TRISTÍSIMO PANTEÓN.
TRISTÍSIMO PANTEÓN.
Que andas haciendo arriba trepado sobre el brazo del puente?. Te vas a matar….
Le estoy dándo una oportunidad a Dios para ver si ya es mi tiempo.
Hoy precisamente hoy en el filo de las 10 : 35 de la mañana hube de dirigirme al sitio de mi destino, al lugar en donde descansan las agitaciones de la vida.
De inicio caminamos por aquella Avenida que anduve y anduve hace 31 años de los tiempos idos en donde me gustaba deambular por el barrio pomposos de San Angel. Lo primero que divisamos fue el restaurante San Angelin lugar donde suelen asistir los consejeros del IFE a consumir como marranos y a pagar notas que van de los cientos a los miles,claro está que a nombre de todos los pendejos que trabajan y pagan impuestos.
Le pregunté a un muchacho si por ese camino podríamos llegar al panteón Jardín. De momento no supo que contestar porque no lo sabía. Después de unas apreciaciones supo decirme que siguiera rumbo pá arriba.
Logramos llegar ya con la lengua de fuera y los hígados arrejuntados al bofe, estos se nos escapaban junto con el aliento.
Subimos hasta la Avenida Camino al desierto de los Leones. Al dar la vuelta los arcos del camposanto ya nos estaban esperando. Sin obstáculos que nos impidieran entrar, caminamos por la derecha, la que hace curva. Le dije a Tristán que hace treinta y un años, Hugo Rendón me trajo al mismo sitio , ahora él también se halla cadáver.
A Tristán le entraron ganas de mear y entró a un baño instalado en un costado de la carretera que hace curva.
Yo por mi parte aproveché el momento y le pregunté a un enterrador por que parte se encontraba la tumba del Charro cantor. ¿ La de Jorge Negrete?, me dijo. Sí la misma.
Su mano y su dedo señalaron el mismo camino que teníamos. Sigan por ahí mismo la vuelta los llevará. Y sí ahí estaba, un techo triangular que dejaba ver la imagen de Jesús Cristo. El pasto de enfrente se encontraba cuidado, es posible que algún descendiente del señor Negrete se halla empleado.
Luego nuestros pasos nos llevaron a caminar entre las tumbas. Vimos la de un japonés que murió precisamente dos años después de que yo naciera y llegara como dijo Joan Salvat por la puerta de servicio y con un remiendo en el culo.
Al bajar noté que un grupo de árboles me esperaban. Eran los mismos abedules que recordaba. Seguían incólumes, erguidos. Pareciera que el tiempo o el paso de los años no les hubieran hecho mella . Los árboles tenían unas tonalidades verdosas y amarillas tonos que les hubo de dar las lluvias constantes que se han abatido en esta parte de la ciudad.Encima de ellos se lograban percibir los sonidos de los pájaros.
Le dije a Tristán que ese era el lugar. Encontramos la tumba de mi abuelo el General Brigadier Eduardo Arrieta León. Una plaquita de cerámica blanca y negra atestiguaba que en efecto esa era.
La loza que recordaba ya no estaba, ahora era una especie de parcelita. Cubierta por ramas secas, un caracol que intentaba andar a su velocidad unas flores recién colocadas por algunas manos generosas e infinidad de insectitos voladores.
Curiosamente no había ningún letrero o indicación de que en esa tumba también se encuentran los restos de mi papá el Lic Alfredo Arrieta Corral. Nada que atestiguara que este hombre anduvo por esta vida con su paliacate rojo, su chamarra de cuero y su medias botas lustradas siempre.
Yo les debo de confesar el motivo de mi tardanza.
En los 70 solía subir esa misma curva y visitar esa misma tumba. Mi padre nos decía que buscaramos cubetas de agua y que limpíaramos la casa del General.
En los cuatro costados había una árboles enanos que ahora ya no están .Luego que dejáramos el sepulcro limpio mi padre nos retiraba con ademanes.
Nosotros , Lalo Martha y Alejandro, íbamos a localizar el sitio donde reposaba Pedro Infante. A la distancia de algunos metros mi padre se quedaba pensativo como recordando al General dictando órdenes, hablándole a sus hijos o a los soldados.
El motivo de mi tardanza era justificado. Sí yo asistí en 70 a limpiar la tumba del General, luego en el 81 a enterrar a mi padre, entonces por lógica mis hijos vendrían a quitarme a mí las ramas, los caracoles o las flores artificiales.
Ahora que me encuentro en otra posición con el pelo completamente blanco y voy a sacar juventud de mi pasado, la verdad que ya no me importa, acaso el dolor que pueda sentir un poco antes de entregar el equipo.
Nos retiramos y vimos la casa de la chorreada, que cerraba la boquita y chiflaba Amorcito corazón.
De Pepe el Toro no tuvimos razón porque por más que le hicimos no lo pudimos encontrar.Es posible que se hubiera mudado a una tienda de remates o subastas.
