LA CIUDAD

CIUDAD.






Acabo de confirmar que en el Metro de la ciudad de México las personas viajan en calidad de puercos. Nomás habrías de ver que para intentar salir en una estación que se llama Hidalgo las gentes se empujan y se encuentran pegadas cara con cara, emitiendo sus respectivos olores, sudores y feromonas.



Tampoco te libras de los vendedores de discos. Son individuos que se desplazan con una mochila a las espaldas. Esta lleva en la parte delantera unas bocinas que cada vez que suben a un vagón la música corriente estalla dirigida a todos los oídos.


Lo bueno que soy un hombre flaco que si no. Nunca hubiera tenido la oportunidad de salir de ese infierno que te cuesta tres pesos.

Decidido a hacer tiempo me dirijo un dos tres, hasta la calle de Madero, esa que arreglaron con todos los adelantos y cómo nó. Si la ciudad de México debe y es la super ciudad gobernada por facciosos en busca de poder, insolentes y hasta pagados de sí.


Madero me espera. Lo primero que descubro y miro pegados en el suelo un sinfín de gomas de mascar. Comienzo a contarlas son una , son dos , son tres y luego cien y mil y cien mil ah ah ah ¡. Pierdo las cuentas en el casi 894 700 gomas de mascar por toda la calle. Recuerdo que las ordenadas autoridades colocaron unos botes especiales para los chiclets. Ahí los que escupen y le dan vueltas en la boca a la goma, luego de que le sacaron los sabores, los arrojaban. Esto nos daba una muestra de civismo que solo los habitantes y ciudadanos de primera harían en cuanto se presentara la ocasión. Dijo una joven que barre que las mismas autoridades retiraron los recipientes porque no funcionaron. La pregunta es: ¿Cómo se puede educar a a miles de animales?.


Luego de mi contabilidad hacia las gomas de mascar me recordé que un señor alguna vez me dijo que en esa esquina del lado izquierdo hay una iglesia. Así que me dispuse a entrar, había en el quicio palomas y un estupendo charco que les servía para abrevar su sed de este sábado. Por su parte la fachada decía que fue construída en 1700 y cacho. Es grandiosa un tesoro colonial que nos pertenece.


Después de 30 minutos en su interior salí para percatarme de que la óptica tenía cerradas sus puertas. Como yo andaba con la intención de hacer tiempo, decidí entrar a la Catedral. Ahí pude ver retablos maravillosos que simulaban oro, puertas de roble talladas de manera esmerada, Cristos golpeados y chorreándo sangre por la frente, milagros y devotos.


Me dirigí más adentro, mi intención era ver el retablo principal, no pude hacerlo porque un impedimento de madera con un vigilante de traje azul me impidió cruzar.

Me preguntó si iba a misa?: Mi respuesta fue que no. Entonces no puede pasar, esta sección es para los que vienen a misa. Sin la intención de hacerles un lío, cambié de rumbo y me fui por el lado derecho de la misma Catedral.

Al salir me le acerqué a un mujer de pelo negro y uniforme también azul. Le pregunté la razón por la que los edificios históricos tenían zonas que no se les permitía el accesos Al público dado que los edificios son de los ciudadanos.

Respondió que para esos hay visitas guiadas en horarios determinados.

Regresé a la óptica , recogí unos lentes y salí de nuevo por Madero. Al Cruzar llegué a Bellas Artes, recordé mis buenos tiempos en ese lugar. Fue en 1972, trabajé algunos años. No todos los que hubiera deseado pero los recuerdos ahí están.


Una familia de gringos entró junto conmigo. Lo de siempre la puerta para acceder a la sala principal siempre está cerrada.




Abordé a una uniformada y le pregunté la razón por la que tanto los gringos como yo no teníamos acceso a los edificios públicos. Su respuesta fue lacónica. Es que hay gentes que no respetan.Dijo que son las reglas, pero esas reglas no me convencen porque privan al ciudadano de mirar los establecimientos que son de él mismo. Estóy por enviarle un correo electrónico a quién sea el director.

Salí andando con la misma lentitud con la que llegue. Después miré a un jinete de metal erguido, montado sobre un noble bruto. Decidí mirar de cerca porque a la distancia ni puta idea de quién fuera el hombre. Al ver que le quedaban los pies colgando, supuse que era el señor Madero. El símbolo de la Revolución.


A un lado de él, durmiendo, con la camisa desabrochada, los zapatos por un lado y unas muletas un hombre sucio, en el desaliño completo se acogía a la vera del señor Madero.



Metros más adelante, decidí sentarme para ver el prado. No debí hacerlo quedé con las nalgas congeladas, enjutas como las que tienen las ancianas putas. El mármol es tan frío. Ahora que muera por favor no se les vaya a ocurrir ponerme loza alguna.


Volví a entra al metro. Un hombre gordo pedía apoyo para un boleto.De nuevo volví a encontrarme con la lucha cuerpo a cuerpo, intentar ocupar mi lugar para viajar como cerdo , entre olores, perfumes baratos, caras indiferentes.

Una mujer vestida de negro, sentada, se enchinaba las pestañas con una cuchara. Se jalaba los párpados. Me dieron ganas de decirle que si se ponía por las noches aceite de almedras dulces en las pestañas le crecerían tanto o más grandes de lo que las tenia Elvira Quintana.


Llegué al Metro Normal. Salí tomándo las escaleras. Crucé hasta el Circuito Interior. En la esquina donde hace unos sábados mataron de tres balazos a un líder cañero había una mujer que parecía prostiputa. Estaba parada a un lado mío.
Los dos esperábamos el mismo transporte. Ella subió primero, pagó su boleto, se sentó en el asiento delantero, se inclinó y pude descubrir el misterio de un tatuaje que le sobresalía del huesito sabroso. Era una flor negra que deslizaba sus hojas hasta la selva profunda…..Ah ¡…………


Original de Alfredo Arrieta
Para elpueblodetierra.
Nec spe, nec metu.
23 de junio de 2011.
Estados Unidosd Mexicanos.

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