos e hijos para que después ellos mismos con sus años infantiles se avienten a las calles de las ciudades infectadas . Miren la realidad de este país; en donde parece ser que estamos fallecidos; nomás miren nuestros cuerpos.
Entramos en la casa de nuestro enemigo. El no estaba así que nos metimos a la brava para ver cuales eran las maneras en que este señor vivía. Y cuales podrían ser las armas que pudiera poseer para nuestro mal.
Comencé por revisar el primer acceso. Les dije a la familia que se adentraran y buscaran indicios de cuchillos, escritos que lo comprometieran, drogas lo que fuera. Teníamos que inculparle. Este tipo de señores se las pasan por la vida cometiendo fraudes, chingando al prójimo, Así que ya estamos cansados de rufianes de quinta y cuarta.
Este señor o sujeto debió ser hippie en los años sesenta. Lo imagino con su churro en la boca y hablando incoherencias. Así debió ser.
La familia se desplazó al interior de los cuartos y comenzaron a remover los cajones con la esperanza de encontrar algo que lo hundiera o lo implicara. Una joven con aspecto de retardada me dijo que no se podía caminar por esa casa debido a que en el suelo había restos de vidrios con sangre.
Movido por la curiosidad entré a una de las habitaciones y descubrí los vidrios rotos. Revisé uno a uno, de las ventanas se podía apreciar que no faltaba ninguno amén de ese que por la parte de abajo tenía una rotura.
Teníamos un vigía en la azotea para que nos avisara si el propiertario llegaba. Así lo hizo. Se descolgó de un árbol y nos dijo en exitación que se aproximaba por la vereda baja.
Les pedí a todos los familiares que salieran apresuradamente. No lo pudieron hacer porque una puerta transparente les impidió el paso.
A punto estaba de logra mi cometido cuando nuestro enemigo me descubrió.
Me preguntó que carajos hacía yo en su casa. Le expliqué que recibí una llamada porque en su hogar había vidrios desprendidos de las ventanas, además que otros estaban hechos añicos y con restos de sangre.
Me abrió la puerta para que yo me percatara de que todo esos no era cierto. Me fue mostrando cada una de las ventanas y en efecto no había ninguno que estuviera roto. Luego me llevo al resto de la casa. Yo por mi parte le insistí en la llamada a sabiendas de que era mentira. Me señaló con su dedo y mano que en el suelo no habían restos de vidrios o cosa que se semejara.
En eso estábamos cuando salió la retrasada y me mostró un gran pedazo de vidrio. Era un vidrio punti agudo y con restos de sangre.
Lo miré, los gestos de su rostro cambiaron. Salieron los demás porque lograron zafar la puerta. Con gritos y golpes le instaron a decir si escondía algo más. Y sí. En uno de los roperos de roble. Escondía el cadáver de su esposa. Una mujer que se fue despintándo de la piel. Motivado por la vida que le propinó el enemigo.
Por último el jefe de la policía local era un señor muy parecido a Juan Manuel. El revisaba todas las ventanas al mismo tiempo que me decía que ya se esperaba que este hombre hiciera estos papelitos. Mire que matar a la esposa porque no le lavó a tiempo un calcetín…..
Original de Alfredo Arrieta
Para elpueblodetierra.
Nec spe, nec metu.
24 de julio de 2011
Estados Unidos Mexicanos.
Comentarios