Caminamos rumbo a la parte norte del panteón y sin querer encontramos el lote en donde están enterrados o más bien dormidos algunas personas que conocimos a través de la canción, el teatro o el celuloide.
Y ahí estaba Nicolás Urcelay, guiñaba un ojo mientras pedíamos permiso para ingresar. Un charro o la imagen de un charro nos llamó. Era Javier Solís, sí ese que quería abrirse las venas lentamente y su sangre verter a sus pies. Delante de este, el Charro Avitía repetía su canciones de macho calado, lo mismo que el trovador solitario del panteón Pepe Jara.
Sentado en otra de ellas un compositor decía: Usted me desespera, me mata, me enloquece y hasta la vida diera por vencer el miedo de besarla a usted….
Por su parte Manolo Fábregas, vestidito con su traje y su bigote arregladito, El Chicote, Mantequilla y Carlos López Moctezuma con su porte de señor nos daban la bienvenida pasen por favor, nos decía….
Dos perros cuidaban el descanso de estos muertos.
Por la derecha, El Chamaco Domínguez y Tin tán hablaban de una nueva canción. Sentado sobre su propia tumba Tomás Méndez mostraba la letra de la paloma y justamente enfrente de él El señor Zaizar señalaba que con el amanecer se iría de aquí.Cosa que me pareció imposible porque el lugar se encuentra cerrado con unas cadenotas, así de grandes…
En una serie de archivos cubículos , nos encontramos nuevamente con una fotografía del carnal Marcelo tocándo su guitarra nuevamente con Tintán también tenia sus flores naturales.
Teníamos el deseo de tomar algunas fotografías pero pudo más el respeto, pensamos que estaría prohibido molestar a los muchachos así que los dejámos dormir el sueño de la eternidad.
Por afuera estaban enterrándo a un señor, todos los deudos callados, sumidos en su pena.
Acudimos por la izquierda y volvimos a mirar diferentes hogares. Unos en total abandono, otros inmaculados,inclusive había uno que parecía estar adornado como si fuera a sucitarse una fiesta. Por alla, hay una fosa semi abierta, en una de sus paredes un Cristo clavádo se aferra para ni irse al fondo. Me acerco a otra de estas y hablo, se hace un eco le digo a Tristán que si se atrevería a entrar en ese lugar a la media noche. Me respondió que sí. Yo?. Yo nó. A mí se me caerían los calzones y se me harían de yo yo.
Original de Alfredo Arrieta
Para el pueblodetierra.
19. de julio de 2011.
Nec spe, nec metu
Estados Unidos Mexicanos.
Que andas haciendo arriba trepado sobre el brazo del puente?. Te vas a matar….
Le estoy dándo una oportunidad a Dios para ver si ya es mi tiempo.
Hoy precisamente hoy en el filo de las 10 : 35 de la mañana hube de dirigirme al sitio de mi destino, al lugar en donde descansan las agitaciones de la vida.
De inicio caminamos por aquella Avenida que anduve y anduve hace 31 años de los tiempos idos en donde me gustaba deambular por el barrio pomposos de San Angel. Lo primero que divisamos fue el restaurante San Angelin lugar donde suelen asistir los consejeros del IFE a consumir como marranos y a pagar notas que van de los cientos a los miles,claro está que a nombre de todos los pendejos que trabajan y pagan impuestos.
Le pregunté a un muchacho si por ese camino podríamos llegar al panteón Jardín. De momento no supo que contestar porque no lo sabía. Después de unas apreciaciones supo decirme que siguiera rumbo pá arriba.
Logramos llegar ya con la lengua de fuera y los hígados arrejuntados al bofe, estos se nos escapaban junto con el aliento.
Subimos hasta la Avenida Camino al desierto de los Leones. Al dar la vuelta los arcos del camposanto ya nos estaban esperando. Sin obstáculos que nos impidieran entrar, caminamos por la derecha, la que hace curva. Le dije a Tristán que hace treinta y un años, Hugo Rendón me trajo al mismo sitio , ahora él también se halla cadáver.
Yo por mi parte aproveché el momento y le pregunté a un enterrador por que parte se encontraba la tumba del Charro cantor. ¿ La de Jorge Negrete?, me dijo. Sí la misma.
Su mano y su dedo señalaron el mismo camino que teníamos. Sigan por ahí mismo la vuelta los llevará. Y sí ahí estaba, un techo triangular que dejaba ver la imagen de Jesús Cristo. El pasto de enfrente se encontraba cuidado, es posible que algún descendiente del señor Negrete se halla empleado.
Luego nuestros pasos nos llevaron a caminar entre las tumbas. Vimos la de un japonés que murió precisamente dos años después de que yo naciera y llegara como dijo Joan Salvat por la puerta de servicio y con un remiendo en el culo.
Al bajar noté que un grupo de árboles me esperaban. Eran los mismos abedules que recordaba. Seguían incólumes, erguidos. Pareciera que el tiempo o el paso de los años no les hubieran hecho mella . Los árboles tenían unas tonalidades verdosas y amarillas tonos que les hubo de dar las lluvias constantes que se han abatido en esta parte de la ciudad.Encima de ellos se lograban percibir los sonidos de los pájaros.
Le dije a Tristán que ese era el lugar. Encontramos la tumba de mi abuelo el General Brigadier Eduardo Arrieta León. Una plaquita de cerámica blanca y negra atestiguaba que en efecto esa era.
La loza que recordaba ya no estaba, ahora era una especie de parcelita. Cubierta por ramas secas, un caracol que intentaba andar a su velocidad unas flores recién colocadas por algunas manos generosas e infinidad de insectitos voladores.
Curiosamente no había ningún letrero o indicación de que en esa tumba también se encuentran los restos de mi papá el Lic Alfredo Arrieta Corral. Nada que atestiguara que este hombre anduvo por esta vida con su paliacate rojo, su chamarra de cuero y su medias botas lustradas siempre.
Yo les debo de confesar el motivo de mi tardanza.
En los 70 solía subir esa misma curva y visitar esa misma tumba. Mi padre nos decía que buscaramos cubetas de agua y que limpíaramos la casa del General.
En los cuatro costados había una árboles enanos que ahora ya no están .Luego que dejáramos el sepulcro limpio mi padre nos retiraba con ademanes.
Nosotros , Lalo Martha y Alejandro, íbamos a localizar el sitio donde reposaba Pedro Infante. A la distancia de algunos metros mi padre se quedaba pensativo como recordando al General dictando órdenes, hablándole a sus hijos o a los soldados.
El motivo de mi tardanza era justificado. Sí yo asistí en 70 a limpiar la tumba del General, luego en el 81 a enterrar a mi padre, entonces por lógica mis hijos vendrían a quitarme a mí las ramas, los caracoles o las flores artificiales.
Ahora que me encuentro en otra posición con el pelo completamente blanco y voy a sacar juventud de mi pasado, la verdad que ya no me importa, acaso el dolor que pueda sentir un poco antes de entregar el equipo.
Nos retiramos y vimos la casa de la chorreada, que cerraba la boquita y chiflaba Amorcito corazón.
De Pepe el Toro no tuvimos razón porque por más que le hicimos no lo pudimos encontrar.Es posible que se hubiera mudado a una tienda de remates o subastas.
Caminamos rumbo a la parte norte del panteón y sin querer encontramos el lote en donde están enterrados o más bien dormidos algunas personas que conocimos a través de la canción, el teatro o el celuloide.
Y ahí estaba Nicolás Urcelay, guiñaba un ojo mientras pedíamos permiso para ingresar. Un charro o la imagen de un charro nos llamó. Era Javier Solís, sí ese que quería abrirse las venas lentamente y su sangre verter a sus pies. Delante de este, el Charro Avitía repetía su canciones de macho calado, lo mismo que el trovador solitario del panteón Pepe Jara.
Sentado en otra de ellas un compositor decía: Usted me desespera, me mata, me enloquece y hasta la vida diera por vencer el miedo de besarla a usted….
Por su parte Manolo Fábregas, vestidito con su traje y su bigote arregladito, El Chicote, Mantequilla y Carlos López Moctezuma con su porte de señor nos daban la bienvenida pasen por favor, nos decía….
Dos perros cuidaban el descanso de estos muertos.
Por la derecha, El Chamaco Domínguez y Tin tán hablaban de una nueva canción. Sentado sobre su propia tumba Tomás Méndez mostraba la letra de la paloma y justamente enfrente de él El señor Zaizar señalaba que con el amanecer se iría de aquí.Cosa que me pareció imposible porque el lugar se encuentra cerrado con unas cadenotas, así de grandes…
En una serie de archivos cubículos , nos encontramos nuevamente con una fotografía del carnal Marcelo tocándo su guitarra nuevamente con Tintán también tenia sus flores naturales.
Teníamos el deseo de tomar algunas fotografías pero pudo más el respeto, pensamos que estaría prohibido molestar a los muchachos así que los dejámos dormir el sueño de la eternidad.
Por afuera estaban enterrándo a un señor, todos los deudos callados, sumidos en su pena.
Acudimos por la izquierda y volvimos a mirar diferentes hogares. Unos en total abandono, otros inmaculados,inclusive había uno que parecía estar adornado como si fuera a sucitarse una fiesta. Por alla, hay una fosa semi abierta, en una de sus paredes un Cristo clavádo se aferra para ni irse al fondo. Me acerco a otra de estas y hablo, se hace un eco le digo a Tristán que si se atrevería a entrar en ese lugar a la media noche. Me respondió que sí. Yo?. Yo nó. A mí se me caerían los calzones y se me harían de yo yo.
Original de Alfredo Arrieta
Para el pueblodetierra.
19. de julio de 2011.
Nec spe, nec metu
Estados Unidos Mexicanos.
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